ANÓNIMO FRANCÉS DEL SIGLO XVI
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ANÓNIMO FRANCÉS DEL SIGLO XVI
Coño, no coño, sino pequeña gracia,
tú, coño, placer mío, mi gentil jardincillo
donde no se plantó, pues, ni cepa ni árbol,
hermoso coño, coño de la boca bermeja,
coño, pituso mío, mi pequeña hondonada,
coño rollizo, en forma de bocado,
todo tú recubierto de un rico vellocino
de hebras finas de oro en su justa sazón,
coño con tanta fuerza como poderío,
que puede, él solo, hacer que hasta el goce bostece,
tú, coño que la mano perezosa y lenta
conviertes, cuando quieres, en atrevida y diligente,
coño que ordena al ojo que diga con un guiño
que tiene lo más digno del amor,
y que ordena a la boca que hable del placer
y que revoque todo aburrimiento;
coño, tienes la fuerza y el poder
de agitar y mover un pezón firme;
coño, que no has olido esta dulce batalla,
tú no eres para nada de esos coños furiosos.
Coño, no hay otro coño que te valga,
coño montado encima de unos muslos tan prietos
que eres como un escudo, y avisas del asalto.
Lo que hacemos, decimos, lo que nos ocupa,
queremos, prometemos o afirmámos,
es para ornar tan digno coño;
¡todos te adoran de rodillas!
¡Oh, coño, bello coño, golosina exquisita,
coño que harías reír a un moribundo,
yo dejo a aquellos que desean la mano,
la suya que hacia arriba tiende hoy más que mañana,
y a los que se contentan con mirar;
es un gran bien el no tener deseo;
y en el beso les dejo también abandonados,
y estoy contento de quedarme aquí,
justo a tu vera, coño, a tu servicios,
aquél que es más propicio para mí.
Coño, no coño, sino pequeña gracia,
tú, coño, placer mío, mi gentil jardincillo
donde no se plantó, pues, ni cepa ni árbol,
hermoso coño, coño de la boca bermeja,
coño, pituso mío, mi pequeña hondonada,
coño rollizo, en forma de bocado,
todo tú recubierto de un rico vellocino
de hebras finas de oro en su justa sazón,
coño con tanta fuerza como poderío,
que puede, él solo, hacer que hasta el goce bostece,
tú, coño que la mano perezosa y lenta
conviertes, cuando quieres, en atrevida y diligente,
coño que ordena al ojo que diga con un guiño
que tiene lo más digno del amor,
y que ordena a la boca que hable del placer
y que revoque todo aburrimiento;
coño, tienes la fuerza y el poder
de agitar y mover un pezón firme;
coño, que no has olido esta dulce batalla,
tú no eres para nada de esos coños furiosos.
Coño, no hay otro coño que te valga,
coño montado encima de unos muslos tan prietos
que eres como un escudo, y avisas del asalto.
Lo que hacemos, decimos, lo que nos ocupa,
queremos, prometemos o afirmámos,
es para ornar tan digno coño;
¡todos te adoran de rodillas!
¡Oh, coño, bello coño, golosina exquisita,
coño que harías reír a un moribundo,
yo dejo a aquellos que desean la mano,
la suya que hacia arriba tiende hoy más que mañana,
y a los que se contentan con mirar;
es un gran bien el no tener deseo;
y en el beso les dejo también abandonados,
y estoy contento de quedarme aquí,
justo a tu vera, coño, a tu servicios,
aquél que es más propicio para mí.
Karla Benitez- Moderadora
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