Otra manzana podrida
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Otra manzana podrida
Otra manzana podrida
“¿Qué tenía que haber hecho?”, me pregunta mi compañera Marta Ricart cuando llega a la redacción. Estaba, más que alterada, ligeramente angustiada por no encontrar respuesta a esa pregunta, máxime ella, una periodista social que ha ahondado en más de una ocasión en el infame mundo de la violencia de género. Yo tampoco tengo una respuesta clara ante lo que vivió en el autobús. Reproduzo aquí lo que Marta me contó:
“Está claro que el machismo no tiene edad ni fronteras. En el bus, iba una pareja asiática, de unos 20 años, muy monos y modernos ambos, aunque él con cierta pinta de matón…El joven se puso a leer los wasap del teléfono de ella, quien intentaba quitárselo sin éxito. Él la recriminaba lo que iba leyendo, mientras iba subiendo el tono. Aunque no se comprendía que decía, estaba claro que los celos le estaban poniendo violento. Muy cabreado iba dando golpes al móvil y ella, aguantando el chaparrón.
Una pareja que estaba frente a mí y yo nos mirábamos y les mirábamos, entre el miedo y la duda, sin saber qué hacer, si intervenir o esperar a que ella cruzara la mirada con nosotros, se echara a llorar o se levantara y se bajara dejándole plantado. O a que tras una de esas recriminaciones chulescas viniera un golpe…
Se bajaron tres paradas antes que yo y me siento fatal por no haber intervenido. Al menos por no haberle dicho,”tío, esto no se hace” o haberle amenazado con un “¡a que llamamos a la policía!”. O haberme dirigido a ella para decirla, “chica déjalo, esta manzana te ha salido podrida, búscate otro novio”.
Se han ido acera abajo, ella, caminando lentamente bajo su paraguas y él, delante, llevado por mil demonios, chorreando bajo la intensa lluvia. ¡Magro consuelo!”
Celeste López
“¿Qué tenía que haber hecho?”, me pregunta mi compañera Marta Ricart cuando llega a la redacción. Estaba, más que alterada, ligeramente angustiada por no encontrar respuesta a esa pregunta, máxime ella, una periodista social que ha ahondado en más de una ocasión en el infame mundo de la violencia de género. Yo tampoco tengo una respuesta clara ante lo que vivió en el autobús. Reproduzo aquí lo que Marta me contó:
“Está claro que el machismo no tiene edad ni fronteras. En el bus, iba una pareja asiática, de unos 20 años, muy monos y modernos ambos, aunque él con cierta pinta de matón…El joven se puso a leer los wasap del teléfono de ella, quien intentaba quitárselo sin éxito. Él la recriminaba lo que iba leyendo, mientras iba subiendo el tono. Aunque no se comprendía que decía, estaba claro que los celos le estaban poniendo violento. Muy cabreado iba dando golpes al móvil y ella, aguantando el chaparrón.
Una pareja que estaba frente a mí y yo nos mirábamos y les mirábamos, entre el miedo y la duda, sin saber qué hacer, si intervenir o esperar a que ella cruzara la mirada con nosotros, se echara a llorar o se levantara y se bajara dejándole plantado. O a que tras una de esas recriminaciones chulescas viniera un golpe…
Se bajaron tres paradas antes que yo y me siento fatal por no haber intervenido. Al menos por no haberle dicho,”tío, esto no se hace” o haberle amenazado con un “¡a que llamamos a la policía!”. O haberme dirigido a ella para decirla, “chica déjalo, esta manzana te ha salido podrida, búscate otro novio”.
Se han ido acera abajo, ella, caminando lentamente bajo su paraguas y él, delante, llevado por mil demonios, chorreando bajo la intensa lluvia. ¡Magro consuelo!”
Celeste López
Estrella- Cantidad de envíos : 2057
Puntos : 47950
Fecha de inscripción : 19/07/2013
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