ROSITA Y LA TABLA DE LAVAR LA ROPA

ROSITA Y LA TABLA DE LAVAR LA ROPA

Como veraneante en el bosque no escapo a los problemas domésticos y aunque me toquen de rebote debo involucrarme por la paz del hogar.

Debido a la crisis energética, en mi país, los cortes de luz en el bosque son moneda corriente.  No solo se sufre por la heladera tan necesaria en pleno verano, sino también por el lavarropas que funciona todo el tiempo y cuando se corta la luz es todo un problema, sumado a las lluvias que ya son tropicales por el cambio climático.

Intentamos recurrir a los servicios de un lavadero, pero nos dieron turno para una semana; siempre y cuando no se corte la luz.

Como solución se contrató a Rosita, la lavandera del bosque,como así la llaman aquí. Es una mujer mayor como las de antes, no es como las mujeres modernas que aun teniendo sesenta y cinco siguen siendo joven.
Rosita es de nacionalidad italiana y muy responsable, pero parece que vive en el siglo pasado;no es porque la critique, sino porque cuando vino a casa no pidió un lavarropas, ni un secarropa; la mujer pidió una tabla de lavar la ropa.

Lo primero que le preguntamos al unisono fue -¿Existen?
Y Rosita con su lenguaje Italiano nos dijo -Ma se existe, mi mia figlia tiene una y io tambien.
La interrumpí y le dije que le daba el dinero para que ella la compre y me respondió.
- Comprela usted, ma ino no sono tonta.
Iba a decirle algo, pero mi familia me fusilaba si lo hacia, no hay gente de confianza hoy en día y menos como Rosita.

Al otro día salimos de paseo  y cada vez que veíamos una ferretería o un bazar le decíamos al chófer -¡Pare ahí!
Con timidez nos turnábamos para preguntar si tenían la bendita tabla de lavar la ropa y siempre escuchábamos la misma pregunta-¿Existen?

En los bazares nos mandaban a la ferretería y hasta fuimos a una jugueteria donde había una de plástico con balde pequeño. Contentos regresamos al bosque y encontramos a Rosita lavando la ropa en la casa del vecino con una vieja tabla de lavar la ropa . Con el permiso del vecino le preguntamos a Rosita si era lo mismo una de plástico que de madera y nos contestó:
-Eso es de juguete ,mai io sono una persona seria.-
Y Rosita siguió lavando la ropa mientras el vecino se ofreció a prestarnos su tabla cada vez que se necesitara, cosa que aceptamos al principio, porque ya la familia estaba harta de que le corten la luz y tener que lavar a mano;pero después nadie se atrevió a pedírsela prestado.

Entre todas las soluciones que se barajaban propuse ir a un carpintero y de hecho visité uno, pero el hombre me dijo que era un trabajo artesanal y que estaba lleno de trabajo.

Había que solucionar el tema de la ropa, entre la humedad y las tormentas ya estábamos pensando en comprar ropa.
Durante quince días recorrimos la ciudad buscando la tabla para Rosita, hasta que en una ferretería la dueña nos dijo.
- Este año mi marido no trajo, pero el año pasado si; siempre hay una santa que lava a mano-
Cuando dijo eso pensé “ Si el marido de la señora la trajo el año pasado quiere decir que todavía existen”

En la noche ingresé en internet, pero las ventas de tablas usadas eran en Buenos Aires y yo estoy a 600 kilómetros.
En fin.. el Internet no me dio la solución que se necesitaba. Al día siguiente compré el diario de la costa y comencé a llamar a las ferreterías, bazares hasta los mayoristas para que alguien me diga donde comprarla.
Algunos me preguntaban el característico -¿Existen? o -¿Es una broma? Y plaf me cortaban el teléfono. Otros me insultaban porque los hacia perder tiempo, otros mas educados me mandaban a la casa de antigüedades.

Así pasamos quince días, hasta que alguien dijo que a 700 metros del bosque había una ferretería y allí fui.
Entré como si fuera en la búsqueda de un gran Tesoro y le dije al vendedor:
- Miré...  estoy buscando algo que está en extinción,que usted seguro no tiene y entiendo que en la época en que los lavarropas tiene incorporado wifi ,yo tenga que pedirle esto. El tipo me miro y me dijo

- Pida sin vergüenza que necesita-
Y yo con toda la timidez dije bajito” Una tabla de lavar la ropa” y me dijo
-Ah era eso, tengo una.
y le dije- No puede ser ; como tiene esa reliquia.Me recorrí todo.
Y terminó diciéndome.-Pero no vino a esta ferretería.

El hombre me contó que esa zona es de ancianos  y que se resisten al lavarropas, sobre todo ahora con los cortes de luz y que él hace traer la tabla de lavar la ropa del interior del país por un hombre que le hace plumeros artesanales y escobillones. Y para finalizar me dijo que debería confiar en los negocios que están cerca  del bosque.

Feliz llevé la tabla de lavar la ropa al bosque e hice llamar a Rosita para informarle que puede a trabajar en casa. La mujer inspeccionó  la tabla y me preguntó-¿ Cuánto  pagó? Le dije el precio y la mujer sonriendo me dijo- Es caro. Le vieron la cara de turista, lo estafaron-  a lo que le dije que no me importaba,que si me hubiesen pedido el doble lo hubiese pagado con gusto con tal de terminar con el Rally, en el afán de  conseguir la bendita tabla.

Al día siguiente Rosita vino a lavar la ropa y todos contentos ;pero las cosas no son perfectas. Rosita dejó la tabla de lavar la ropa, para que se seque al sol; pero aquí los vientos son fuertísimos y la pobre tabla quedó estampada en un árbol.
Así que mañana tempranito vamos a un carpintero para que arregle la tabla;porque Rosita viene en la tarde y si no tiene su tabla la mujer no lava. Ahora el problema es encontrar al carpintero que tenga la voluntad de hacer el trabajo rápido.

EURÍDICE CANOVA

Me gustó la historia, saludos y gracias por el aporte.