Adiós, Musa Mía
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Adiós, Musa Mía
Adiós, Musa Mía
Estas fueron las últimas palabras que le dediqué a la mujer que me enseñó a amar. Un día después de nuestra separación surgieron en mi las estrofas que dictarían nuestra separación y aquí les dejo el testimonio de mi pena.
Es difícil dejarte marchar… Difícil dejarte de oír, de mirar tus ojos, de disfrutar tus caricias, tus risas y alegrías. Difícil dejar de abrazar tu alma para curar tus penas, difícil encontrar la fuerza para permitir que vuelvas a volar solitaria y libre…
Aún recuerdo el día de tu llegada, en forma de ave, un ave llena de libertad y belleza. Blanca como el resplandor de las estrellas, hermosa como las más bella de las primaveras. Entonces, frente a mi tu cuerpo cambió, de ave pasaste a ser una mujer, una mujer con ojos de plata, piel de invierno y sonrisa de hada. En aquel momento exacto supe que eras lo que necesitaba, eras la inspiración que buscaba, la ninfa de mis bosques, el amor que esperaba, mi musa.
Los años pasaron y junto a ellos aprendimos a amar, a esperar y respetar, aprendimos que es más importante el cariño que el dolor, que es más fuerte la pasión que el orgullo. Unidos aprendimos lo que la vida nos enseñó, recibimos lo que nos entregó y lloramos lo que nos quitó. Pero ha llegado el día en que la musa de este trovador debe partir hacia un rumbo desconocido, he aquí una despedida inesperada, un adiós doloroso pero… tal vez necesario.
Los cantos que compuse por ti y para ti quedarán por siempre en mi alma, mi bosque recuperó su belleza gracias a ti, ninfa mía, mi corazón volvió a latir y lo seguirá haciendo, esperando… deseando. Los recuerdos de nuestra vida juntos jamás se irán, en la bóveda que forjó nuestro amor quedarán atesorados, protegidos por siempre. Mis versos lloran hoy por ti, temen dejar de cantar, de amar, de existir, yo también lo temo, pero como un día comprendimos, el amor es más fuerte que el temor… que el dolor, que el desamparo.
Veo tu cuerpo bailar por última vez a través de los árboles del bosque que ayudaste a plantar, veo tus lágrimas regarlos por última vez, y tus caricias curarlos, por última vez también. En mi interior está la ilusión, la esperanza de volver a cantar por ti y contigo, pero debo dejarte ir, tengo que dejarte crecer y crecer junto a tu distancia, tienes la libertad de volar nuevamente y posarte en el bosque de otro cantor que necesite inspiración… que necesite una musa con tanto valor, tanta entrega… tanto amor, de ese que sólo tú sabes entregar.
Vuela mi amor, mi ninfa, mi musa, vuela y surca los aires de la eternidad nuevamente, crece y conviértete en una mujer más fuerte y hermosa, vuela y déjate acariciar por el viento, ese viento que seré yo, será mi amor, y mi alma acompañando tus vivencias y travesías, vuela y siéntete nueva otra vez, siéntete bella y buena, perfecta e imperfecta, vuela con tus alas y plumas de nieve y vive.
Yo seguiré cantando en mi bosque, seguiré llorando por tu partida pero agradeciendo el tiempo que me entregaste, la inspiración que regalaste a mis versos, la melodía que hoy suena en cada rincón, en cada árbol, en cada corazón. Viviré también, no te preocupes, cantaré y lloraré por otros, pero en la bóveda siempre estará guardado este sentimiento, se quedará durmiendo por verte llegar algún día nuevamente… con tus alas junto al sol resplandeciente.
Te amo, como jamás amé a nadie, dudo algún día dejar de hacerlo, pero si el tiempo está de mi parte, lentamente podré dejar ese amor descansar en un lugar calmo… Algún día por fin, podrá dormir y esperar.
Adiós, musa mía, hasta pronto. Que tus sentimientos sigan tan bellos y honestos como lo fueron conmigo, que tu alma y tu corazón vuelvan a sentir ese ardor llamado amor, ese deseo llamado pasión, ama y entrega todo a quien creas lo merezca, yo aguardaré en nuestro árbol favorito, componiendo canciones y recitando versos para todo aquel que quiera oírlos y disfrutarlos.
Ruslan
Estas fueron las últimas palabras que le dediqué a la mujer que me enseñó a amar. Un día después de nuestra separación surgieron en mi las estrofas que dictarían nuestra separación y aquí les dejo el testimonio de mi pena.
Es difícil dejarte marchar… Difícil dejarte de oír, de mirar tus ojos, de disfrutar tus caricias, tus risas y alegrías. Difícil dejar de abrazar tu alma para curar tus penas, difícil encontrar la fuerza para permitir que vuelvas a volar solitaria y libre…
Aún recuerdo el día de tu llegada, en forma de ave, un ave llena de libertad y belleza. Blanca como el resplandor de las estrellas, hermosa como las más bella de las primaveras. Entonces, frente a mi tu cuerpo cambió, de ave pasaste a ser una mujer, una mujer con ojos de plata, piel de invierno y sonrisa de hada. En aquel momento exacto supe que eras lo que necesitaba, eras la inspiración que buscaba, la ninfa de mis bosques, el amor que esperaba, mi musa.
Los años pasaron y junto a ellos aprendimos a amar, a esperar y respetar, aprendimos que es más importante el cariño que el dolor, que es más fuerte la pasión que el orgullo. Unidos aprendimos lo que la vida nos enseñó, recibimos lo que nos entregó y lloramos lo que nos quitó. Pero ha llegado el día en que la musa de este trovador debe partir hacia un rumbo desconocido, he aquí una despedida inesperada, un adiós doloroso pero… tal vez necesario.
Los cantos que compuse por ti y para ti quedarán por siempre en mi alma, mi bosque recuperó su belleza gracias a ti, ninfa mía, mi corazón volvió a latir y lo seguirá haciendo, esperando… deseando. Los recuerdos de nuestra vida juntos jamás se irán, en la bóveda que forjó nuestro amor quedarán atesorados, protegidos por siempre. Mis versos lloran hoy por ti, temen dejar de cantar, de amar, de existir, yo también lo temo, pero como un día comprendimos, el amor es más fuerte que el temor… que el dolor, que el desamparo.
Veo tu cuerpo bailar por última vez a través de los árboles del bosque que ayudaste a plantar, veo tus lágrimas regarlos por última vez, y tus caricias curarlos, por última vez también. En mi interior está la ilusión, la esperanza de volver a cantar por ti y contigo, pero debo dejarte ir, tengo que dejarte crecer y crecer junto a tu distancia, tienes la libertad de volar nuevamente y posarte en el bosque de otro cantor que necesite inspiración… que necesite una musa con tanto valor, tanta entrega… tanto amor, de ese que sólo tú sabes entregar.
Vuela mi amor, mi ninfa, mi musa, vuela y surca los aires de la eternidad nuevamente, crece y conviértete en una mujer más fuerte y hermosa, vuela y déjate acariciar por el viento, ese viento que seré yo, será mi amor, y mi alma acompañando tus vivencias y travesías, vuela y siéntete nueva otra vez, siéntete bella y buena, perfecta e imperfecta, vuela con tus alas y plumas de nieve y vive.
Yo seguiré cantando en mi bosque, seguiré llorando por tu partida pero agradeciendo el tiempo que me entregaste, la inspiración que regalaste a mis versos, la melodía que hoy suena en cada rincón, en cada árbol, en cada corazón. Viviré también, no te preocupes, cantaré y lloraré por otros, pero en la bóveda siempre estará guardado este sentimiento, se quedará durmiendo por verte llegar algún día nuevamente… con tus alas junto al sol resplandeciente.
Te amo, como jamás amé a nadie, dudo algún día dejar de hacerlo, pero si el tiempo está de mi parte, lentamente podré dejar ese amor descansar en un lugar calmo… Algún día por fin, podrá dormir y esperar.
Adiós, musa mía, hasta pronto. Que tus sentimientos sigan tan bellos y honestos como lo fueron conmigo, que tu alma y tu corazón vuelvan a sentir ese ardor llamado amor, ese deseo llamado pasión, ama y entrega todo a quien creas lo merezca, yo aguardaré en nuestro árbol favorito, componiendo canciones y recitando versos para todo aquel que quiera oírlos y disfrutarlos.
Ruslan
shamaim- Cantidad de envíos : 399
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sabra- Admin
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Armando Lopez- Moderador General
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