PROSA DE DÍA Y DE NOCHE

PROSA DE DÍA Y DE NOCHE

Es el alba la que aparece con su blanco resplandor, indicándonos que un nuevo día comienza, ofreciéndonos su frescura, su gran brillo y la fuerza de su energía solar. Nos invade con sutileza. El sol hace su aparición, regando con su porte y decoro tanto los campos como mi apagado corazón, que intenta sonreír, para cubrir su desesperada angustia.
Con el aporte de su presencia nos regale la ilusión, que necesitamos para sentirnos vivos por fuera e incluso por dentro, con la esperanza de que algo bello suceda y nos de un momento de éxtasis, que nos haga sentir un poco diferentes a cualquier otro día.
Yo quiero tomar su tierna esencia, disfrutando cada instante, recogiendo cada sensación, abriendo bien mis verdes ojos, para no perder un detalle y disfrutarlo a pleno pulmón, oxigenando mi aliento, en una sublime rendición.
Así, cuando caiga sobre mi, la lúgubre tiniebla de la oscura noche, desarrollaré y analizaré sus vivencias, esas que el día me entregó, descorchando una botella en mi humilde habitación, y llenando dos buenas copas, cargadas de su sabor; sabor a ternura y beso, sabor a desilusión, a fantasía y misterio, sabor a celebración.
Porque independientemente, de lo que ese día nos haya aportado, sea tristeza o alegría, placer o desilusión, la noche es la culminación de esa jornada, es momento de meditación, disfrutando de lo vivido, haciendo recapitulación de los sucesos que hayan ocurrido, aprendiendo minuciosamente de cada uno de ellos.
Que tengáis todos hermosos días y dulces sueños, con mis mejores deseos.

Marisa del Olmo