Beso, final y comienzo
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Beso, final y comienzo
Beso, final y comienzo
Todo empezó con un beso. Era una noche que empezaba, y hacía un poco de frío. Estábamos en la puerta de su casa. No había nadie por la calle. Habíamos hablado mucho antes de llegar al lugar. Nos habíamos divertido. Sonreíamos. Y le dije_ Ya me voy_ Le tomé de las manos y cuando percibí que no me rechazaba; asome mi mejilla y ella también la suya para despedirnos, y me atreví a bajar hasta su boca y besarle. Mucho tiempo había pasado, desde mi último beso, había olvidado en cierta forma de besar, pero me salió bien, y sin querer comparé el beso de esta con la última, era muy diferente. Luego terminamos ese beso repentino, y nos vimos a los ojos. Sí, le había gustado y a mí también. Pero repentinamente me jaló a un lado más oscuro y me dijo:_Mi papá nos puede ver_ Y me habló tiernamente y en verdad yo no decía nada, más bien deseaba besarle otra vez y así lo hice y le dije:_Mañana nos vemos, Chao_ y la besé de nuevo y me fui. Lo había hecho, estaba feliz, muy feliz. Lo había planeado así, lo había pensado así, pero salió mejor de lo pensado. Era jueves, me desconocí a mí mismo desde entonces. Fui a la iglesia ese día porque era temprano para hacerlo, y oré; oré mucho porque el Señor me enseñe a dar ese amor que tanto depositó en mí, a esta desconocida. De aquí en adelante fueron felicidades, tristezas, enojos, experiencias muy nuevas para ambos, rompimientos sin motivo, otros con motivo, culpas, disculpas, reconciliaciones, perdones, celos, ambiciones… en fin las miles de cosas que se vive en una relación. Fue interesante, ahora pienso hacerlo mucho mejor; no solo pienso, sino que lo voy a hacer mejor.
Poco a poco llegaba la noche y el final. Te miraba, te tocaba, te besaba, quizás buscando una esperanza para que esto no acabe; empero no la encontraba, empero no había. Al verte sonreír, pensé que esa esperanza quedaría aún, pero no, no había nada. Era lo último en si, habíamos quedado en eso. Pensé en los bellos recuerdos que te dejé, que me dejaste, pero sólo los pensé. Era un día de celebración y final, pero no me sentía mal, porque había dado todo de mí hasta el último; había completado toda mi tarea al fin. Y te dejé ir. Ya era tarde, el final llegó, y pensé que iba a ser diferente, pero fue. Te di un beso y como empezó todo, así terminó. No, no dije nada, y con ese “Gracias” te llevaste todo de mí. Me quedé solo, sin nada, y ni siquiera sin mí mismo. Tenía un poco de hambre, pero los bolsillos los tenía vacíos. Quería llegar a casa pronto, pero decidí caminar. Pensé mucho, eso no lo había dejado contigo. Te di todo, y me quedé sin nada más que mis pensamientos y eso fue lo mejor. Pronto llegué a casa, y dormí, y no lloré como se supone que lo haría. No, más bien sonreí, porque empezaba de cero. Empecé entonces a vivir por mí mismo; caminando en mi busca, porque me había perdido. Y después de un mes, me encontré, y un mes más pasó y ahora soy el mejor. Ahora estoy aquí, con una nueva mirada, con una nueva forma de pensar, con una nueva forma de hablar. No hay más que decir: Gracias, porque me he encontrado a mí mismo, y ahora tengo mucho, en comparación a lo que me dejaste, pues como lo repito te dejé todo. Ahora, veo cada día como algo nuevo, con un vicio sí, pero mejor. Veo a las personas fijamente, buscando su mirada, porque ahora puedo hacerlo, mientras que antes no lo podía hacer. Soy una basura, como una vez seguramente me conociste y como seguramente alguna vez dejé de serlo contigo. Cuánto ha cambiado, dicen muchos de mí; pues sí he cambiado algo para mí, pero mi esencia es la misma. Y voy para arriba, muy, pero muy arriba, porque miro arriba, al cielo, al fin al cielo.
Y la vida continuó. Sentía una atracción inevitable por ella. No sé como definirla, pero creo que me gustaba desde un comienzo. Me gustaba tanto exteriormente como en las pocas cosas que le había descubierto hablando con ella. Era muy divertido hablar con ella. Era más que una simple atracción, más que un simple gusto; era como un inmenso momento de paz y de desesperación a la vez, era estar feliz muy feliz, al momento de hablar con ella. Los dos sonreíamos simplemente al cruzar palabras. Sabía que en cierta forma encajábamos perfectamente. Ella compartía muchos gustos conmigo. Habíamos cruzado historias de nuestras vidas, en las cuales los dos sacábamos muchas conclusiones en muestra inmadurez, en nuestra, seguro, falta de experiencia. Sólo la pasábamos bien. A pesar de vivir en vidas separadas, vivir sólo una amistad, no sabíamos lo que el destino nos tenía preparado. Tomamos decisiones en nuestras vidas, muy a la tangente de nuestros círculos. Vivimos en latencia eso que simplemente se tenía que dar. Ella por su lado, tenía sus experiencias, y yo claro que también. Hubo momentos en que cuando ella veía lo bueno que era estar conmigo, envidiaba de cierta forma a la afortunada (para ella) que estaba a mi lado. A veces, cuando sentía que la que estaba a mi lado, no se merecía lo que yo le daba, pensaba en ella, pensaba en que ella sí se lo merecería. Claro, a pesar que tenía a alguien a mi lado, mil veces prefería que fuera ella; pero ¿Por qué no se podía?. No lo sé, pero sé que tenía que pasar algo. Y las cosas se daban, no se como si todo fuera calculado. Ahora, que el alma esta sola, sólo debemos esperar a que el destino haga lo que desde siempre, pensó hacer.
Chelito
Autor: raul arenas
Todos los derechos reservados.
Todo empezó con un beso. Era una noche que empezaba, y hacía un poco de frío. Estábamos en la puerta de su casa. No había nadie por la calle. Habíamos hablado mucho antes de llegar al lugar. Nos habíamos divertido. Sonreíamos. Y le dije_ Ya me voy_ Le tomé de las manos y cuando percibí que no me rechazaba; asome mi mejilla y ella también la suya para despedirnos, y me atreví a bajar hasta su boca y besarle. Mucho tiempo había pasado, desde mi último beso, había olvidado en cierta forma de besar, pero me salió bien, y sin querer comparé el beso de esta con la última, era muy diferente. Luego terminamos ese beso repentino, y nos vimos a los ojos. Sí, le había gustado y a mí también. Pero repentinamente me jaló a un lado más oscuro y me dijo:_Mi papá nos puede ver_ Y me habló tiernamente y en verdad yo no decía nada, más bien deseaba besarle otra vez y así lo hice y le dije:_Mañana nos vemos, Chao_ y la besé de nuevo y me fui. Lo había hecho, estaba feliz, muy feliz. Lo había planeado así, lo había pensado así, pero salió mejor de lo pensado. Era jueves, me desconocí a mí mismo desde entonces. Fui a la iglesia ese día porque era temprano para hacerlo, y oré; oré mucho porque el Señor me enseñe a dar ese amor que tanto depositó en mí, a esta desconocida. De aquí en adelante fueron felicidades, tristezas, enojos, experiencias muy nuevas para ambos, rompimientos sin motivo, otros con motivo, culpas, disculpas, reconciliaciones, perdones, celos, ambiciones… en fin las miles de cosas que se vive en una relación. Fue interesante, ahora pienso hacerlo mucho mejor; no solo pienso, sino que lo voy a hacer mejor.
Poco a poco llegaba la noche y el final. Te miraba, te tocaba, te besaba, quizás buscando una esperanza para que esto no acabe; empero no la encontraba, empero no había. Al verte sonreír, pensé que esa esperanza quedaría aún, pero no, no había nada. Era lo último en si, habíamos quedado en eso. Pensé en los bellos recuerdos que te dejé, que me dejaste, pero sólo los pensé. Era un día de celebración y final, pero no me sentía mal, porque había dado todo de mí hasta el último; había completado toda mi tarea al fin. Y te dejé ir. Ya era tarde, el final llegó, y pensé que iba a ser diferente, pero fue. Te di un beso y como empezó todo, así terminó. No, no dije nada, y con ese “Gracias” te llevaste todo de mí. Me quedé solo, sin nada, y ni siquiera sin mí mismo. Tenía un poco de hambre, pero los bolsillos los tenía vacíos. Quería llegar a casa pronto, pero decidí caminar. Pensé mucho, eso no lo había dejado contigo. Te di todo, y me quedé sin nada más que mis pensamientos y eso fue lo mejor. Pronto llegué a casa, y dormí, y no lloré como se supone que lo haría. No, más bien sonreí, porque empezaba de cero. Empecé entonces a vivir por mí mismo; caminando en mi busca, porque me había perdido. Y después de un mes, me encontré, y un mes más pasó y ahora soy el mejor. Ahora estoy aquí, con una nueva mirada, con una nueva forma de pensar, con una nueva forma de hablar. No hay más que decir: Gracias, porque me he encontrado a mí mismo, y ahora tengo mucho, en comparación a lo que me dejaste, pues como lo repito te dejé todo. Ahora, veo cada día como algo nuevo, con un vicio sí, pero mejor. Veo a las personas fijamente, buscando su mirada, porque ahora puedo hacerlo, mientras que antes no lo podía hacer. Soy una basura, como una vez seguramente me conociste y como seguramente alguna vez dejé de serlo contigo. Cuánto ha cambiado, dicen muchos de mí; pues sí he cambiado algo para mí, pero mi esencia es la misma. Y voy para arriba, muy, pero muy arriba, porque miro arriba, al cielo, al fin al cielo.
Y la vida continuó. Sentía una atracción inevitable por ella. No sé como definirla, pero creo que me gustaba desde un comienzo. Me gustaba tanto exteriormente como en las pocas cosas que le había descubierto hablando con ella. Era muy divertido hablar con ella. Era más que una simple atracción, más que un simple gusto; era como un inmenso momento de paz y de desesperación a la vez, era estar feliz muy feliz, al momento de hablar con ella. Los dos sonreíamos simplemente al cruzar palabras. Sabía que en cierta forma encajábamos perfectamente. Ella compartía muchos gustos conmigo. Habíamos cruzado historias de nuestras vidas, en las cuales los dos sacábamos muchas conclusiones en muestra inmadurez, en nuestra, seguro, falta de experiencia. Sólo la pasábamos bien. A pesar de vivir en vidas separadas, vivir sólo una amistad, no sabíamos lo que el destino nos tenía preparado. Tomamos decisiones en nuestras vidas, muy a la tangente de nuestros círculos. Vivimos en latencia eso que simplemente se tenía que dar. Ella por su lado, tenía sus experiencias, y yo claro que también. Hubo momentos en que cuando ella veía lo bueno que era estar conmigo, envidiaba de cierta forma a la afortunada (para ella) que estaba a mi lado. A veces, cuando sentía que la que estaba a mi lado, no se merecía lo que yo le daba, pensaba en ella, pensaba en que ella sí se lo merecería. Claro, a pesar que tenía a alguien a mi lado, mil veces prefería que fuera ella; pero ¿Por qué no se podía?. No lo sé, pero sé que tenía que pasar algo. Y las cosas se daban, no se como si todo fuera calculado. Ahora, que el alma esta sola, sólo debemos esperar a que el destino haga lo que desde siempre, pensó hacer.
Chelito
Autor: raul arenas
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Roana Varela- Moderadora
- Cantidad de envíos : 4487
Puntos : 55478
Fecha de inscripción : 25/10/2012
Roana Varela- Moderadora
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