LA GENTE LE TEME AL CAMBIO
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LA GENTE LE TEME AL CAMBIO
LA GENTE LE TEME AL CAMBIO
Diariamente me manejo en taxis para ir y regresar de mi trabajo, la mayoría de los choferes son empresarios o comerciantes que han quebrado por la situación del país, otros son profesionales que fueron despedidos de su trabajo y que lamentablemente no se han podido insertar en el sistema laboral.
A veces me tocan choferes que han trabajado toda su vida y se han jubilado, pero no todo es perfecto. La jubilación no les alcanza y deben trabajar entre doce y catorce horas diarias para llegar a fin de mes.
En general la mayoría de los choferes están disconforme con su situación actual,sobre todo porque siendo mucho de ellos jóvenes no ven perspectiva de un futuro mejor.
A todos les digo que la maravilla de la democracia es poder votar el cambio, pero ellos no quieren el cambio y me dicen que votarán al gobierno actual porque temen perder lo poco que tienen. Después de pensar y pensar llegué a la conclusión que la gente no quiere el cambio.
La gente no quiere perder lo poco que tiene y eso me lo confirmo Teresa, una nueva compañera de trabajo.
Teresa vino a limpiar mi laboratorio, por su léxico me di cuenta que tenía estudios universitarios y así era.
Me contó que con este gobierno su esposo era gerente de una multinacional y que por desgracia se quedó sin trabajo porque la empresa quebró.
Cuando eso sucedió, su esposo comienza a buscar trabajo y como no consigue (con sus 45 años) entra en una profunda depresión.
Teresa trabajaba en su profesión de investigadora en bibliografías, pero el puesto que tenía era una suplencia.
Cuando se enteró que en la universidad había un puesto titular de auxiliar de limpieza, decidió archivar su título en un cajón y apostó a la seguridad del empleo con un sueldo muchísimo menor al que tenía.
Me contó que su estándar de vida era de clase media acomodada, con hijos que siempre fueron a escuelas privadas, pero cuando su marido se quedó sin trabajo todo eso se terminó. Sus ahorros se esfumaron de la noche a la mañana y vendió las pocas cosas de valor que le quedaba.
Le dije que con el tiempo podía conseguir otro trabajo y me dijo que con 42 años ya era vieja para ingresar al sistema laboral y que su marido también lo era, por tal razón el también hacia trabajos de limpieza.
Intenté cambiar de tema cuando vi la angustia en su rostro y le dije que no perdiera la fe, porque si el gobierno cambiaba las industrias regresarían al país. Me dijo que ella estaba conforme con este gobierno y de hecho lo votaría en las próximas elecciones.
Le pregunté la razón y alegué que ella cayó en desgracia con el mismo gobierno que dejó a su marido sin trabajo, hasta le dije que lo lógico hubiese sido tener en mente votar un cambio. Pero comprendí que esa era mi lógica y no la lógica de Teresa. Ella me explicó que su familia sufrió mucho cuando su marido se quedó sin trabajo y que era consciente que se jubilaría limpiando pisos, pero que no le importaba porque este gobierno le había dado trabajo.
Podría haberle dicho que si bien todo trabajo es respetable, lo ideal hubiese sido para ella conseguir un trabajo acorde a sus conocimientos. Podría haberle dicho que este país necesita más industrias, gente trabajando, estabilidad económica y que los profesionales deben vivir y trabajar de su profesión, porque es hora de poner cada cosa en su lugar. Si se estudia medicina se trabaja de médico y si se estudia plomería se ejerce de plomero etc etc.
Podría haberle dicho que lo ideal es evolucionar profesionalmente y no involucionar, pero decidí dejar el tema. Le ofrecí un cafecito, terminamos hablando del clima y me quedé con esa sensación que la gente le teme al cambio o tal vez todos tienen razón y el que debo cambiar soy yo.
EURÍDICE CANOVA
DERECHO DE AUTOR RESERVADO
Diariamente me manejo en taxis para ir y regresar de mi trabajo, la mayoría de los choferes son empresarios o comerciantes que han quebrado por la situación del país, otros son profesionales que fueron despedidos de su trabajo y que lamentablemente no se han podido insertar en el sistema laboral.
A veces me tocan choferes que han trabajado toda su vida y se han jubilado, pero no todo es perfecto. La jubilación no les alcanza y deben trabajar entre doce y catorce horas diarias para llegar a fin de mes.
En general la mayoría de los choferes están disconforme con su situación actual,sobre todo porque siendo mucho de ellos jóvenes no ven perspectiva de un futuro mejor.
A todos les digo que la maravilla de la democracia es poder votar el cambio, pero ellos no quieren el cambio y me dicen que votarán al gobierno actual porque temen perder lo poco que tienen. Después de pensar y pensar llegué a la conclusión que la gente no quiere el cambio.
La gente no quiere perder lo poco que tiene y eso me lo confirmo Teresa, una nueva compañera de trabajo.
Teresa vino a limpiar mi laboratorio, por su léxico me di cuenta que tenía estudios universitarios y así era.
Me contó que con este gobierno su esposo era gerente de una multinacional y que por desgracia se quedó sin trabajo porque la empresa quebró.
Cuando eso sucedió, su esposo comienza a buscar trabajo y como no consigue (con sus 45 años) entra en una profunda depresión.
Teresa trabajaba en su profesión de investigadora en bibliografías, pero el puesto que tenía era una suplencia.
Cuando se enteró que en la universidad había un puesto titular de auxiliar de limpieza, decidió archivar su título en un cajón y apostó a la seguridad del empleo con un sueldo muchísimo menor al que tenía.
Me contó que su estándar de vida era de clase media acomodada, con hijos que siempre fueron a escuelas privadas, pero cuando su marido se quedó sin trabajo todo eso se terminó. Sus ahorros se esfumaron de la noche a la mañana y vendió las pocas cosas de valor que le quedaba.
Le dije que con el tiempo podía conseguir otro trabajo y me dijo que con 42 años ya era vieja para ingresar al sistema laboral y que su marido también lo era, por tal razón el también hacia trabajos de limpieza.
Intenté cambiar de tema cuando vi la angustia en su rostro y le dije que no perdiera la fe, porque si el gobierno cambiaba las industrias regresarían al país. Me dijo que ella estaba conforme con este gobierno y de hecho lo votaría en las próximas elecciones.
Le pregunté la razón y alegué que ella cayó en desgracia con el mismo gobierno que dejó a su marido sin trabajo, hasta le dije que lo lógico hubiese sido tener en mente votar un cambio. Pero comprendí que esa era mi lógica y no la lógica de Teresa. Ella me explicó que su familia sufrió mucho cuando su marido se quedó sin trabajo y que era consciente que se jubilaría limpiando pisos, pero que no le importaba porque este gobierno le había dado trabajo.
Podría haberle dicho que si bien todo trabajo es respetable, lo ideal hubiese sido para ella conseguir un trabajo acorde a sus conocimientos. Podría haberle dicho que este país necesita más industrias, gente trabajando, estabilidad económica y que los profesionales deben vivir y trabajar de su profesión, porque es hora de poner cada cosa en su lugar. Si se estudia medicina se trabaja de médico y si se estudia plomería se ejerce de plomero etc etc.
Podría haberle dicho que lo ideal es evolucionar profesionalmente y no involucionar, pero decidí dejar el tema. Le ofrecí un cafecito, terminamos hablando del clima y me quedé con esa sensación que la gente le teme al cambio o tal vez todos tienen razón y el que debo cambiar soy yo.
EURÍDICE CANOVA
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