Piel transparente
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EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA :: Poemas Eróticos - Sensuales :: Poesía Erótica Clásica y Breve
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Piel transparente
Piel transparente
Parecía que sus tejanos fuesen su segunda piel. Des de su cintura a sus piernas, podía ver las diferentes partes de su cuerpo bien delimitadas y contorneadas. Hizo un gesto que repitió diversas veces y que me fascinaba observarlo: Ver sus manos agarrando sus pantalones a la altura del cinturón y subírselos con intensidad. En ese preciso momento aparecían todas las comisuras y profundos relieves que las mujeres habitualmente mantienen ocultas. En sólo un instante sentí y absorbí todo aquello que había visto, esto me produjo un leve cambio de temperatura en mi cuerpo e hizo que la noche tomase un nuevo rumbo.
Sus tacones me irían recordando el movimiento de sus nalgas acompasadas. El local era tranquilo, la música jazz sonaba de fondo, y el murmullo de la gente era soportable. Echaba a faltar el humo de los cigarros y los ojos enrojecidos, esto siempre me hacía sentir especial y relajado. No sé por qué. Reconozco que era un ambiente que ayudaba a saborear y disfrutar del aroma de tu combinado, sin prostituirlo con otros olores. Aunque siempre recordaré la frase de un buen amigo: “En este bar huele mal, huele a personas”.
Me levanté de la mesa donde estaba con mis amigos y fui hacia la barra a pedir otra copa. De nuevo me topé con ella, aunque estaba en nuestro grupo de amigos no habíamos estado tan cerca. En esa noche no intercambiamos prácticamente ninguna palabra, sólo se dejó asomar alguna mirada y alguna sonrisa. Me situé detrás de ella con la parsimonia de alguien que espera el turno para conseguir un sorbo de felicidad. No le di la más mera importancia a la situación, hasta que pasó algo que me descolocó totalmente.
Noté cómo una mano topaba con mis piernas y tanteaba insolentemente mis muslos. Sentí que la temperatura de mi cuerpo estalló en unos segundos provocando una rigidez instantánea en mi miembro. Acto seguido inició un recorrido con sus dedos por encima de mis pantalones, alrededor de los genitales, acariciándolos y manoseando. Sus manos despendían un calor insoportable que sumado al ambiente de local provocó que empezase a sudar. El recorrido que trazaba quedaba impregnado en mi mente y deseaba que sus dedos no parasen nunca de moverse, la única conclusión a la que podía llegar era desear que no acabase nunca.
Ella no se inmutaba y continuaba buscando la mirada del camarero para pedir su copa, con un aire de impertinencia. Sus manos continuaban moviéndose de forma independiente a su mirada. Finalmente el camarero le sirvió la copa que había pedido y volvió a la mesa sin dirigirme la mirada. Mis pensamientos tantearon sin un rumbo concreto durante unos segundos, hasta que conseguí aferrarme a la mirada del camarero y pedir mi copa.
Sentía un peso en mi cabeza y una nebulosidad que rondaba alrededor de mi cabeza, cómo si la bebida que había tomado hubiese multiplicado significativamente su efecto. Suerte que no había humo porqué no se podía fumar. Las conversaciones se iban encadenando y yo no podía seguir ninguna. Cabalgaba de frase en frase intentando disimular mi consternación, hasta que vi cómo se levantaba alejándose de la mesa.
Un impulso hizo que a los pocos segundos yo también estuviese levantado caminando detrás de ella. Se dirigía al lavabo de señoras. Entró sin desplazar su mirada a ningún lado ni mostrar el menor intento de girar su cabeza para ver si
alguien la seguía. Tuve mis dudas sobre si debía seguir ese camino, pero se disiparon inmediatamente al comprobar como sus nalgas se ajustaban aún más a sus pantalones. Las costuras de su pantalón ya no estaban visibles, ahora eran únicamente un relieve que quedaba totalmente absorbido por sus nalgas. Continué siguiéndola.
Sin darme cuenta me encontré en el interior del baño de mujeres, extrañamente no había nadie pero sería cuestión de minutos que se presentase alguna fémina. Ella aún no había entrado en el compartimiento individual, seguramente invirtió algunos segundos para verse en el espejo. Al certificar mi presencia apareció algún atisbo de incredulidad en ella, creo que al ver mi mirada de deseo y curiosidad obscena se sintió placenteramente acorralada y continuó caminando hacia atrás hasta adentrarse en el pequeño espacio que se dirigía. Estábamos los dos solos en el habitáculo, sin hablar, mirándonos, oliendo unos aromas que seguramente no serían los más afrodisíacos para el momento. No sabía qué hacer, qué decir, qué tocar, qué besar ni cuál sería la primera pieza que se desprendería de su cuerpo.
Nos besamos, mejor dicho, nos devoramos, llegué a sentir cómo sus dientes chocaban con los míos. Nuestras lenguas recorrían todas las zonas interiores de nuestras bocas, parecían que buscasen alguna cosa de forma desesperada. No recuerdo lo que pudo pasar por mi cabeza, perdí la noción del tiempo y de la situación, dejé que mis manos tomasen la iniciativa y el cuerpo las siguiese. Lo que sí que recuerdo es el tacto de sus pantalones, sentía su piel por debajo de ellos, gracias a mis dedos reconocía nuevamente sus curvas y sus profundidades. Identifiqué la forma de sus nalgas y de sus labios, presos en sus apretados tejanos y envueltos en una delicada lencería seguramente. Cada zona de su cuerpo que acariciaba tenía una temperatura diferente, sus nalgas se calentaban a medida que danzábamos conjuntamente, sus ingles quemaban al sujetarlas con mi mano, y sus labios, sus labios ardían cuando pasaba sobre ellos.
Ella concentraba todos sus movimientos en mis genitales, los atrapaba cuando menos me lo esperaba, circulaba su mano con intensidad sobre ellos y los apretaba en los momentos de mayor placer. Deseaba que introdujese su mano por debajo de mis pantalones, pero parecía que no llegaba nunca ese momento. Pensaba que iba a estallar si continuábamos así durante unos minutos más. No quise bajarle los tejanos, creía que sería atentar con el inicio de toda esta historia y esos pantalones ya formaban parte de su piel, nunca se los arrebataría, sería como despojar a un animal de su preciado pelaje…….dejé que se fuese y me dirigí a la mesa a acabar el último sorbo de mi copa.
Cohllage
Parecía que sus tejanos fuesen su segunda piel. Des de su cintura a sus piernas, podía ver las diferentes partes de su cuerpo bien delimitadas y contorneadas. Hizo un gesto que repitió diversas veces y que me fascinaba observarlo: Ver sus manos agarrando sus pantalones a la altura del cinturón y subírselos con intensidad. En ese preciso momento aparecían todas las comisuras y profundos relieves que las mujeres habitualmente mantienen ocultas. En sólo un instante sentí y absorbí todo aquello que había visto, esto me produjo un leve cambio de temperatura en mi cuerpo e hizo que la noche tomase un nuevo rumbo.
Sus tacones me irían recordando el movimiento de sus nalgas acompasadas. El local era tranquilo, la música jazz sonaba de fondo, y el murmullo de la gente era soportable. Echaba a faltar el humo de los cigarros y los ojos enrojecidos, esto siempre me hacía sentir especial y relajado. No sé por qué. Reconozco que era un ambiente que ayudaba a saborear y disfrutar del aroma de tu combinado, sin prostituirlo con otros olores. Aunque siempre recordaré la frase de un buen amigo: “En este bar huele mal, huele a personas”.
Me levanté de la mesa donde estaba con mis amigos y fui hacia la barra a pedir otra copa. De nuevo me topé con ella, aunque estaba en nuestro grupo de amigos no habíamos estado tan cerca. En esa noche no intercambiamos prácticamente ninguna palabra, sólo se dejó asomar alguna mirada y alguna sonrisa. Me situé detrás de ella con la parsimonia de alguien que espera el turno para conseguir un sorbo de felicidad. No le di la más mera importancia a la situación, hasta que pasó algo que me descolocó totalmente.
Noté cómo una mano topaba con mis piernas y tanteaba insolentemente mis muslos. Sentí que la temperatura de mi cuerpo estalló en unos segundos provocando una rigidez instantánea en mi miembro. Acto seguido inició un recorrido con sus dedos por encima de mis pantalones, alrededor de los genitales, acariciándolos y manoseando. Sus manos despendían un calor insoportable que sumado al ambiente de local provocó que empezase a sudar. El recorrido que trazaba quedaba impregnado en mi mente y deseaba que sus dedos no parasen nunca de moverse, la única conclusión a la que podía llegar era desear que no acabase nunca.
Ella no se inmutaba y continuaba buscando la mirada del camarero para pedir su copa, con un aire de impertinencia. Sus manos continuaban moviéndose de forma independiente a su mirada. Finalmente el camarero le sirvió la copa que había pedido y volvió a la mesa sin dirigirme la mirada. Mis pensamientos tantearon sin un rumbo concreto durante unos segundos, hasta que conseguí aferrarme a la mirada del camarero y pedir mi copa.
Sentía un peso en mi cabeza y una nebulosidad que rondaba alrededor de mi cabeza, cómo si la bebida que había tomado hubiese multiplicado significativamente su efecto. Suerte que no había humo porqué no se podía fumar. Las conversaciones se iban encadenando y yo no podía seguir ninguna. Cabalgaba de frase en frase intentando disimular mi consternación, hasta que vi cómo se levantaba alejándose de la mesa.
Un impulso hizo que a los pocos segundos yo también estuviese levantado caminando detrás de ella. Se dirigía al lavabo de señoras. Entró sin desplazar su mirada a ningún lado ni mostrar el menor intento de girar su cabeza para ver si
alguien la seguía. Tuve mis dudas sobre si debía seguir ese camino, pero se disiparon inmediatamente al comprobar como sus nalgas se ajustaban aún más a sus pantalones. Las costuras de su pantalón ya no estaban visibles, ahora eran únicamente un relieve que quedaba totalmente absorbido por sus nalgas. Continué siguiéndola.
Sin darme cuenta me encontré en el interior del baño de mujeres, extrañamente no había nadie pero sería cuestión de minutos que se presentase alguna fémina. Ella aún no había entrado en el compartimiento individual, seguramente invirtió algunos segundos para verse en el espejo. Al certificar mi presencia apareció algún atisbo de incredulidad en ella, creo que al ver mi mirada de deseo y curiosidad obscena se sintió placenteramente acorralada y continuó caminando hacia atrás hasta adentrarse en el pequeño espacio que se dirigía. Estábamos los dos solos en el habitáculo, sin hablar, mirándonos, oliendo unos aromas que seguramente no serían los más afrodisíacos para el momento. No sabía qué hacer, qué decir, qué tocar, qué besar ni cuál sería la primera pieza que se desprendería de su cuerpo.
Nos besamos, mejor dicho, nos devoramos, llegué a sentir cómo sus dientes chocaban con los míos. Nuestras lenguas recorrían todas las zonas interiores de nuestras bocas, parecían que buscasen alguna cosa de forma desesperada. No recuerdo lo que pudo pasar por mi cabeza, perdí la noción del tiempo y de la situación, dejé que mis manos tomasen la iniciativa y el cuerpo las siguiese. Lo que sí que recuerdo es el tacto de sus pantalones, sentía su piel por debajo de ellos, gracias a mis dedos reconocía nuevamente sus curvas y sus profundidades. Identifiqué la forma de sus nalgas y de sus labios, presos en sus apretados tejanos y envueltos en una delicada lencería seguramente. Cada zona de su cuerpo que acariciaba tenía una temperatura diferente, sus nalgas se calentaban a medida que danzábamos conjuntamente, sus ingles quemaban al sujetarlas con mi mano, y sus labios, sus labios ardían cuando pasaba sobre ellos.
Ella concentraba todos sus movimientos en mis genitales, los atrapaba cuando menos me lo esperaba, circulaba su mano con intensidad sobre ellos y los apretaba en los momentos de mayor placer. Deseaba que introdujese su mano por debajo de mis pantalones, pero parecía que no llegaba nunca ese momento. Pensaba que iba a estallar si continuábamos así durante unos minutos más. No quise bajarle los tejanos, creía que sería atentar con el inicio de toda esta historia y esos pantalones ya formaban parte de su piel, nunca se los arrebataría, sería como despojar a un animal de su preciado pelaje…….dejé que se fuese y me dirigí a la mesa a acabar el último sorbo de mi copa.
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Armando Lopez- Moderador General
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