¡EL MISTERIO DE LA NAVIDAD!
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¡EL MISTERIO DE LA NAVIDAD!
¡EL MISTERIO DE LA NAVIDAD!
- Hola Sebastián
- Hola
- A que juegas, puedo?
- No
- No puedo?
- No, no digo que no puedas; digo que no estoy jugando…..
- Y entonces que haces?
- Estoy armando el pesebre, mi pesebre - Sebastián se encontraba dibujando en el escritorio de su padre.
- Como? Tan pronto? Pero si apenas estamos en octubre.
- No importa necesito tiempo.
- Tiempo? Tiempo para que?
- Tiempo, si; tiempo para montar las fichas correctamente.
¡Esta vez no puedo fallar!
Resulta, que Sebastián llevaba tres laaaaaaaargos años intentando armar el pesebre perfecto, pero el suponía que cada intento, lo alejaba mas y mas de la meta ; su meta... hallar la ficha clave que lo llevara a encontrar la respuesta... ¡Si! su respuesta. Sebastián se preguntaba : “Será Papa Noel? Será el Niño Dios, será el Ratón Pérez, serán nuestros padres? Yo que sé?” Una y otra vez se hacia la miiiisma pregunta. Tres años atrás Sebastián y su hermanita la pequeña Súsan, junto a sus padres, armaron un enoooorme pesebre de Navidad; se sentía emocionado de solos pensar lo que dirían sus compañeros del colegio, sus amigos y por supuesto Juliana, la niña de ojitos verdes que vivía desde hace poco frente a su casa, cruzando la calle. Juliana se había mudado al vecindario, tan solo uno meses antes; antes de empezar la Navidad.
Juliana era la sensación de todos los chicos amigos de Sebastián; era tal su popularidad que incluso, había sido invitada por los padres de Sebastián a la Novena de Navidad que iban a rezar en su propia casa.
Antoine, el padre de Sebastián, trabajaba en una fábrica de la ciudad. Viajaba desde el pueblo a la terminal , todos los lunes en la madrugada muy temprano para tomar el tren que salía a las cuatro de la mañana, llevando siempre consigo en una cesta de mimbre, un pequeño termo con chocolate caliente , una manzana y un par de sanduches de pollo con jamón, la especialidad de Sofía, la madre de Sebastián; La familia despedía cada lunes al jefe de la casa , con la esperanza de verlo antes del sábado en la noche , como de costumbre, cuando regresaba al pueblo en el tren de las 5, después de 3 laaaaaargas horas de viaje. Antoine, antes de llegara a la casa, como de costumbre, pasaba un rato a visitar a su madre, la abuela de Sebastián ; la señora Antonia lo acogía entre los brazos como si aun fuera un chico y le preparaba siempre siempre, una colada espesa espesa de avena con leche, acompañada de un par de buñuelos, de galletas o pandebonos ; como siempre, por el afán de salir, se quemaba la lengua con la colada y ahí, justo ahí como siempre, aparecería en escena el abuelo de Sebastián, el Señor Francisco.
- Tú no necesitas una colada, eso es para los niños; tu lo que necesitas es una cerveza bien fría, como todo un campeón.
- Campeón, y dale con el cuento del campeón. Francisco, hasta cuando vas a entender que el muchacho no va a ser un campeón en ningún deporte; Antoine solo tiene tiempo para su trabajo, para sus padres y para su familia ; él en eso si que es un campeón; como padre de su hermosa familia, como esposo amoroso y como nuestro hijo , ya es un ganador! como él no hay nadie igual….
- Eso Antonia, ese es mi hijo, todo un campeón, salud!
- Salud, papa!
- Bueno , bueno ya está bien de celebraciones , deja que el muchacho tiene que irse, su familia lo espera!
- Esta bien abuela; pero primero, ven acá muchacho, dame un abrazo y un beso de despedida…….
- Claro pá; nos vemos el próximo sábado! Chao má, y gracias por la colada, me llevo los buñuelos para los niños, adiós……
Así, eran todos los sábados la misma rutina ; además de los buñuelos de la abuela , Antoine llevaba en su equipaje unas golosinas exquisitas que compraba en una tienda de la estación de tren de la ciudad, que no tenia sucursales. Almendras de colores rellenas de chocolate y miel para la pequeña Súsan ; croquetas de queso envueltas en laminas de bocadillo para Sofía y por supuesto, los delfines de arequipe bañados en trocitos de cereza para Sebastián, de esos que tanto le gustaban.
En la Navidad de ese año, al señor Antoine como siempre, se le veía orgulloso de su pesebre; había invertido cuatro domingos seguidos en su diseño y construcción, ayudado por toda la familia.
El pesebre tenia una dimensión de 8 metros cuadrados por un metro de alto; estaba adornado en sus costados por una serie de mariposas de todos los colores, que habían sido suspendidas como volando de techo del garaje ; estaba rodeado de una variedad de plantas de tooooodos los tamaños que eran propiedad de la señora Antonia, la abuela de Sebastián; un camino laaaargo y empinado surcaba en zigzag toooooodo el paisaje, un lago inmenso empotrado en la bañera de plástico de la pequeña Súsan, había sido dispuesto en todo el centro del pesebre inundado por animalitos de madera de los que elaboraba el señor Antoine en la fabrica de juguetes donde trabajaba; casitas grandes y pequeñas estaban alineadas a lado y lado del camino; camino colmado de docenas de rebaños de cabras y ovejas, vacas y bueyes arreados por sus dueños, los pastorcillos; al final del camino en lo mas alto, el señor Antoine había armado una chocita de cartón del tamaño de un balón de fútbol, sobre una base de madera repleta de papelitos de revistas que la pequeña Súsan y Sebastián habían ayudado a cortar y a pegar; y le instaló en el techo una estrella gigante de cristal que iluminaba con su luz todo el panorama.
El mismo señor Antoine se encargó de moldear, tallar y pulir con sus propias manos las figuras de la virgen María , de San José; del burro y el buey, de los pastorcillos , de los tres reyes magos, Gaspar, Melchor y Baltasar; hasta los Ángeles y arcángeles los talló con sus propias manos ; y desde luego, también la pequeña figura envuelta en pañales del Niño Dios sobre una hermosa cesta de cristal que hacía ver aún más hermoso y grandioso todo el pesebre; las lucecitas en las casitas, en el lago, en el camino, iluminaban intermitentes todas las noches el hermoso pesebre.
La familia de Sebastián feliz con su labor, repartió docenas de invitaciones por todo el vecindario; nadie estaría por fuera de la celebración; hasta los vecinos judíos que vivían al final de la calle y la familia pobre de Andrés Juan, cuyos padres se la pasaban peleando, gritando y discutiendo habían sido invitados; todos ellos se reunirían sin falta a las siete y treinta de la noche frente al garaje de la casa de Sebastián para rezar la Novena de Navidad ; y el papá de Sebastián gritaba emocionado: “La Navidad es una gran fiesta es tiempo de celebrar! Vamos, todos a cantar”. Bebidas de fruta, bizcochuelos y golosinas , buñuelos y galletitas, tortas y pasteles y hasta copas de vino que sonaban con cada brindis, se repartían sin cesar; y toda la vecindad cantando y palmoteando disfrutaba del espectáculo que brindaban las lucecitas de colores prendiendo y apagando, que noche tras noche, en medio de una atmósfera de paz iluminaban el pesebre, contagiándolos de la alegría de compartir, de vivir y de soñar… ¡La Navidad!.
Pero aun así, no todo era fiesta y felicidad; pues los padres de Andrés Juan no creían en la navidad, y la familia judia de Daniel no le permitía disfrutar de la novena, ya que consideraban como una fiesta pagana la celebración de la Navidad; tan poco estaba en la casa de Sebastián ni Juliana, ni sus padres y mucho meno sus hermanitos menores ya que todos ellos no celebraban nunca la llegada del Niño Dios.
Sebastián por su parte, se encontraba encerrado en su alcoba; él no quería saber nada de la fiesta y no sabía tampoco que sus padres si habían invitado a Juliana y por eso se encontraba muy triste, ya que no la había visto en toda la noche y pensaba : “ Tanto esfuerzo, tanto trabajo, tanto cortar y pegar papel, tanta ilusión que tenia de que Juliana viniera a ver nuestro pesebre y para que?, para nada; yo que quería que Juliana me admirara y se sintiera orgullosa de mi, de su Sebastián; y nada, mis padres no la invitaron ahhhhhhhhhhh!
Y Sebastián empezó a llorar y a llorar en silencio…
Cuando de pronto…
- Toc toc ….- Sebastián, estás ahí? – era Sofía, su madre.
Y Sebastián asustado, se escondió bajo su cama para secarse las lágrimas.
- Toc toc … Sebastián abre la puerta, se que estas ahí! – gritaba su madre – Sebastián! - gritaba cada vez mas fuerte, sin pensar que la podrían escuchar sus invitados.
- Sebastián abre la puerta o si no…
- Mami mami!
- Que mami ni que mami, Sebastián abre la puerta!
- Mami soy yo – era la pequeña Súsan, halándole por el vestido.
- ¡Ah! Hola pequeña, que pasa?
- Eso te pregunto yo… que te pasa?
- Que qué me pasa?, pues que estoy furiosa; Sebastián se encerró en su cuarto y no quiere abrir la puerta.
- Aaaahhh! Es eso.
- Si eso! – y gritó de nuevo – Sebastián!
- Mami ya cálmate, recuerda que estamos en Navidad.
- Esta bien pequeña; perdóname; pero es que…
- Pero es que nada, ya cálmate y… ven, que quiero contarte algo.
Y la pequeña Susan la llevò de la mano a su cuarto, susurrándole al oído: “Yo sé lo que le pasa a Sebastián”.
- Cómo, còmo, còmo, còmo?
- Que yo se que es lo que le pasa a Sebastián mamá.
- Sí ya te oí; pero que és? Le pasó algo a Sebastián? – y empezó a gritar de nuevo.
- No mami, no es eso; cálmate ya y deja de gritar o sino no te cuento…
- Esta bien pequeña, me calmo; pero cuéntame, ¿qué es lo que pasa?
- Pasa que Sebastián esta llorando, por eso esta ahí en su cuarto encerrado.
- Còmo? Llorando? Acaso esta enfermo? No! Soy una mala madre! Què le pasa a mi hijo? Sebastián que te pasa? Y comenzó a correr por toda la habitación…gritando sin parar.
- Mamaaaaaaaá!
- Ahhhhhh?
- Mamá ya cálmate!
- Mi hermano no esta enfermo ni nada, lo que pasa es que está llorando por que piensa que mi papá y tú no invitaron a Juliana ni a su familia a rezar la novena.
- Còmo, còmo, còmo, còmo?
- Que como no ha visto a Juliana en toda la noche, el pensó que no la habían invitado y por eso esta muy triste porque así no va a poder ver el pesebre en el que taaaaaaaaanto trabajó durante las últimas semanas.
- Ahhh! Es eso; Pero y acaso… tu no le dijiste que yo misma fuì a repartir las invitaciones…
- Mmmmmm, no!
- No? Y porqué?
- Porque con lo del arreglo de la casa para recibir a los invitados… se me olvidó…
- Que, què?
- Que los jugos, que los postres, que las sillas, que los juguetes, que los regalos…
- Ya, ya, ya, ya, ya, ya está bien, no sigas, te entiendo; ven, vamos a hablar con tu hermanito…
- Yo? Yo no voy! Ve tú; donde Sebastián se entere que sí habían invitado a Juliana y que no le conté es capaz de darme un pellizco que me dure por lo menos tres temporadas de los Simpson.
- Bah! Exagerada; bueno, entonces voy a buscar la llave del cuarto de Sebastián.
- ¡Aquí estaaaaaá!
- ¡Súsan! De donde la sacaste?, ya te he dicho que no cojas las cosas de tu hermanito .
- Yo no he visto nada, lero lero, no he visto nada, lero lero candilero…
- ¡Súsan… ya basta!
- Lero lero… candilero… ahí te las dejo… lero lero…
Y entonces Sofia, se dispuso a abrir la puerta del cuarto, cuando de pronto escucho el ruido como de un cañón - ¡¡¡pruuummm!!!
Sofía se asustó tanto que soltó la llave de la puerta y exclamó:
- Oh Sebastián que te ocurre?- y entonces aterrada tomó de nuevo la llave, como en cámara lenta para girar la perilla y la puerta… se abrió… Sofía miró por el pequeño espácio a través de la puerta, y no veía nada, pero tampoco se atrevía a entrar, y mucho menos a pedir ayuda; estaba paralizada… no sabia que hacer sin embargo acercó la cabeza aún mas sin dar ni un solo paso; la puerta seguía entre abierta; la luz del cuarto estaba apagada; sus ojos solo podían ver sombras y una luz tímida que entraba por la ventana de la habitación. Cuando de un momento a otro, una figura pequeña envueltas en sabanas , empezó a levantarse del suelo cerca a la ventana; era pequeña, es cierto; pero Sofía al verla pensó que era gigantesca, enorme; Sofía estaba congelada, petrificada; sus manos le templaban; las piernas se le doblaban, sus dientes empezaron a sonar… traca, traca, traca, traca… el sudor le caía a chorros por la frente, por el cuello, por el pecho… la figura tenebrosa que estaba viendo, de repente comenzó a caminar lentamente de un lado a otro como borracho, se tomaba la cabeza con las manos, o bueno eso le parecía; parecía un fantasma de las películas de terror, y entonces…
La extraña figura lanzo un extraño gemido…
- Ay ay ay ay ay ay ay ay! Y Sofía al escucharlo gritó…
- Ahhhhh! Sofía aterrada, ni se movía y empezó a gritar de nuevo -- Ahhhhh!
- Mamá ya cálmate! soy yo Sebastián.
- Sebastián gracias al cielo! estás bien? que tienes, estás herido? - - Háblame hijo, que te pasa? Háblame!
Sofía mirando a su hijo, lo examinó tocándolo por todas partes y le quitó desesperada las sabanas de encima.
- Ya basta mamá! estoy bien, no me pasa nada, ya calmate!
Y Sofía soltó un suspiro…
- Esta bien, esta bien; pero dime… oí un ruido espantoso que fue lo que pasó, ¿está llorando?
- Llorando? Nooooo… nada de eso, es solo que…
- ¿Qué, qué, dime, cuéntame!
- Es solo que quería bajar por la ventana con la ayuda de unas sabanas amarradas a la cama pero cuando quise lanzar las sabanas al vació me tropecé con el seguro de la ventana y ¡zas! La ventana me cayó en encima enviándome a la lona de un solo golpe; luego cuando me quise levantar estaba todo mareado y envuelto en sabanas y no sabia donde estaba y de pronto escuché tus gritos y claro, ahí me di cuenta de lo que había pasado… el resto tú ya lo conoces mamá… ay ay ay ayyy! - Sebastián no dejaba de quejarse.
- Te duele? Déjame verte, mírate, estabas llorando te rompiste la cabeza o que?
- Nooooo mama déjame que me duele ay ay ay ay supongo que las sabanas amortiguaron el golpe, pero ya estoy bien mamá.
- Pero mijo, estaba preocupada entiéndeme.
- Si, si, si pero ya pasó mamá, estoy bien; pero dime, ¿ya se fueron todos?
- Que si ya se fueron? Nooooo… como se te ocurre; si ni siquiera hemos comenzado la novena; precisamente para eso te estaba buscando.
- Buscándome, y para que?
- No te hagas, sabes bien que a ti te corresponde leer la oración para todos los días y además ya sé porque estabas llorando.
- Llorando… llorando yo? nooooo.
- Si, llorando, se que estás muy triste porque Juliana no ha llegado.
- Juliana, que Juliana mamá?
- No te hagas, ya lo se todo un pajarito me lo contó.
- Pajarito? ningún pajarito debió ser la lengüilarga de mi hermana ya veras como la voy a dejar…
- Sebastián ya basta, tu hermanita no tiene nada que ver. Se que tu piensas que tu padre y yo no habíamos invitado a Juliana y a su familia a la novena, pero te equivocas, yo misma le entregué a su madre la invitación y no sabemos porque no han venido todavía.
- Mamá yo…
- No te preocupes; ya mismo me voy para su casa a ver que pasó.
- No mamá, no es necesario, yo estaba pensando en ir personalmente a invitarla pero como me cayó la ventana encima…
- Si, entiendo; ahora, si quieres te acompaño?
- No mamá, yo voy a ir solo; no creo que Juliana al verme contigo me diga la verdad; por eso prefiero que te quedes en casa.
- Esta bien ve… pero no te demores, mira que ya estamos atrasados para comenzar.
- Gracias, y perdóname por haberte asustado…
- No es nada hijo; vamos, corre…
Sebastián no tardó mucho en reponerse del golpe y como de un solo brinco, se encontraba ya frente a la puerta de Juliana y pensaba:
“Hummmmmmmmmm!, y ahora que le voy a decir… estaré bien peinado… como me veré? ” y Sebastián al sacudir su traje nuevo se empinó para verse en el pequeño espejo que tenia la puerta de la casa de Juliana se arregló el cabello, se miró y aprobó lo que veía y se dispuso a tocar el timbre, cuando de repente la puerta empezó abrirse lentamente…
Sebastián se había quedado con el brazo estirado hacia el timbre y parecía congelado, como de piedra y con los ojos bien abiertos y ni siquiera parpadeaba, y de repente escuchó una voz grave y ronca como de tenor, que salía desde el interior de la casa.
- Se te ofrece algo muchacho?
Y Sebastián no respondió y la voz volvió a hablar…
- Dije que si se te ofrecía algo muchacho?
Y Sebastián aterrado y sin saliva en la garganta quiso salir corriendo pero… una mano fuerte lo atrapo por sorpresa…
- Muchacho que te pasa? pareces una estatua… le preguntó y en ese momento se escucho una voz suavecita como la de una princesa: “Papi ya te vas? bueno que te valla bien en tu viaje, nos vemos el 24,….. Te espero… y Sebastián reconocería esa voz aunque estuviera en un estadio colmado de gentes. Era la única voz que escuchaba en esos tiempos; a veces la escuchaba hasta cuando su profesora le pedía los deberes y era esa la única voz que podría devolverlo a la realidad. Era la única voz que podría inyectarle nueva vida a su corazón paralizado… pum pum bis, pum pum bis
Y la voz volvió a preguntar: “Juliana, hija tu sabes quien es el chico que esta paralizado frente a la puerta?
Sebastián no veía nada aunque tenía los ojos bien abiertos, el solo escuchaba y sentía…
- Como papi, de que me hablas? dijo de nuevo la voz de princesa.
- De este muchacho hija que no me quiere dejar salir
Y la princesa, digo, juliana apareció de pronto en el recibidor de la casa agitada acabando de bajar las escaleras
Y el corazón de Sebastián palpitó con mas fuerza pum pum bis pum pum bis pum pum bis pum pum bis
- Ah! claro papi, es Sebastián, el amigo de la casa del frente, te acuerdas? te lo presento y Sebastián pensó: “Cómo, Juliana le hablo de mí a su papa? Aaaaaaaggghhh… y ahora donde me meto? y su corazón estaba a punto de estallar pum pum bis, pum pum bis…
- Ah ya! Hola Sebastián - le dijo apretándole la mano sin dejar de agitarle el brazo - Soy Robert, el padre de Juliana mucho gusto y este, lo lamento estoy deprisa; debo tomar el vuelo de las 10 hacia New York; esteeeee… cuestiones de trabajo… comprendes no, pero no te preocupes, estaré de vuelta el proximo 24 al anochecer y si quieres podremos conocernos mejor…
Y Sebastián pensó: ¡Oh no! conocernos mejor? estoy perdido…
- Bueno me voy chao princesa, un beso , ya sabes… nada de fiestas hasta la Noche Buena… ¡vamos a esperar a Papa Noel no! ya sabes a la cama temprano… adiós…
- Chao papi, nos vemos! - gritó la princesa.
Mil pensamientos pasaron por la cabezada Sebastián en ese momento. El padre de Juliana lo había saludado efusivamente sin saber porqué y pensaba: “Será que ya sabe que Juliana y yo …
Tonterías son puras ideas mías no más. Una niña educada, debe tener un padre educado. Claro! debe ser eso! Ideas mías no mas!...
Y Sebastián quien a esas alturas y después de semejante sacudida, ya no parecía una estatua, si no mas bien un muñeco de caucho a punto de derretirse, el corazón le empezó a palpitar cada vez mas y mas lentamente… pum pum ... pum pum… pum…
- Bueno ya esta bien, Sebastián, deja ya de bromear, y dime que haces a estas hora por aquí?
- Yo estee… - Sebastián recuperando el aliento le contestó:
- Vine a traerte este humilde obsequio…
- Bueno parala ya profesor Jirafales. Y por cierto… muy linda tu corbata…
- Mi corbata? Ejem.. te gusta?
- Esteeee…sí, pero no estaba hablando sobre la corbata. Dime, que haces aquí?
- Pues la verdad, había pensado que mis padres no te invitaron a rezar la novena con nosotros, digo, a ti y a tu familia no? Y que por eso no habías pasado por mi casa; pero esta noche me enteré que mi mamá le entregó a tu mamá la primera tarjeta de invitación. Así es de que… vine para recordarte que estamos esperando tu visita, digo, tu visita y la de tu familia no?
- Esteeee… sí! Solo que mi madre cuando la recibió le dijo a tu mamá que cuando llegara mi padre decidirían si podían ir.
- Bien y entonces?
- Pues bien, ya viste mi padre tuvo que salir de viaje de nuevo, mi madre decidió no ir…
- Y por qué no?
- Porque de donde es mi papá no se celebra la navidad como aquí. Allá en su país no se reza la novena; de hecho creo que hasta no creen en el Niño Dios, solo se cree que el Papá Noel trae los regalos en Nochebuena.
- Cómo, cómo, cómo, cómo?
- Qué, no me oíste o es que te estás haciendo el sordo?
- Nooooo! no es eso, solo que … me parece increíble!
- Increíble? Increíble porque?
- Porque no sabia que en el país de tu papa no creen en el Niño Dios y que, mucho menos que piensan que es Papá Noel el que trae los regalos en Navidad, siendo que Papá Noel no existe, es tan solo una fábula inventada quien sabe por quien!
Oh oh! Sebastián estas pisando en terreno minado; tu no conoces bien a Juliana, cuidado….
Fábula inventada? pues no! Papa Noel es real, y para que veas que sí, vamos a ver la chimenea que hizo construir mi papá para que el próximo 24 en Nochebuena, Papá Noel entre y deje los regalos bajo el Árbol de Navidad vamos….
- Como Juliana? No puedo creerlo; tu también piensas que Papa Noel con lo gooooordo que lo pintan, podría entrar volando por una chimenea con su enooooorme traje rojo con blanco sin siquiera despeinarse ni ensuciarse su barba blanca? Cómo se te ocurre Juliana… ni siquiera existe. Papa Noel no es nada más que una fábula inventada por alguien que no sabe que el Niño Dios es quien trae los regalos la Noche de Navidad, por favoooor Juliana!
- ¡Sebastián! no te permito que te burles de mí, y mucho menos que te burles de Papa Noel y muchísimo menos… en mi propia casa, no señor; te vas ahora mismo de aquí!
- Juliana, pero no entiendes, Papa Noel no existe….
- Que que? Y vas a seguir? te vas, te vas ahora mismo, sal de mi casa en este momento!
- Juliana pero….
- Pero nada! Tú, y tu familia, y tu famosa novena de Navidad se pueden ir a la mismísima conchinchina...
- Pero Juli….
Cállate Sebastián! a mí y a mi familia y a Papa Noel nos respetas, y ahora te vas o te saco a escobazos de mi casa!
- Esta bien, esta bien Juliana perdóname… ya me voy… yo no quería ofenderte…
- Silencio! Vete! vete y no vuelvas más por aquí, no te quiero volver a en mi vida! y… ¡prummmmm! Juliana lo agarro como una fiera por su traje nuevo y lo echó como a un perro de su casa, lanzándolo hacia las escaleras y cerrándole la puerta en las narices y así, se acabaron las ilusiones de Sebastián, después de esto no podría llevar a Juliana a su casa para que se admiraaaaara de su pesebre y se sintiera orgulloooooosa de él y del trabajo que tanto le había costado… ahora ya no había nada que hacer.
- Uuuuyyyy pero que carácter susurro Sebastián y pensó: “Que fuerza la que tiene, si hasta parece una leona en celo!
Yo te dije Sebastián, estabas parado en terreno minado a punto de estallar. Te lo dije Sebastián. Y Juliana abriendo de nuevo la puerta cerró con broche de oro tooooda la escena.
- Por cierto ahí te devuelvo tu humilde obsequio, Maistro Longaniza le gritó con rabia lanzándole las rosas del florero de su madre.
No solo tiene carácter, Sebastián; Juliana también tiene un finísimo sentido del humor.
- Y tú, que haces ahí fisgoneando como una chismosa!- le gritó Sebastián a la pequeña Súsan.
- Yo?, yo nada , ya me voy…
- Te vas? Ningún que te vas, dime ahora mismo que estabas haciendo ahí entre los arbustos, no deberías estar en la casa rezando la novena? - y Sebastián agarró a su hermanita por el brazo apretándola bruscamente.
- Contesta bellaca, contesta!g
- Naaada Sebas, solo que mi madre me envió a buscarte porque no llegabas, pero te juro que yo no vi nada…seguro no vi nada…
- Mas te vale, y espero que así sea, porque donde yo me entere que le has dicho a alguien una sola palabra … ya sabes lo que te espera.
- Si si Sebastián, ya se: un pellizco tan fuerte tan fuerte que me va a durar por lo menos 3 temporada de los simpson
- Exacto! ya sabes, mucho cuidado…
- Si! Pero ya suéltame, me haces daño
La pequeña Súsan sabia que Sebastián hablaba en serio; así es de que no te expongas pequeña Súsan no te expongas….
La Nochebuena de ese año paso si mayores contratiempos. La familia de Sebastián, se reunió en torno al pesebre, en compañía de los abuelos y también de las familias del vecindario, aunque solo algunas; pues Andrés Juan y sus padres salieron de casa muy temprano, no se sabe para donde; los familiares de Daniel se habían encerrado desde hace dos días en su propia casa, haciendo que ¿ no se sabe? Y Juliana, sus hermanitos menores, y sus padres, esperarían la llegada de Papa Noel con tooodos sus regalos.
Otros vecinos de Sebastián habían viajado a pasar la Nochebuena con el resto de sus familias, incluso fuera el ciudad; total, esta noche de navidad no será la excepción ; como tantas otras Noche- buenas rezarían la novena, disfrutarían de la cena, de los bizcochos , del vino… de todo; al filo de la media noche se repartirían los regalos , los abrazos seguirían con las respectivas oraciones y las buenas intenciones , o sea nada nuevo, como de costumbre , esta Navidad seria como tantas otras de no ser porque a Sebastián se le ocurrió una idea que mas tarde cambiaría por completo con las tradicionales celebraciones de Diciembre efectivamente.
- Sebastián, hijo! Baja, que ya vamos a comenzar a entregar los regalos, Sebastián?-Sofía, su madre lo llamaba desde la cocina.
- Ya voy mamá! - contestó Sebastián- estoy trabajando en algo…
ya bajo!
- Esta bien! pero no te demores…
Sebastián, desde la víspera de Nochebuena se la pasaba encerrado en su habitación, mirando por la ventana hacia la casa de Juliana, su gran amiga; le gustaba mucho escribir y desde ese día comenzó a idear la manera de celebrar la Navidad de una forma diferente; porque? porque al ver la reacción que tuvo Juliana cuando la invitó a rezar la novena, Sebastián entendió que no todas las personas creen en lo mismo;
Ahí estaban las familias de Daniel y Andrés Juan por ejemplo: algunos piensan que es Papá Noel el que trae los regalos; otros creen que es el Niño Dios quien los trae; hay algunos que piensan que solo los padres de familia son quienes compran los regalos; en fin, Sebastián entendió que al igual que su amigo Daniel viene de una cultura distinta en donde no celebran la Navidad, hay otros que como la familia de Andrés Juan, que creen que esta época es solo una estrategia de los comerciantes para vender mas artículos de sus tiendas…
Cada persona piensa de una manera diferente; dependiendo de donde vengan; y todas, todas estas observaciones pasaban constantemente por la cabeza, por la mente de Sebastián y Sebastián escribiéndolas en su diario se preguntaba una y otra vez porqué? Porque no puede haber ni siquiera una época del año en donde no se noten las diferencias.
Una época en donde todo el mundo independientemente de su raza, su condición social, o la posición económica en la que están puedan celebrar juntos, un acontecimiento único que cambio radicalmente el curso de la historia… y Sebastián se preguntaba una y otra vez porqué? Porque todas las personas piensan primero en si mismos, sin importar nunca los intereses de los demás, porqué las personas son tan egoístas? Porqué? No se dedican mejor a compartir lo mucho que poseen? Porqué no entienden que hay mas felicidad en dar que en recibir… porque no comprenden que los niños del mundo no tenemos la culpa, de sus peleas y discusiones; porqué, porque no se van con sus guerras para otro planeta, y nos dejan vivir en paz en nuestro mundo, un mundo, que tiene de todo para todos o si no que vean el “DISCOVERY CHANNEL” ¿Porqué? Porqué no permiten que los niños de todo el mundo vivan tranquilos, como debe ser, en armonía con el universo, en armonía con el planeta, sin destrucciones, sin injusticias; porqué no permiten que los niños del mundo se desarrollen felizmente y que puedan crecer con la posibilidad de construir un futuro mejor… ¿Porqué?
Y Sebastián llevaba varias horas escribiendo preguntas como estas en su diario y aun más estaba dispuesto a encontrar la respuesta, su respuesta!
- Sebastián? Donde estás que hubo que no bajas a entregar los regalos?
Voy mamá, ya voy!- contesto Sebastián-
Sebastián, como hermano mayor, como de costumbre en las ultimas Nochebuenas era el encargado de entregar los regalos en la familia. Sebastián se sentaba junto al pesebre y comenzaba a llamar a cada uno de los invitados; al terminar, elevaba una oración al cielo, pidiendo al altísimo para que ojalá todos los niños y niñas del mundo pudieran compartir como ellos, una esplendida Noche de Navidad repleta de regalos… que ojalá tuvieran como ellos, la posibilidad de disfrutar de una cena como la que ellos tenían…
Que ojalá todos los niños y niñas del mundo compartieran con su padres y familias un momento tan maravilloso como el que ellos tenían y que ojalá todos los niñas y las niñas y los padres y las madres y los abuelos y todas las personas que ahora estaban solas, encontraran a alguien que los acompañara, encontraran a alguien que los amara y encontrarán a alguien a quien amar con toda la fuerza de su corazón….
Y Sebastián, con lágrimas en los ojos al igual que la mayoría de los allí presentes, terminó la oración diciendo:
- “Señor Dios, te lo pedimos por favor! y todos contestaban en coro:
- “Te lo pedimos Señor! Amén”.
Hermoso, verdad? Pero para Sebastián, la pregunta permanencia ahí, inconclusa, sin respuesta…
- ¿Hasta cuando señor, hasta cuando?
Y La siguiente navidad pasaría sin pena ni gloria; y la siguiente también todo igualitico como de costumbre.
La familia de Sebastián construiría el pesebre ; el señor Antoine, invertiría los mismo 4 domingos en su nuevo diseño; intentaría impresionar de nuevo a toda la vecindad; y claro lo conseguiría, Sebastián y la pequeña Súsan , montarían estratégicamente todas las figuras ; la señora Sofía se encargaría como siempre de sur retoque final, y Sebastián se hacía las mismas preguntas de todos los años; las escribiría en su diario; pero como siempre, la respuesta nunca llegaría: “¿Será Papa Noel… será el Niño Dios, será el Ratón Pérez serán Nuestros padres?...”
Sebastián no entendía porque para unos era tan difícil aceptar el hecho de que había una sola persona encargada de repartir los regalos de Navidad.
Para el solo existía el Niño Dios; para Juliana solo existía el Papa Noel; para Daniel y su familia la Navidad aun no se podía celebrar, porque para ellos, el Mesías o sea su salvador, el libertador de Israel no había nacido aún, es decir aún estaba por llegar; para Andrés Juan fuera el que fuera, solo importaba que en esta época pudiera recibir aunque sea un solo regalo de Navidad como todos los niños de la vecindad. Andrés Juan y su familia eran taaaan pobres que no tenían ni para comprar el Árbol de Navidad. El padre de Andrés Juan, decía: “Y para que sopa si no hay cucharas…”
Claro! era entendible su posición, si compraban Árbol de Navidad no habrían podido ni comer y mucho menos decorar la casa. Por tanto en la casa de Andrés Juan no celebraría la Navidad ni ahora ni nunca punto! Y bueno, Sebastián que había escuchado personalmente todas esas cosas, empleaba sus ratos libres, en la investigación; se pasaba la mayor parte del día leyendo libros de historia; libros que hablaban de las diferentes culturas del mundo; cuando no leía se encerraba en su cuarto a ver el Discovery Channel, lo disfrutaba mucho; él mismo decía que cuando lo veía, aprendía muchas cosas, y que cada vez que veía uno de esos programas del canal, se le resolvían muchas de las preguntas, como a todo niño de su edad. Pero la respuesta que buscaba desde cuando conoció a Juliana seguía sin resolverse, y escribía en su diario una y otra vez: “Será Papa Noel, será el Niño Dios será…” si, la mismas preguntas seguirían sin respuesta; hasta que un día….
- Esta vez no puedes fallar… De que hablas Sebastián?
- Eso mismo, ¡Esta vez no puedo fallar! Lo he intentado todo durante los 3 últimos años, pero esta vez será diferente!
Para la próxima Navidad, como les contaba el padre de Sebastián, Antoine , no podría volver a diseñar y construir el pesebre que tanto lo enorgullecía; ¿Porqué? Porque recientemente Antoine había sido ascendido en la empresa en la que trabajaba; lo habían nombrado como Director en jefe de toda la producción y claro, a mayor responsabilidad, mayor trabajo; Antoine incluso había suspendido las visitas a sus padres, y también dejaría de viajar cada lunes en la madrugada, como de costumbre. Sofía, su esposa tendría entonces que hacerse cargo prácticamente sola de todos los quehaceres de la casa y por supuesto, de los niños ; la pequeña Súsan al ver que su padre no volvía en la noche del sábado como de costumbre comenzó a dejar de comer, y Sofía sin darse cuenta… Y Sebastián por su parte no le prestaría mucha atención a ninguna de las dos.
Última edición por Galius el Vie Dic 05, 2014 2:02 am, editado 1 vez
Galius- Moderador General
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Re: ¡EL MISTERIO DE LA NAVIDAD!
La empresa de Antoine le había arrendado un apartamento cómodo en la ciudad para que no tuviera que viajar cada semana hacia el pueblo y así, dispondría de mayor cantidad de tiempo para dedicárselo a la fábrica; incluso la empresa le contrató una nueva secretaria y hasta una empleada domestica que le ayudara en su nueva residencia.
Sofía era propietaria de un almacén de artesanías que en temporada la mantendría muy ocupada; por tanto, se vio en la necesidad de contratar a una niñera recomendada por la abuela Antonia, para que le colaborara con el cuidado y alimentación de sus hijos y entonces la pequeña Súsan, que estaba tan apegada a su padre, cuando este dejo de volver a casa cada sábado como de costumbre , comenzó a llorar y a llorar encerrada en su cuarto; ya no se le veía tan activa y juguetona, por el contrario, su comportamiento cambiaria radicalmente ; la pequeña Súsan ahora ni siquiera peleaba ni discutía con su hermano mayor; no comía lo suficiente y cuando su madre llegaba tarde del trabajo ni siquiera salía a recibirla , con abrazos y besos como siempre; no, ella en cambio se acostaría en su cama haciéndose la dormida. Anteriormente Sofía al llegar, lo primero que hacia era entrar en la cocina para comprobar que los niños habían cenado la comida que les dejaba en el horno microondas, y claro se daba cuenta que los platos estaban intactos; ninguno de los dos se preocupaba por comer, y entonces, debido a esta situación , consulto con Antoine la posibilidad de contratar a una niñera…. Antoine desde luego estaría de acuerdo.
A Sebastián por su parte, le importaba muy poco el hecho de que su madre trabajara hasta tarde; tampoco lo que le pudiera suceder a su hermana y mucho menos le importaba que sus padres hubiesen contratado a una niñera que se hiciera cargo de ellos. Lo único que le importaba realmente a Sebastián, era el poder encontrar la manera de reconciliarse con su gran amiga Juliana, quien desde hacia casi tres años ni le dirigía la palabra no obstante y eso que estudiaban en la misma escuela no obstante los esfuerzos de Sebastián por reparar el error al burlarse de ella.
Recordarán que Sebastián año tras año, durante la temporada escolar, incluso en las Navidades había intentado de todo para hacer que Juliana volviera a ser su amiga, pero nada… “¡La terquedad de Juliana, me desespera!” Eso pensaba Sebastián y además… “Que tengo que hacer para que Juliana entienda que no quise ofenderla, la otra noche al invitarla a rezar la novena; y ahora que voy a hacer si mi padre ni siquiera tiene tiempo para venir a casa a construir el pesebre, entonces como vamos a hacer en esta Navidad, porque sin pesebre no hay celebración, y sin celebración no habría disculpa para invitar a la familia de Juliana a mi casa… y ahora que voy a hacer? Eso y más se preguntaría día tras día. Sebastián le enviaría flores, galletas, dulces; le escribiría cartas de amor , le enviaría regalos… pero nada, Juliana sencillamente lo seguiría castigando con el látigo de la indiferencia; incluso Sebastián se había atrevido junto Daniel y Andrés Juan a llevar una serenata para su enamorada y nada, lo único que recibía a cambio eran portazos en la cara; las flores y los regalos, los devolvía intactos y de las galletas y los dulces ni hablar… Juliana se los daría a su propio perro Robby.
Y de Sebastián… ni hablar; al ver que ya nada le funcionaba, ideó la manera de llamar la atención de Juliana, haciéndose el enfermo.
Su amigo Andrés Juan, quien junto a Daniel le acolitaba todas sus locuras, seria el encargado de avisarle a Juliana; Andrés Juan le contaría que el pobre Sebastián, se encontraba muy delicado de salud, y que los médicos le habían recomendado a Sebastián tomar el máximo de precauciones, por ejemplo, permanecer en su cama recostado, nada de salir a tomar el sol, nada de juegos con sus amigos nada de salir a pescar, nada de dulces ni golosinas, y que se tomara como es debido las medicinas o sino… tendría que internarlo en una clínica de la ciudad, y ahí si, nada de visitas. Juliana, al saber de todo esto se sintió culpable por la salud de su gran amigo Sebastián , y dejando su orgullo a un lado decidió ir a visitarlo; Andrés Juan y Daniel prepararon todo para su visita; llenarían el cuarto de Sebastián, de frascos de medicina, que habían tomado de sus respectivos botiquines , le pintarían la cara con acuarelas de la mamá de Sebastián que lo harían ver espantoso, todo enfermo y demacrado y lo disfrazarían con una bata de dormir de la niñera que lo haría parecer recién operado.
Entre los tres decoraron el cuarto haciéndolo parecer una habitación de hospital; colocaron una botella de suero pedialite amarrada del pechero de la habitación; a la botella le pusieron un pedazo de manguera para pegársela en el brazo con esparadrapo; lo arroparon con seis cobijas de lana muy pesadas y por último le colocaron una venda en la cabeza y le metieron en la boca un termómetro. Ahora todo estaba listo; esa tarde la niñera saldría como de costumbre a hacer algunas compras en compañía de la pequeña Súsan; y Sofía su madre solo llegaría a casa al anochecer… así es de que nada evitaría que Juliana visitara a Sebastián en su lecho de enfermo.
Andrés Juan toco el timbre de la casa de Juliana y antes de que ella saliera, dejo en el suelo frente a la puerta una nota con la foto de Sebastián rogándole para que fuera a visitarlo. La nota decía: “Juliana por favor! no me niegues mi último deseo… quiero verte! ven antes de que sea demasiado tarde atte. : Tu Sebastián.”
Definitivamente Sebastián era un gran actor incluso cuando escribía.
Juliana entonces recogió la foto y al leer la nota se le aguaron los ojos y sin dudarlo un instante salio disparada hacia la casa de Sebastián. Pero antes tomó su abrigo, y encerró con llave a sus pequeños hermanitos. Los muchachos desde la ventana de la habitación de Sebastián observaron todo el cuadro y al verla correr cerraron las cortinas;
Por último derramaron cloro formo en las cuatro esquinas del cuarto para hacer parecer mas dramática la escena. Juliana pasaría corriendo la calle y de repente se encontraría con Sofía, la madre de Sebastián.
- Juliana que sorpresa! pero esta agitada sucede algo?
Y Juliana, sin aliento, trato de explicarle como pudo la razón de su visita.
- Lo lamento Sra. Sofía… lo lamento de verdad…
- Lo lamentas, no entiendo explícate muchacha.
- Si Sra. Sofía quise venir antes como le prometí a Andrés Juan pero me fue imposible. Mi madre me encargó el cuidado de mis hermanitos al salir para la peluquería.
- Andrés Juan? Y que tiene que ver Andrés Juan en todo esto?
- Resulta que Andrés Juan llego al medio día a mi casa para contarme lo que le estaba pasando a Sebastián y yo le prometí que tan pronto como volviera mi madre vendría sin falta.
- Como como como? De que estas hablando Juliana?
- Pues de que hace un momento escuché que alguien tocó el timbre de mi casa y entonces pensé que era mi mamá, quien habría olvidado las llaves, pero cuando fui a abrir no era ella; de hecho no había nadie en la puerta y de pronto encontré tirada en el suelo, una nota con la foto de Sebastián y pues no dudé un instante en venir.
- Juliana me estas confundiendo! cual foto y cual nota de Sebastián?
Y entonces Juliana saco de su abrigo la nota y la foto que había encontrado frente a su puerta.
- Sí Sra. Sofía mire…
Y Sofía efectivamente miró la foto y también leyó la nota que Sebastián había escrito y antes de que pudiera decir una palabra Juliana se lanzó a sus brazos diciendo:
- Lo lamento Sra. Sofía… lo lamento, no tenía idea de que Sebastián estaba tan grave; ni siquiera sabia que estaba enfermo; se lo juro, de haberlo sabido yo misma me habría ofrecido para atenderlo…
- Qué qué… pero Juliana, que dices?
- Esta bien Sra. Sofía, esta bien no me diga nada, no es necesario que me de explicaciones yo la entiendo… y comprendo que usted debe estar sufriendo mucho… pero no se preocupe a partir de ahora puede contar conmigo. Y Juliana no dejaba de abrazarla.
- Pero Juliana, si Sebastián…
- Sí sí, entiendo que Sebastián debe estar sufriendo mucho pero no se preocupe, yo estoy dispuesta a acompañarlo en su lecho. Y voy a estar junto a él tiempo que sea necesario y también voy a estar junto a usted apoyándola en todo momento.
- Juliana, ya esta bien!
- Ya esta bien? Oh no! Sra. Sofía, debe estar confundida; yo misma lo vi en la foto; pero no se preocupe, entiendo que sea muy difícil de aceptar
pero es la realidad… esta bien vamos, vamos, Sebastián debe estar esperando.
Y la Sra. Sofía aún sin entender lo que sucedía se dejo llevar de la mano por Juliana. La puerta de la casa estaba entreabierta pues Andrés Juan al volver la dejó así adrede para que Juliana pudiera entrar; Y juntas entraron sin darse cuenta; entonces la Sra. Sofía buscó en un cuarto y en otro pero no halló a nadie y llamó a la niñera, a la pequeña Súsan y nada no encontró respuesta. Entonces arrastró literalmente por las escaleras a Juliana en dirección al cuarto de Sebastián. Sofía continuó gritando y gritando, llamando a la niñera y su hija; pero Juliana de pronto, le dijo:
- Sra. Sofía tranquilícese, usted no esta sola; por favor no se preocupe, cálmese y permítame entrar primero a ver a Sebastián. Quisiera estar a solas con él… pero por favor cálmese y siéntese aquí, espéreme por favor.
Y Juliana le acercó el banquillo de la mesita del teléfono y ella sin decir palabra aceptó – Eso, así esta mejor señora Sofía, espéreme tranquila quiero saber como esta Sebastián, vuelvo enseguida…
Y la Sra. Sofía se quedó sentada en el banquillo agarrándose las rodillas y mirando de un lado para otro desconcertada, no sabía, no entendía nada de lo que estaba sucediendo y hasta llegó a pensar que estaba en una cámara escondida; que todo era tan solo era una broma y ni siquiera se acordaba del porqué había vuelto a casa tan temprano y pensaba:
- Pero y yo que estoy haciendo aquí? y la niñera y los niños… donde están todos en esta casa - y soltó un suspiro resignada.
Juliana giró la perilla y empujó delicadamente la puerta y preguntó:
- Sebastián estás aquí? soy yo Juliana… - y de repente la puerta se abrió y Juliana se asustó… pero no dijo nada, parecía como si se le hubieran comido la lengua los ratones.
- Hola Juliana, - le dijo Daniel sosteniendo un pañuelo en su mano izquierda y agregó – Que bueno que viniste, pasa…
- Daniel, no sabia que estabas aquí, pero estas llorando!
- No es nada, pasa – contestó Daniel.
Los tres muchachos, aunque no sabían que Sofía había llegado con ella, habían pensado en todo; Daniel y Andrés Juan tomaron un par de pañuelos prestados del cajón de la ropa del Sr. Antoine para empaparlos con agua del lavamanos de su habitación y aprovecharon para aplicarse algunas gotas en los ojos para hacerle creer a Juliana que no habían parado de llorar…
- Andrés Juan, tu también? – preguntó Juliana.
- Si Juliana, pensamos que no ibas a venir - contestó Andrés Juan.
- Cómo se te ocurre, claro que tenia que venir y mucho más al ver la foto de Sebastián.
- Ah, la viste! Y la nota?
- La nota también. Tan pronto la leí Salí corriendo para acá – contestó Juliana y preguntó: Pero dime Andrés Juan, Sebastián cómo está? Esta dormido?
Sebastián al ver semejante reacción quedó como mudo, sin palabras y espero para ver que sucedía.
- Dormido no, ejem! Tan solo un poco mareado – intervino Daniel al tomar uno de los frascos que estaban en la mesita de noche junto a la cama y concluyó – ya sabes Sebastián ha tenido que tomar muchas medicinas, de hecho ahora mismo le toca la de las cuatro…
- A sí? Ven presta, yo se las doy…- le dijo arrebatándole el frasquito de las manos.
- Juliana! – replicó Daniel.
- Déjame, cuantas cucharadas tengo que darle?
- Cucharadas? – preguntó Daniel confundido.
- Ejem… dos Juliana. Son dos cucharadas las que hay que darle – intervino Andrés Juan.
- Andrés Juan! Como se te ocurre? – le dijo Daniel
- No te preocupes Daniel, ella sabe lo que hace.
Pero Sebastián en su lecho de enfermo, no escuchaba nada, tan solo tenía oídos para la melodiosa voz de Juliana, y observaba cada uno de sus movimientos con los ojos entreabiertos y, como siempre su corazón le saltaba cual tamborilero cada vez que estaba cerca de Juliana, de su Juliana. Y Sebastián no sabia si reírse a carcajadas por las escenas de locura de sus amigos o ponerse a llorar al ver la ternura y compasión de Juliana, y pensaba: “Juliana mi amor, estás aquí. Lo logré! estás aquí! Y ahora sí que no puedes negar que me amas y que sufres por mí! Juliana…
- Muchachos déjenme a solas con Sebastián; yo me encargo de él.
- Esteeeee, yo… -replicó Daniel; y Andrés Juan completó – Ejem, ejem, esteeee, vamos Daniel, ellos tienen muchas cosas de que hablar.
- Como así Andrés Juan, acaso Sebastián puede hablar? Yo pensé que…
- Ejem, ejem, noooo Juliana, lo que quiso decir Andrés Juan es que tu debes tener muchas cosas para contarle.
- Exacto, eso fue lo que quise decir ; no te preocupes quédate el tiempo que sea necesario.
- Bueno bueno, váyanse ya.
- Esta bien Juliana, ahora nos vemos – contestaron en coro saliendo de la habitación y Sebastián pensó: “ Cómo… que tienes cosas que contarme? Dime mi amor, te escucho; tu Sebastián es todo oídos!”.
Y el corazón de Sebastián, como siempre parecía a punto de estallar: pum pum, bis; pum pum, bis
Y Juliana entonces le acomodó una almohada bajo la cabeza y se inclinó suavemente hacia él, pidiéndole que por favor abriera los labios para darle un par de cucharadas del jarabe, y empezó a derramárselo poco a poco en la boca. Sebastián no dejaba de mirarla fijamente a los ojos, la observaba y le encantaba la forma en que Juliana lo consentía y pensaba: “Juliana, mi Juliana, mi amor!”, y aunque el jarabe en realidad sabía a destapador de cañerías, él ni se inmutaba, y creía que tenía el sabor inconfundible del chocolate blanco derretido y entonces Juliana le dio a tomar la segunda cucharada. Pero de pronto este par de tortolitos escucharon cuando la puerta se abrió y enseguida un ruido aterrador…
Daniel y Andrés Juan al salir del cuarto de Sebastián ni se percataron de la presencia de Sofía y empezaron a reír la broma a carcajadas, sin embargo, Daniel preguntó: “ La viste? Viste su cara…? Jua, jua, jua, jua…
Pero la alegría no duró mucho. Pues ambos muchachos sin querer estrellaron su mirada en los ojos de la Sra. Sofía y se callaron bruscamente temblando del susto, se pusieron de mil colores; y Daniel por poco se orina cuando la Sra. Sofía les preguntó: “ Andrés Juan? Daniel? Ustedes dos que están haciendo aquí?
Y ellos al verla, respondieron tartamudeando a una sola voz: “se-se-se-señora So-So-So-Sofía, co-co-co-cómo está? Esteeee yo-yo-yo, nosotros ya-ya-ya ya nos íbamos; Entonces se miraron mutuamente y agregaron: “Hasta-ta-ta-ta-ta luego! y, como volador sin palo salieron corriendo despavoridos por las escaleras. Y la Sra. Sofía, que aún no entendía nada, de repente gritó: “Sebastián!!!”
Y abriendo la puerta preguntó:
- Qué? Que es este olor? Y esto… que significa todo esto? Sebastián!!! – dijo señalando con las manos.
Los muchachos, Juliana y Sebastián habían quedado paralizados con el grito inicial. Y Sebastián tan solo se atrevió a decir:
- Ma… mamá, yo, yo puedo explicarte… yo… te lo puedo explicar todo…
Y Juliana al ver la reacción de Sebastián parecía como si se lo fuera a comer vivo y le dijo:
- Explicar? Explicar qué Sebastián – preguntó Juliana - acaso tú no estás enfermo? Acaso no es cierto que te ibas a morir?
Y Sebastián pensó que en ese momento era mejor que se lo tragara la tierra. Y a Juliana se le aguaron inevitablemente los ojos de la rabia.
- Juliana, Juliana, espera no te apresures, escucha, tranquilízate, yo te lo puedo explicar…
- Explicar? Aquí no hay nada que explicar Sebastián, todo esta muy clarito. Tú… Me engañaste!!!
Y Juliana salió corriendo del cuarto sin parar de llorar.
- Juliana… yo… e intentó detenerla pero…
- No señor! – lo detuvo Sofía agarrándolo por el brazo – un momentico tu no te mueves ni un paso de aquí, hasta que no me digas que es lo que significa todo esto.
Y Sebastián no tuvo oportunidad de explicarle absolutamente nada a su Juliana y tampoco pudo pasar por alto a su señora madre.
La Sra. Sofía después de escuchar con atención y enterarse de todos los detalles de la historia por boca de su propio hijo no sabía si morirse de la risa o colocarle un castigo ejemplar; aunque no tardó mucho en tomar la decisión correcta. La Sra. Sofía inmediatamente después visitó personalmente a los padres de Daniel primero y a los de Andrés Juan mas tarde, con el ánimo de promover en sus respectivos padres el mismo sentimiento que tuvo ella al conocer la razón del comportamiento de los chicos. Era obvio que no podrían dejar pasar esta oportunidad castigándolos drásticamente, para sentar precedentes, cosa de que a los chicos no se les ocurriera mas tarde realizar una fechoría semejante.
Dicho y hecho a Daniel no le permitirían ver televisión en las próximas cuatro semanas tiempo durante el cual tendría que ocuparse de todos los oficios de la casa al salir de clases; sin descansos; sin parar.
Después de semejante castigo, en el vecindario se rumoraba que nunca más se volvería a ver una casa tan reluciente como la suya.
Que ironía verdad?
A Andrés Juan por su parte, no le iría nada mejor. En medio de las condiciones tan pobres en que vivía con su familia, como si fuera poco, tendría que ir a la cama sin cenar, las próximas cuatro semanas; aunque a decir verdad no era mucho lo que estaba perdiendo: agua de panela fría y un trozo de pan duro como siempre, además nada de TV. y al igual que a su amigo Daniel, una serie de trabajos caseros como barrer el patio, cortar el pasto del jardín y arreglar las plantas de su madre… y encaramarse al techo para tapar las goteras, destapar las canales y bajantes; y no solo esto; aunque Andrés Juan no quiso reconocerlo nunca, recibir los golpes y el maltrato de parte de su padre: un militar retirado que frustrado de la vida, cada vez que podía se lo recordaba con lujo de detalles a su familia; sí, Andrés Juan sería golpeado brutalmente por su padre y la Sra. Juana al querer interceder por el muchacho recibiría como siempre la peor parte.
Y qué decir de Sebastián, nada de televisión por un mes, así es de que ni modos de ver el Discovery Channell; y nada de libros tampoco y sobre el hecho tendría que colaborar a diario con el arreglo de la casa. Lo único bueno para Sebastián se basó en el hecho de que su padre no se enteraría jamás de lo ocurrido…
- Gracias mamá, gracias por no contarle nada a papá. Te juro que nunca más lo vuelvo a hacer; pero por favor te ruego que tampoco le cuentes nada a la niñera, ni a la pequeña Susan de lo contrario…
El pobre de Sebastián estuvo al borde de despedirse para siempre de su bicicleta nueva y desde luego del campamento de verano para el próximo año. En fin, no le quedó más remedio que resignar la posibilidad de conquistar a Juliana. Pero bueno hay que reconocer que la vida puede dar giros inesperados y que cuando uno menos lo espera, cualquier cosa puede suceder…
- Un momento Sebastián no será otra de tus locuras no? – le dijo Andrés Juan mirándolo a los ojos – sabes bien por las que tuvimos que pasar por culpa de la broma que le jugamos a Juliana; no creo que Daniel quisiera vivir de nuevo la misma experiencia; tu sabes que a los tres nos fue como a los perros en misa.
- Nada de eso, Andrés Juan; esta vez no se trata de broma alguna y de hecho para lo que estoy haciendo no será necesario que ninguno de los dos tenga que intervenir.
- Cómo Sebastián, no entiendo nada de lo que dices.
- No hay nada que entender esta vez no voy a cometer ningún error; sí, esta vez no puedo fallar!
- Sebastián estas hablando de una forma muy extraña; no será que con el castigo que te puso tu mamá se te safó un tornillo?
- Al contrario Andrés Juan en este momento me siento mejor que nunca; nunca antes me había sentido mejor!
- Jum! Definitivamente algo te esta pasando; pero dime tiene eso algo que ver con todos estos dibujos?
- Algo no! Todo! Todo tiene que ver con este pesebre; mi gran pesebre de Navidad.
- Tu pesebre? Jum! Será el pesebre de tu papá, por que, que yo sepa tú solo ayudas a tu papá a construirlo cada año…
- No Andrés Juan esta vez no. Esta vez es diferente. Tu ya sabes que a mi padre le ofrecieron un nuevo cargo en la fábrica donde trabaja y por eso esta Navidad será diferente porque a él no le va a quedar tiempo de venir cada sábado de la ciudad como de costumbre debido a que tiene que atender otros asuntos en su empresa.
- En eso estamos de acuerdo Sebastián pero, y…?
- Pues muy fácil Andrés Juan, que yo mismo me voy a encargar de hacerlo.
- Y tu mamá y la pequeña Susan?
- Jum! Mi madre tampoco tiene tiempo, pues el almacén le consume todas sus fuerzas y de mi hermanita ni hablar, ahora se la pasa encerrada en su cuarto llorando y mirando por la ventana a ver si aparece mi padre.
- Claro! como ya no tiene quien la consienta – replicó Andrés Juan.
- Exacto! Como será que hasta metió el teléfono del segundo piso en su habitación esperando una llamada que nunca llega.
- Así es la cosa? Y tus Abuelos?
- Ejem, Ejem, Ejem… Tu si eres chismoso no Andrés Juan?
- Eso es lo malo tuyo Sebastián, eso es lo malo tuyo; no me malentiendas, solo quiero saber si tus abuelos están de acuerdo con lo que piensas hacer.
- Mis Abuelos? Pues claro si gracias a ellos pude tomar la decisión. Ellos mismos me motivaron para que lo hiciera.
- Cómo así? Y ellos por que?
- Pues bien, recuerdas que el mes pasado cuando estábamos castigados, al vernos en el colegio te conté lo que había estado haciendo? Recuerdas que te conté que por las tardes al terminar con todos los deberes del colegio y los quehaceres de la casa me iba sin que la niñera se diera cuenta a pescar con el abuelo, recuerdas?
- Sí, sí claro pero y que pasó?
- Pues que gracias a mi abuelo estoy a punto de encontrar la respuesta!
- Cómo, cómo, cómo, de que hablas Sebastián?
- De la respuesta Andrés Juan! De la respuesta a la pregunta que llevo escribiendo en mi diario durante los últimos tres años desde aquella Navidad, recuerdas?
- Jum! Yo no me acuerdo.
- Cómo no Andrés Juan; acaso se te olvida que Juliana y yo dejamos de hablarnos hace tres años?
- Sí, sí Sebastián de eso sí me acuerdo pero y?
- Pues precisamente, recuerda que ese día cuando me fui a invitar a Juliana a rezar la novena, tuvimos una discusión que acabó por sembrar en mí la duda de lo que hasta ese momento era la verdad.
- La verdad? Ahora si quedé gringo.
- Gringo? Gringo quedé yo cuando Juliana me contó que de donde venía no se celebra la Navidad como aquí, sino que ellos solo creen en Santa Claus y por eso desde esa misma noche empecé a escribir en mi diario casi todos los días la misma pregunta…
- Pero, cuál pregunta Sebastián?
Y Sebastián sacando el diario del escritorio de su padre, le señaló:
- Esta, Andrés Juan lee tu mismo…- y Andrés Juan leyó en voz alta: “Será el Papá Noel; será el Niño Dios; será el Ratón Pérez; serán nuestros padres? Quién es en últimas el que entrega los regalos en Navidad…?
- Ajá, y entonces?
- Pues que ahora estoy a punto de conocer la verdad; y precisamente por eso estoy seguro que esta vez no puedo fallar!
- Fallar? Fallar en qué Sebastián?
- Mi amigo, mi gran amigo – le dijo Sebastián pasándole el brazo por los hombros – recuerda que estas últimas navidades no han sido del todo felices para mí.
- Estás bromeando? Pero si tú lo tienes todo! Ya quisiera pasar una sola de las navidades que tú has vivido.
- No te equivoques Andrés Juan, desde aquella noche, cuando Juliana me cerró la puerta de su corazón, entendí que todo lo que hasta ahora había tenido, no importaba ya, y que incluso sería capaz de dejarlo todo con tal de vivir un solo día junto a ella.
- Já! Yo ya sabía que estabas enamorado de ella, pero, tanto así como para dejarlo todo? No exageres Sebastián, no exageres!
- Andrés Juan, todo lo que he vivido hasta ahora no tendría valor alguno si no estuviese seguro de encontrar la respuesta que tanto busqué.
- Y dale con la famosa respuesta, que bicho te picó Sebastián? No estarás alucinando?
- Nó, Andrés Juan; al contrario, la respuesta de la que te hablo puede hacer que tú y que Daniel y que Juliana y que muchas familias conozcan la verdad y la vivan intensamente si quieren. Andrés Juan llegó la hora de hacer nuestro trabajo, llegó la hora de descubrir el Misterio de la Navidad.
- Jum! Yo el único misterio que quisiera descubrir es porque mi padre nos trata tan mal y porque ni siquiera me da un abrazo o aunque sea un buen consejo.
- De eso se trata Andrés Juan cuando tu padre y todas las personas que como el maltratan a sus familias lleguen a conocer la respuesta comprenderán que existe una solución para todos sus problemas.
- Y ahora estás hablando como un pastor Sebastián, que es lo que te pasa? Estás muy raro.
- Raro Yo? No Andrés Juan, tan solo diferente; después de lo que me contó el abuelo todo, todo ahora es diferente, muy diferente.
- Está bien Sebastián; esta bien, te creo… – y Andrés Juan empezó a gritar como loco – ¡¡¡Pero hasta cuando me vas a contar lo que te dijo tu abuelo!!!
Y Sebastián pensó: “ Huy, pero qué carácter! Y enseguida cambió el tono de su voz como si cambiara también de personalidad y al fin respondió…
- Lo siento Andrés Juan me dejé llevar por la atmósfera del momento; está bien, te lo voy a contar; escucha:
“Una tarde, mi abuelo y yo quedamos de encontrarnos en el pequeño puente de madera que está sobre el río para ir a pescar, ahí cerca de su casa. Normalmente caminábamos río abajo hasta las grandes rocas que se encontraban justo antes de las cascadas; ahí en el punto en que los peces llegaban y rodeando las rocas empezaban a nadar contra la corriente. Claro, ahí, justo ahí, la pesca estaba asegurada. Decenas de truchas Arco-Iris combatían ferozmente en contra de la corriente del río saltando una y otra vez para evitar ser absorbidas por la fuerza de las aguas, que iban a parar en una caída de por lo menos treinta metros de alto. Desde luego no todas corrían con la misma suerte, pues algunas de las más jóvenes y pequeñas no tendrían la agilidad suficiente como para contrarrestar la fuerza del río y acabarían en caída libre estrellándose de lleno contra el gran manantial que era permanentemente regado por la hermosa cascada.
Mi abuelo me enseñó a escoger la carnada; me enseñó como colocarla fijamente en los anzuelos; me enseñó a lanzar correctamente el sedal, y luego me enseñó a reconocer cuando una trucha había picado; y también me enseñó a dejar correr el pez, pues si tiraba inoportunamente de la caña de pescar, correría el riesgo de perder la presa. Mi abuelo, todo un experto pescador, hacía gala de su incalculable pericia a la hora de pescar; cualquiera que lo veía, pensaría en sus adentros que el pescar una buena pieza sería absolutamente sencillo, fácil de hacer; pero la verdad, no era tan sencillo. Yo mismo cuando estaba aprendiendo, cometía casi siempre los mismos errores y eso que contaba con el mejor de los maestros. Cuando no tiraba mal el sedal, colocaba mal la carnada; cuando no se me enredaba el nylon, tiraba demasiado rápido de la caña y claro, la trucha lograba escapar. Muchos intentos, muchas tardes, serían prácticamente una pérdida para mí, pero no para mi abuelo; para él el no pescar ni una sola trucha no era de por sí un fracaso; mi abuelo siempre decía:
- “ Muchacho, no te preocupes, hay que perder para ganar” –
Y claro, yo le recordaba que esa frase también la repetía Maturana el técnico de la selección, y el resultado era siempre el mismo: Colombia eliminada del Mundial; Já! Pero mi abuelo que tenía la fortaleza de un roble, me decía que lo que me debía preocupar no era tanto “perder” la trucha, sino que aprovechara esa circunstancia para “ganar” experiencia; y como siempre tendría toda la razón; pues al ganar experiencia aprendería… sí, aprendería a no cometer los mismos errores… aprendería que la próxima vez podría hacerlo mejor si seguía los pasos correctos… y así fue…
Aunque me tardé algo más que otros principiantes, al fin, lo logré…
Pesqué mi primera trucha: una hermosísima y brillante trucha Arco-Iris como de cuarenta centímetros de largo y como recompensa mi abuelo me compraría unos espectaculares neumáticos para mi bicicleta. Mi abuelo después de recoger con la malla el pescado, le sacó el anzuelo, y lo revisó por todas partes; luego me lo entregó en mi propias manos todavía vivo, aunque tan solo por unos segundos pues enseguida me lo quitó; para qué? Yo pensé que lo íba a meter en la nevera plástica, pero no, no era para eso; sin embargo yo alcancé a imaginarme a la abuela Antonia preparándome un suculento banquete acompañado de mis papitas favoritas y de una de las exquisitas ensaladas de su especialidad; y pensaba “ Hummmm que delicia!
Pero ni modos, nada de eso se haría realidad.
Mi abuelo tomaría la trucha y la inspeccionaría por última vez, después la devolvería al río para que siguiera su curso...
Y yo sorprendido, vi como se perdería en la profundidad el premio a tanto esfuerzo.
- Abuelo pero qué has hecho? Si era mi trucha, mi primera trucha abuelo!
- ya te lo he dicho otras veces Sebastián hay que perder para ganar.
- Pero abuelo no tenías derecho! era mía, cielos… mi primera trucha!
- Muchacho tienes mucho que aprender.
- Pero abuelo déjate ya de filosofías; no entiendes? Trabajé mucho para lograrlo y tú sin más la devuelves al río, por qué?
- Te lo repito muchacho, tienes mucho que aprender; la hermosa trucha que pescaste, no era una trucha cualquiera, lo supe tan pronto la vi.
- Cómo, cómo, cómo?
- Sí Sebastián tuviste la fortuna de pescar una increíble trucha madre que aún no había soltado sus huevecillos; si no la hubiésemos devuelto al río los pequeños que llevaba en su vientre no habrían tenido la oportunidad de nacer y crecer hasta convertirse en grandes truchas que tú si podrías conservar.
- Cómo? O sea que yo…
- Sí, tú has tenido la fortuna de pescar a un pez que muchos pescadores alrededor del mundo no han podido sino imaginar; Ese es precisamente el significado de perder para ganar, ese es el premio y tu eres el ganador tarde o temprano lo entenderás.
Y Sebastián de un momento de rabia y desconsuelo, pasó a sentirse como el más afortunado de los pescadores; y le dijo: “ Gracias abuelo, muchas gracias!”.
- “Perder para ganar” Jum! Linda historia verdad?- preguntó Sebastián.
- Así es, muy conmovedora; pero Sebastián que tienen que ver tus clases de pesca con la famosa respuesta?
- A eso voy Andrés Juan; yo no se pero parece como si mi abuelo estuviera preparando el camino.
- El camino? El camino hacia donde?
- Es una metáfora, Andrés Juan.
- Una que?
- Una metáfora; o sea una forma diferente de decir las cosas.
- Decir qué cosas Sebastián?
- Andrés Juan a veces pareces medio tarado? O es que te haces?
- Cómo?
- No me hagas caso, olvídalo. Lo que quiero decir es que mi abuelo aprovechó cada visita que le hacía, para ir conociéndome más a fondo, para saber de mis inquietudes.
- Y… cómo?
- Mi abuelo se valió de la pesca para hacerme entender algunas cosas; recuerdas que me la pasaba viendo Discovery Channel ó también leyendo algunos libros de historia?
- Sí, lo recuerdo y?
- Que con la forma de explicar de mi abuelo, algunas de mis preguntas parecían las más bobas del mundo.
- Ah nó, eso si que no es ningún descubrimiento…
- Cómo, te estás burlando?
- No, no, no, no es eso Sebastián es solo que…
- Mejor no digas nada; el caso es que yo no sé pero mi abuelo se enteró de las preguntas que escribía en mi diario.
- No puede ser, si tú guardas tu diario con mucho recelo.
- Exacto. Alguien le debe estar sirviendo de espía y no estoy seguro pero parece que es mi hermanita.
- Cómo, la pequeña Súsan? Imposible, yo no creo que sea capaz, ella muy bien sabe lo que le espera donde le dé por abrir la boca.
- Ajá, de acuerdo. Pero y entonces dime tú cómo hizo el abuelo Francisco para enterarse de lo que yo estaba buscando ah?
- El ya sabía? Y cómo, si ni siquiera Daniel ni yo tenemos acceso a tu diario?
- Eso es lo raro Andrés Juan yo a nadie le he comentado y mucho menos a la pequeña Susan.
- Ya sé! Debió ser la niñera! Claro Sebastián, ella puede entrar en tu habitación cuando tú no estas; claro! Debió ser ella, tu abuelo la contrató como espía… ya decía yo que tanta belleza no podía ser cierta.
- Cómo, cómo, cómo?
- Es ella! Tiene que serlo; si fue la misma abuela quien se la recomendó a tu mamá; claro! Así no despertaría sospechas y podría llevar toda la información que tu abuelo le pedía. Claro Sebastián tu niñera es una espía y de las buenas.
- Qué espía ni que nada, Andrés Juan; yo no me refería a eso, ella no es capaz ni de matar a una mosca.
- Já! Eso crees Sebastián; así son las espías bien entrenadas, y cuando uno menos lo espera… ¡Zas! Dan el golpe final dejándolo a uno boquiabierto y viendo un chispero. Yo vi una película en que…
- Andrés Juan ya basta! Esto no es una novela policíaca ni mucho menos. Yo lo que te pregunto es que como así que tanta belleza no puede ser cierta, es que acaso te gusta mi niñera?
- Que si me gusta? Eso ni se pregunta hermano! Pues claro! Si hasta he tratado de convencer a Daniel de traerle serenata, pero él siempre me sale con el mismo cuento, de que la religión no se lo permite.
- Ja, ja, ja, ja; Ay, Dios mío! este Andrés Juan no cambia ni con un rayo en la cabeza.
- Con un rayo de su amor talvez…!
- Andrés Juan, ya basta! Nos salimos del tema otra vez, quieres que termine de contarte o…
- Sí, si, si, si Sebastián, no te preocupes sigue, sigue.
- Te decía que no puede ser la niñera, porque ella ni sabe que estoy escribiendo un diario. Todas las mañanas antes de salir para el colegio, lo escondo en mi caja fuerte, tu sabes ahí donde está el ladrillo suelto de la pared, te acuerdas?
- Sí, si, si ahí detrás de la fotografía de tu padres. Ahí no lo encuentra ni Mandrake!!! Pero si no es ella, entonces quien?
- Yo no sé, pero que tal que mi abuelo se haya enterado por boca de otra persona?
- Otra persona? Nooooo imposible! Si ya los descartamos a todos.
- No Andrés Juan, no me refiero eso. Existe alguien con quien hablo casi todas las noches y por supuesto, le he hecho las mismas preguntas.
- Todas las noches? A quién? Si acaso no me decías que te la pasabas encerrado en tu cuarto… ¡Ah! Ya sé… vía Internet. Pero cómo, has estado chateando con alguien de la red?
- No, no, no, tu sabes que cuando chateo no le digo a nadie ni mi nombre de pila…
- Cuál? Energizer? Jua, jua, jua, jua, jua…
- Já… já… já… tan gracioso! Lo que quiero decir es que…
- Lo que quieres decir es que talvez te estás volviendo loco! Jua, jua, jua, jua…
- Eso es lo malo tuyo Andrés Juan! yo estoy hablando en serio, y tu no haces más que burlarte!
- Huuuyyy, pero que carácter!!!- pensó Andrés Juan y le preguntó:
- Esta bien, está bien, pero aún no me has dicho con quien es que hablas todas las noches.
- Pues con alguien que yo pensé que me podría ayudar, pero ¡bah! Hasta ahora, nada de nada.
- Y… acaso hay alguien más que pueda hacerlo?
- Yo espero que sí! Incluso hasta creo que mi abuelo lo conoce…
- De verdad? Y cómo?
- Escucha Andrés Juan, préstame mucha atención. Lo que quiero contarte es muy importante para mí. Tú sabes que llevo casi tres años dándole vueltas a este asunto, tratando de encontrar una pista que me ayude a resolver este acertijo. Ni mi madre, ni mi padre me han querido ayudar.
- Já! Y que lo digas; esto lo que parece es un capítulo de Archivos X!
- A veces pienso lo mismo; pero no me interrumpas y deja que te cuente la segunda parte.
- Está bien, adelante, continúa.
- Mira, resulta que hace como quince días, la última vez que nos vimos, el abuelo me dijo que ese día no era necesario bajar a las rocas para pescar; me dijo que esta vez quería enseñarme algo distinto; algo que seguramente me íba a gustar mucho; y yo desde luego, le hice caso sin hacer preguntas; mi abuelo estaba muy extraño; me agarró de gancho por el brazo y comenzamos a caminar en dirección al puente; lo noté algo cansado pero no le dije nada; de camino al lugar no dijo ni una sola palabra y yo menos; aunque quise preguntarle que le pasaba; tú sabes, el abuelo es distinto.
- Y que lo digas y entonces, qué pasó?
- Cuando llegamos, quise preguntarle si estaba enfermo o algo así pero, como si me hubiese leído el pensamiento me dijo:
- “No te preocupes muchacho, no es nada; hoy tan solo quiero que nos sentemos a conversar.
- Está bien abuelo pero, y las clases?
- Hoy no Sebastián, hoy vamos a darles un pequeño descanso a las truchas, deben estar hartas de tanto tragar anzuelos.
- Ok abuelo, Ok; dime, te pasa algo?
- Oh no Sebastián, yo estoy de maravilla, es solo que hay algo que debes saber.
- Es que acaso hice algo mal la última vez?
- No, no mijo, si lo has hecho muy bien hasta ahora.
- Y entonces?
- No te inquietes, solo quiero hacerte algunas preguntas.
- Sobre qué abuelo?
- Sobre ti, quiero saber como estás? Cómo están tus cosas?
- Yo? Muy bien. La escuela va muy bien, y aunque hace unas semanas
- no veo televisión, ni leo mis libros de historia, he terminado por cogerle cariño a la lavada de los pisos, y a la limpieza de polvo de los muebles de la casa. Ya ni siquiera extraño las horas de Internet.
- Estas seguro? Estas seguro que no tienes nada que contarme?
- Nooooo, no que yo sepa…
- Y que me dices de Juliana?
- Juliana? Qué Juliana abuelo?
- Sebastián!!!
- Está bien, está bien, pero y qué quieres saber?
- La has visto? Has hablado con ella?
- Verla? si claro todos los días en el autobús, en la escuela, entrando o saliendo de su casa ; claro casi en todas partes!
- Y… has hablado con ella?
- Hablar? No abuelo ni en mis sueños… jum!, ella no quiere ni verme!
- A no? Y porque?
- Que porqué? acaso se te olvida la razón por la que estoy castigado?
- Oh no! Claro que no; buen montaje ese de la habitación de hospital.
- Te parece? estuvo fenomenal abuelo; la hubieses visto, te hubieras reído como nunca.
- Lo hice Sebastián! lo hice, reí como loco!
- Cómo, y cuándo?
- Cuando tu madre me lo contó!
- Mi mamá?
- Sí, ella quiso comunicarse con Antoine, pero no lo consiguió; quería contárselo a alguien; desahogarse y terminó por llamar a mi casa; cuando me lo dijo, yo mismo estuve de acuerdo en que hablara con los padres de Andrés Juan y de Daniel..
- Como? O sea que tu…
- No te adelantes Sebastián, tu madre estaba muy dolida por tu comportamiento, y sin embargo luego de acordar conmigo tu posible castigo, reconoció que fue algo muy creativo; y me dijo que tu padre jamás habría sido capaz de cosa semejante para conquistar su amor, y que sin embargo le hubiese encantado que lo hiciera, porque a tu papá siempre le falto esa chispa que a ti te sobra.
- Mi mama te dijo eso?
- Aja! Y eso no es todo, me confeso que si ella misma hubiese estado en el lugar de Juliana te habría jurado amor eterno..
- Cómo… Mi ma-má?
- Si, tu madre, que poco la conoces Sebastián; ella y aunque después de que pase todo esto le sea muy difícil reconocerlo le encantó la broma que le hiciste a Juliana; y Sofía no paraba de reírse, si hasta pensó que Juliana también estaba involucrada, pues la vio tan convincente y decidida al preocuparse por tu salud, que cuando entendió que no tenia nada que ver, estuvo a punto de salir corriendo para su casa a disculparse personalmente a nombre tuyo y yo le dije que no y que era mejor que permitiera que “las cosas” siguieran su curso.
- Y porque abuelo? si mi madre lo hubiera hecho me habría ahorrado montones de horas preocupándome por encontrar una disculpa creíble para que Juliana me perdonara.
- No muchacho, era mejor así; de lo contario no habríamos tenido suficiente tiempo para pescar y así conocernos mejor.
- Cómo, o sea que tu preparaste todo esto?
- No Sebastián, no fui yo, de hecho yo tan solo estoy cumpliendo con mi papel.
- Tu papel? De que se trata todo esto?
Y Sebastián se incorporó bruscamente!
- Tranquilo Sebastián, no quiero que te enfades, ven siéntate, hay algo que tienes que saber, es hora que conozcas la verdad.
- La verdad? No entiendo nada!
- Ven muchacho, ven, siéntate; entiendo que estés confundido, pero no te preocupes, te voy a explicar.
Y Sebastián tomándose la cabeza con ambas manos para tratar de entender lo que sucedía, terminó por sentarse en el puente, junto a él.
- Esta bien abuelo, me calmo, dime que es lo que pasa? Que es lo que me tienes explicar; de que verdad, de que hora me estas hablando…
- Espera Sebastián; vamos paso a paso, en primer lugar no me juzgues por estar de acuerdo con el castigo ejemplar que tu madre quiso que tuvieras; reconoce que aunque fue una buena broma, no hay justificación alguna para utilizar a tus amigos como cómplices sin pensar en las consecuencias; ellos también salieron afectados no solo tú, en segundo lugar sabes bien que cuando se cometen errores hay que asumir la responsabilidad de corregirlos y comprometerse a no reincidir en ellos, claro; en tercer lugar, quiero que sepas que llevo muchos años esperando este momento aunque reconozco que me equivoqué al pensar que Antoine, tu padre, era quien se iba a encargar de revelar la verdad, pero ya ves, ni siquiera su gran afición de construir pesebres en Navidad lo acercó a la meta, y ahora mucho menos debido a sus múltiples ocupaciones en la fábrica…
- Abuelo pero… y que tiene que ver mi padre en todo esto?
- Ya te lo dije Sebastián y por favor trata de escuchar, trata de entender, vamos por partes. A ver, si pensabas que esta Navidad no vamos a celebrar la novena, te equivocas!
- Y tu como sabes lo que yo estaba pensando?
- Lo sé Sebastián, y no preguntes cómo… solo lo sé y no me interrumpas por favor! Por otra parte, si pensabas que la respuesta a tu gran interrogante no iba a llegar nunca, pues también te equivocas.
- Abuelo, tú…
- Sebastián! Por favor no me interrumpas…
Si creías que ayudando a tu padre a construir año tras año el pesebre, ibas a encontrar la manera de atraer a Juliana, pues también te equivocas.
- como abuelo? Es que tú…
- Sebastián!!!
- Está bien está bien me callo la boca.
- Si llegaste a imaginar que dejando todo de lado, ibas a poder continuar tu vida echando todo al olvido como si nada… pues no señor también te equivocas. Y porqué? porque llegó la hora de tomar el toro por los cuernos; llegó la hora de hacer lo que te corresponde; llegó la hora de terminar con el trabajo para el que has sido entrenado durante tantos años. No creas que fue casualidad que tu papá fuera promovido como Director de la empresa donde trabaja; no creas que es tan solo una coincidencia que a tu mamá ya no le quede ni tiempo para dedicárselo a la pequeña Súsan y a ti, a causa de su almacén, no señor! no vayas a creer que es casualidad que preciso Juliana se haya mudado al frente de tu casa y que preciso venga de los Estados Unidos donde en mucha partes, ni se reza la novena; no vayas a creer que es pura coincidencia que hayas escrito tantas y tantas veces en tu diario las mismas preguntas: “Será Papa Noel; será el Niño Dios; será el Ratón Pérez; serán nuestros padres, hasta cuando, hasta cuando voy a resolver este misterio hasta cuando voy a conocer la verdad? No señor no es casualidad. Sebastián estás loco si crees que es casualidad que te la pasabas estudiando libros de historia, viendo especiales de TV, metido día y noche en la Internet, buscando y escarbando para hallar la respuesta, tu respuesta!
Estas loco si crees que el haber entendido que en mundo tan grande, con tantas culturas diferentes, es casi imposible que todos los seres humanos, crean en lo mismo que tú… que solo puede ser el Niño Dios quien trae los regalos en Navidad, estás loco Sebastián, te equivocas.
Estas loco si piensas que tantas horas, tantos días , tantas noches meditando, cavilando, y pensando, siempre en lo mismo iban a resultar inútiles si al fin y al cabo no ibas a encontrar la respuesta, tú respuesta; estás loco Sebastián, así no funcionan “las cosas…”
- Abuelo, pero tú, como puedes? Cómo sabias que yo…
- Yo en tu lugar, también estaría pensando en dejarlo todo, en olvidarlo todo, en dejarlo todo atrás como si fuese un mal sueño y continuar, seguir adelante, sin las huellas del pasado.
Y el abuelo Francisco hizo una pausa
- Pero no Sebastián, así no funciona el mundo - y arrancó con nuevos bríos - no así, no! tu no eres un perdedor, al contrario eres alguien que tiene todo lo necesario para alcanzar el éxito; y si te preguntabas sobre mi papel pues si, ese precisamente es mi papel; el de recordarte el camino que has tenido que pasar; el de recordarte que no has perdido el tiempo buscando; el de recordarte que has sido bendecido, prácticamente en todo, bendecido en tus padres, tu familia, bendecido en tus amigos…. Sebastián llegó la hora de abrir los ojos… llegó la hora de despertar y permitir que la luz ilumine todo tu ser… llegó la hora de hacer tu parte en la construcción de un mundo mejor… llegó la hora de revelar la verdad. Sebastián, al fin llegó la hora de descubrir…
“¡EL MISTERIO DE LA NAVIDAD!” y…
- Como así abuelo? O sea que tu sabías de todo esto y sin embargo, nunca me dijiste nada?
- Así es hijo, no podía hacerlo.
- Así es? Y solo eso me dices? Y ahora? Ahora que ya no quiero saber nada de la Navidad?
- Aún no era el momento Sebastián.
- Aún no era el momento? Abuelo! Pero si tu mismo me viste intentando e intentando hacer hasta lo imposible para que Juliana me perdonara; año tras año me viste esforzándome en ayudar a papá a construir el pesebre perfecto y nada, Juliana ni me miraba; si hasta el año pasado llegamos a decorar el arbolito con puros Papa Noel pero, ni por eso, a ella solo le importaba su famoso Papa Noel entrando por la chimenea.
- Te lo dije muchacho aún no era el momento.
- Y solo eso me dices? Tu acaso no me viste buscando y buscando cómo conquistar el corazón de Juliana... ¿Que aun no era el momento? Abuelo y que esperabas? Que me arrojara de un puente, que me lanzara a un auto, que me colgara de un árbol? Ah? Eso esperabas, pudiste ayudarme abuelo y sin embargo nunca me dijiste nada?
- Muchacho, aun no entiendes, todas las cosas suceden solo a su debido tiempo; es así… son las leyes universales.
- No me vengas con eso ahora abuelo! tenías preparado todo esto?
- Yo? No Sebastián una vez más te equivocas, hay alguien más. Yo tan solo estaba aguardando el momento adecuado.
- Alguien más? Y de quien se trata, de la abuela quizás, de mis padres?
- No mijo, ninguno de ellos tienen nada que ver con todo esto; o sí, a su manera… Ese alguien de quien te hablo es en si mismo la respuesta a todas tus preguntas.
- Cómo, o sea que alguien más conocía de mis afanes y tampoco me dijo nada?
- Sebastián hijo, no me escuchas; las cosas solo suceden a su debido tiempo.
- O sea que todo esto era necesario abuelo?
- Exacto Sebastián las respuestas que buscamos no las vamos a encontrar de la noche a la mañana; siempre, siempre se requiere de un periodo previo de esfuerzo y lucha, que aunque parezca inútil, es absolutamente necesario para alcanzar lo que deseamos….
- Me estas diciendo que tantos libros, tantos programas de TV, que tanto trabajo no fueron en vano?
- No Sebastián, no lo fueron es mas todo ese deseo, ese empeño y dedicación , que tenias por hallar la respuesta , tu respuesta como tu mismo la llamas, serán generosamente recompensadas…
- Verdad? O sea que voy a conquistar por fin el amor de Juliana?
- Ja ja ja ja , eso sí, desde luego, pero hay mas…
- Más; no entiendo, pero si lo único que yo quería era….
- Si, si Sebastián, se que eso era lo que querías; pero con la respuesta, viene otra serie de responsabilidades que tu mismo tendrás que asumir….
- Ahora si estoy peor que al principio… eso que quiere decir?
- Eso quiere decir Sebastián, que es hora de llamar a las cosas por su nombre… llegó la hora de poner las cosas en orden… esa, precisamente esa, es tu responsabilidad.
- Yo, abuelo, y porque no tú que conoces toda la verdad?
- Yo Sebastián? no me es posible; yo ya estoy muy viejo y cansado; esta responsabilidad a mi no me corresponde; se requiere de mucho valor y de la energía que tu tienes para lograrlo.
- Y porque yo, si tan solo tengo 13 años?
- Ya te lo he dicho muchacho, no te preocupes todas las cosas han sido preparadas para que alcances tu objetivo.
- Mi objetivo abuelo? Y acaso cuál es mi objetivo?
- 1º Entender claramente todo lo que te voy a confesar.
- 2º Comenzar a trabajar mas duro de lo que has trabajado hasta ahora; para que todo aquel que vea tu esfuerzo y tu ejemplo, encuentre en si mismo la respuesta a sus propias inquietudes.
- 3º Revelarle a la mayor cantidad posible de personas la verdad acerca del Misterio de la Navidad y…
- 4º Empezar a vivir tu propia vida ahora que ya conoces la respuesta, tu respuesta, de acuerdo a la verdad que has descubierto y así, anunciar y compartir en su momento la luz que iluminara la oscuridad que habita en el corazón, en la mente de todos los hombres.
- Ahora abuelo?
- Si, ahora; pero no te afanes por eso Sebastián, tu no estarás solo….
- Ah no?
- No Sebastián. Recuerdas que te conté que hay alguien mas?
- Esteeeee, si! Pero quien, acaso no lo íbamos a hacer tu y yo juntos?
- Juntos? Claro, pero ya no será como antes, como cuando íbamos a pescar solos. No! ahora no! Las clases de pesca en el rió ya terminaron, dentro de poco estarás completamente preparado para lanzarte al inmenso mar… ya verás Sebastián, ya verás…
- Me estas asustando abuelo!
- Oh no hijo! ; Los tiempos de temer ya pasaron. Y descuida Sebastián, recibirás toda la ayuda que necesitas para llegar a la meta, tu meta.
- Y cómo abuelo?
- Por el cómo no te preocupes muchacho. Ten fe. Ya vendrá el momento de hablar de eso; por ahora vete ya, es muy tarde son casi las seis y tu madre debe estar por llegar. Y ya sabes Sebastián no desmayes, aguarda confiado con la esperanza puesta en que lo vas a lograr! te lo dije: “Todo esta preparado…”
- Okay abuelo okay, nos vemos. Y gracias abuelo, muchas gracias.
- Al contrario gracias a ti…. Te espero!
Y el abuelo se quedó sentado en su mecedor, pensando y con la cara iluminada por el atardecer…
Y Sebastián tomo su bicicleta y partió rumbo a su casa. En el camino no dejó de pensar en la misma pregunta: “Hay alguien mas? A quién se estará refiriendo mi abuelo; si no es él mismo o la abuela o mis padres, de quien se trata? Será alguien que yo conozco? No! No puede ser pero y entonces como podría saber que yo estaba buscando precisamente esta respuesta? Será que el abuelo… No! No creo. Pero y que tal que sea… Huy, no no no! ideas mías no más, puras ideas mías no más!
Riiiiiiiiinnnnnggg… Riiiiiiiiiiinnnngg… Riiiiinnng…
- Aló? Buenas tardes…
- Aló! Hijo! Soy yo tu padre!
- Aaaaah! Hola pá, cómo estás?
- Muy bien hijo, y tú cómo estás?
- Yo bien pá, ahí…
- Ajá, y tu hermanita?
- Susan? Pues bien, eso creo.
DAVID LEONARDO NORIEGA ORTEGA
FACILITADOR Y COMUNICADOR
CARTAGENA DE INDIAS
COLOMBIA SURAMERICA[/size]
Sofía era propietaria de un almacén de artesanías que en temporada la mantendría muy ocupada; por tanto, se vio en la necesidad de contratar a una niñera recomendada por la abuela Antonia, para que le colaborara con el cuidado y alimentación de sus hijos y entonces la pequeña Súsan, que estaba tan apegada a su padre, cuando este dejo de volver a casa cada sábado como de costumbre , comenzó a llorar y a llorar encerrada en su cuarto; ya no se le veía tan activa y juguetona, por el contrario, su comportamiento cambiaria radicalmente ; la pequeña Súsan ahora ni siquiera peleaba ni discutía con su hermano mayor; no comía lo suficiente y cuando su madre llegaba tarde del trabajo ni siquiera salía a recibirla , con abrazos y besos como siempre; no, ella en cambio se acostaría en su cama haciéndose la dormida. Anteriormente Sofía al llegar, lo primero que hacia era entrar en la cocina para comprobar que los niños habían cenado la comida que les dejaba en el horno microondas, y claro se daba cuenta que los platos estaban intactos; ninguno de los dos se preocupaba por comer, y entonces, debido a esta situación , consulto con Antoine la posibilidad de contratar a una niñera…. Antoine desde luego estaría de acuerdo.
A Sebastián por su parte, le importaba muy poco el hecho de que su madre trabajara hasta tarde; tampoco lo que le pudiera suceder a su hermana y mucho menos le importaba que sus padres hubiesen contratado a una niñera que se hiciera cargo de ellos. Lo único que le importaba realmente a Sebastián, era el poder encontrar la manera de reconciliarse con su gran amiga Juliana, quien desde hacia casi tres años ni le dirigía la palabra no obstante y eso que estudiaban en la misma escuela no obstante los esfuerzos de Sebastián por reparar el error al burlarse de ella.
Recordarán que Sebastián año tras año, durante la temporada escolar, incluso en las Navidades había intentado de todo para hacer que Juliana volviera a ser su amiga, pero nada… “¡La terquedad de Juliana, me desespera!” Eso pensaba Sebastián y además… “Que tengo que hacer para que Juliana entienda que no quise ofenderla, la otra noche al invitarla a rezar la novena; y ahora que voy a hacer si mi padre ni siquiera tiene tiempo para venir a casa a construir el pesebre, entonces como vamos a hacer en esta Navidad, porque sin pesebre no hay celebración, y sin celebración no habría disculpa para invitar a la familia de Juliana a mi casa… y ahora que voy a hacer? Eso y más se preguntaría día tras día. Sebastián le enviaría flores, galletas, dulces; le escribiría cartas de amor , le enviaría regalos… pero nada, Juliana sencillamente lo seguiría castigando con el látigo de la indiferencia; incluso Sebastián se había atrevido junto Daniel y Andrés Juan a llevar una serenata para su enamorada y nada, lo único que recibía a cambio eran portazos en la cara; las flores y los regalos, los devolvía intactos y de las galletas y los dulces ni hablar… Juliana se los daría a su propio perro Robby.
Y de Sebastián… ni hablar; al ver que ya nada le funcionaba, ideó la manera de llamar la atención de Juliana, haciéndose el enfermo.
Su amigo Andrés Juan, quien junto a Daniel le acolitaba todas sus locuras, seria el encargado de avisarle a Juliana; Andrés Juan le contaría que el pobre Sebastián, se encontraba muy delicado de salud, y que los médicos le habían recomendado a Sebastián tomar el máximo de precauciones, por ejemplo, permanecer en su cama recostado, nada de salir a tomar el sol, nada de juegos con sus amigos nada de salir a pescar, nada de dulces ni golosinas, y que se tomara como es debido las medicinas o sino… tendría que internarlo en una clínica de la ciudad, y ahí si, nada de visitas. Juliana, al saber de todo esto se sintió culpable por la salud de su gran amigo Sebastián , y dejando su orgullo a un lado decidió ir a visitarlo; Andrés Juan y Daniel prepararon todo para su visita; llenarían el cuarto de Sebastián, de frascos de medicina, que habían tomado de sus respectivos botiquines , le pintarían la cara con acuarelas de la mamá de Sebastián que lo harían ver espantoso, todo enfermo y demacrado y lo disfrazarían con una bata de dormir de la niñera que lo haría parecer recién operado.
Entre los tres decoraron el cuarto haciéndolo parecer una habitación de hospital; colocaron una botella de suero pedialite amarrada del pechero de la habitación; a la botella le pusieron un pedazo de manguera para pegársela en el brazo con esparadrapo; lo arroparon con seis cobijas de lana muy pesadas y por último le colocaron una venda en la cabeza y le metieron en la boca un termómetro. Ahora todo estaba listo; esa tarde la niñera saldría como de costumbre a hacer algunas compras en compañía de la pequeña Súsan; y Sofía su madre solo llegaría a casa al anochecer… así es de que nada evitaría que Juliana visitara a Sebastián en su lecho de enfermo.
Andrés Juan toco el timbre de la casa de Juliana y antes de que ella saliera, dejo en el suelo frente a la puerta una nota con la foto de Sebastián rogándole para que fuera a visitarlo. La nota decía: “Juliana por favor! no me niegues mi último deseo… quiero verte! ven antes de que sea demasiado tarde atte. : Tu Sebastián.”
Definitivamente Sebastián era un gran actor incluso cuando escribía.
Juliana entonces recogió la foto y al leer la nota se le aguaron los ojos y sin dudarlo un instante salio disparada hacia la casa de Sebastián. Pero antes tomó su abrigo, y encerró con llave a sus pequeños hermanitos. Los muchachos desde la ventana de la habitación de Sebastián observaron todo el cuadro y al verla correr cerraron las cortinas;
Por último derramaron cloro formo en las cuatro esquinas del cuarto para hacer parecer mas dramática la escena. Juliana pasaría corriendo la calle y de repente se encontraría con Sofía, la madre de Sebastián.
- Juliana que sorpresa! pero esta agitada sucede algo?
Y Juliana, sin aliento, trato de explicarle como pudo la razón de su visita.
- Lo lamento Sra. Sofía… lo lamento de verdad…
- Lo lamentas, no entiendo explícate muchacha.
- Si Sra. Sofía quise venir antes como le prometí a Andrés Juan pero me fue imposible. Mi madre me encargó el cuidado de mis hermanitos al salir para la peluquería.
- Andrés Juan? Y que tiene que ver Andrés Juan en todo esto?
- Resulta que Andrés Juan llego al medio día a mi casa para contarme lo que le estaba pasando a Sebastián y yo le prometí que tan pronto como volviera mi madre vendría sin falta.
- Como como como? De que estas hablando Juliana?
- Pues de que hace un momento escuché que alguien tocó el timbre de mi casa y entonces pensé que era mi mamá, quien habría olvidado las llaves, pero cuando fui a abrir no era ella; de hecho no había nadie en la puerta y de pronto encontré tirada en el suelo, una nota con la foto de Sebastián y pues no dudé un instante en venir.
- Juliana me estas confundiendo! cual foto y cual nota de Sebastián?
Y entonces Juliana saco de su abrigo la nota y la foto que había encontrado frente a su puerta.
- Sí Sra. Sofía mire…
Y Sofía efectivamente miró la foto y también leyó la nota que Sebastián había escrito y antes de que pudiera decir una palabra Juliana se lanzó a sus brazos diciendo:
- Lo lamento Sra. Sofía… lo lamento, no tenía idea de que Sebastián estaba tan grave; ni siquiera sabia que estaba enfermo; se lo juro, de haberlo sabido yo misma me habría ofrecido para atenderlo…
- Qué qué… pero Juliana, que dices?
- Esta bien Sra. Sofía, esta bien no me diga nada, no es necesario que me de explicaciones yo la entiendo… y comprendo que usted debe estar sufriendo mucho… pero no se preocupe a partir de ahora puede contar conmigo. Y Juliana no dejaba de abrazarla.
- Pero Juliana, si Sebastián…
- Sí sí, entiendo que Sebastián debe estar sufriendo mucho pero no se preocupe, yo estoy dispuesta a acompañarlo en su lecho. Y voy a estar junto a él tiempo que sea necesario y también voy a estar junto a usted apoyándola en todo momento.
- Juliana, ya esta bien!
- Ya esta bien? Oh no! Sra. Sofía, debe estar confundida; yo misma lo vi en la foto; pero no se preocupe, entiendo que sea muy difícil de aceptar
pero es la realidad… esta bien vamos, vamos, Sebastián debe estar esperando.
Y la Sra. Sofía aún sin entender lo que sucedía se dejo llevar de la mano por Juliana. La puerta de la casa estaba entreabierta pues Andrés Juan al volver la dejó así adrede para que Juliana pudiera entrar; Y juntas entraron sin darse cuenta; entonces la Sra. Sofía buscó en un cuarto y en otro pero no halló a nadie y llamó a la niñera, a la pequeña Súsan y nada no encontró respuesta. Entonces arrastró literalmente por las escaleras a Juliana en dirección al cuarto de Sebastián. Sofía continuó gritando y gritando, llamando a la niñera y su hija; pero Juliana de pronto, le dijo:
- Sra. Sofía tranquilícese, usted no esta sola; por favor no se preocupe, cálmese y permítame entrar primero a ver a Sebastián. Quisiera estar a solas con él… pero por favor cálmese y siéntese aquí, espéreme por favor.
Y Juliana le acercó el banquillo de la mesita del teléfono y ella sin decir palabra aceptó – Eso, así esta mejor señora Sofía, espéreme tranquila quiero saber como esta Sebastián, vuelvo enseguida…
Y la Sra. Sofía se quedó sentada en el banquillo agarrándose las rodillas y mirando de un lado para otro desconcertada, no sabía, no entendía nada de lo que estaba sucediendo y hasta llegó a pensar que estaba en una cámara escondida; que todo era tan solo era una broma y ni siquiera se acordaba del porqué había vuelto a casa tan temprano y pensaba:
- Pero y yo que estoy haciendo aquí? y la niñera y los niños… donde están todos en esta casa - y soltó un suspiro resignada.
Juliana giró la perilla y empujó delicadamente la puerta y preguntó:
- Sebastián estás aquí? soy yo Juliana… - y de repente la puerta se abrió y Juliana se asustó… pero no dijo nada, parecía como si se le hubieran comido la lengua los ratones.
- Hola Juliana, - le dijo Daniel sosteniendo un pañuelo en su mano izquierda y agregó – Que bueno que viniste, pasa…
- Daniel, no sabia que estabas aquí, pero estas llorando!
- No es nada, pasa – contestó Daniel.
Los tres muchachos, aunque no sabían que Sofía había llegado con ella, habían pensado en todo; Daniel y Andrés Juan tomaron un par de pañuelos prestados del cajón de la ropa del Sr. Antoine para empaparlos con agua del lavamanos de su habitación y aprovecharon para aplicarse algunas gotas en los ojos para hacerle creer a Juliana que no habían parado de llorar…
- Andrés Juan, tu también? – preguntó Juliana.
- Si Juliana, pensamos que no ibas a venir - contestó Andrés Juan.
- Cómo se te ocurre, claro que tenia que venir y mucho más al ver la foto de Sebastián.
- Ah, la viste! Y la nota?
- La nota también. Tan pronto la leí Salí corriendo para acá – contestó Juliana y preguntó: Pero dime Andrés Juan, Sebastián cómo está? Esta dormido?
Sebastián al ver semejante reacción quedó como mudo, sin palabras y espero para ver que sucedía.
- Dormido no, ejem! Tan solo un poco mareado – intervino Daniel al tomar uno de los frascos que estaban en la mesita de noche junto a la cama y concluyó – ya sabes Sebastián ha tenido que tomar muchas medicinas, de hecho ahora mismo le toca la de las cuatro…
- A sí? Ven presta, yo se las doy…- le dijo arrebatándole el frasquito de las manos.
- Juliana! – replicó Daniel.
- Déjame, cuantas cucharadas tengo que darle?
- Cucharadas? – preguntó Daniel confundido.
- Ejem… dos Juliana. Son dos cucharadas las que hay que darle – intervino Andrés Juan.
- Andrés Juan! Como se te ocurre? – le dijo Daniel
- No te preocupes Daniel, ella sabe lo que hace.
Pero Sebastián en su lecho de enfermo, no escuchaba nada, tan solo tenía oídos para la melodiosa voz de Juliana, y observaba cada uno de sus movimientos con los ojos entreabiertos y, como siempre su corazón le saltaba cual tamborilero cada vez que estaba cerca de Juliana, de su Juliana. Y Sebastián no sabia si reírse a carcajadas por las escenas de locura de sus amigos o ponerse a llorar al ver la ternura y compasión de Juliana, y pensaba: “Juliana mi amor, estás aquí. Lo logré! estás aquí! Y ahora sí que no puedes negar que me amas y que sufres por mí! Juliana…
- Muchachos déjenme a solas con Sebastián; yo me encargo de él.
- Esteeeee, yo… -replicó Daniel; y Andrés Juan completó – Ejem, ejem, esteeee, vamos Daniel, ellos tienen muchas cosas de que hablar.
- Como así Andrés Juan, acaso Sebastián puede hablar? Yo pensé que…
- Ejem, ejem, noooo Juliana, lo que quiso decir Andrés Juan es que tu debes tener muchas cosas para contarle.
- Exacto, eso fue lo que quise decir ; no te preocupes quédate el tiempo que sea necesario.
- Bueno bueno, váyanse ya.
- Esta bien Juliana, ahora nos vemos – contestaron en coro saliendo de la habitación y Sebastián pensó: “ Cómo… que tienes cosas que contarme? Dime mi amor, te escucho; tu Sebastián es todo oídos!”.
Y el corazón de Sebastián, como siempre parecía a punto de estallar: pum pum, bis; pum pum, bis
Y Juliana entonces le acomodó una almohada bajo la cabeza y se inclinó suavemente hacia él, pidiéndole que por favor abriera los labios para darle un par de cucharadas del jarabe, y empezó a derramárselo poco a poco en la boca. Sebastián no dejaba de mirarla fijamente a los ojos, la observaba y le encantaba la forma en que Juliana lo consentía y pensaba: “Juliana, mi Juliana, mi amor!”, y aunque el jarabe en realidad sabía a destapador de cañerías, él ni se inmutaba, y creía que tenía el sabor inconfundible del chocolate blanco derretido y entonces Juliana le dio a tomar la segunda cucharada. Pero de pronto este par de tortolitos escucharon cuando la puerta se abrió y enseguida un ruido aterrador…
Daniel y Andrés Juan al salir del cuarto de Sebastián ni se percataron de la presencia de Sofía y empezaron a reír la broma a carcajadas, sin embargo, Daniel preguntó: “ La viste? Viste su cara…? Jua, jua, jua, jua…
Pero la alegría no duró mucho. Pues ambos muchachos sin querer estrellaron su mirada en los ojos de la Sra. Sofía y se callaron bruscamente temblando del susto, se pusieron de mil colores; y Daniel por poco se orina cuando la Sra. Sofía les preguntó: “ Andrés Juan? Daniel? Ustedes dos que están haciendo aquí?
Y ellos al verla, respondieron tartamudeando a una sola voz: “se-se-se-señora So-So-So-Sofía, co-co-co-cómo está? Esteeee yo-yo-yo, nosotros ya-ya-ya ya nos íbamos; Entonces se miraron mutuamente y agregaron: “Hasta-ta-ta-ta-ta luego! y, como volador sin palo salieron corriendo despavoridos por las escaleras. Y la Sra. Sofía, que aún no entendía nada, de repente gritó: “Sebastián!!!”
Y abriendo la puerta preguntó:
- Qué? Que es este olor? Y esto… que significa todo esto? Sebastián!!! – dijo señalando con las manos.
Los muchachos, Juliana y Sebastián habían quedado paralizados con el grito inicial. Y Sebastián tan solo se atrevió a decir:
- Ma… mamá, yo, yo puedo explicarte… yo… te lo puedo explicar todo…
Y Juliana al ver la reacción de Sebastián parecía como si se lo fuera a comer vivo y le dijo:
- Explicar? Explicar qué Sebastián – preguntó Juliana - acaso tú no estás enfermo? Acaso no es cierto que te ibas a morir?
Y Sebastián pensó que en ese momento era mejor que se lo tragara la tierra. Y a Juliana se le aguaron inevitablemente los ojos de la rabia.
- Juliana, Juliana, espera no te apresures, escucha, tranquilízate, yo te lo puedo explicar…
- Explicar? Aquí no hay nada que explicar Sebastián, todo esta muy clarito. Tú… Me engañaste!!!
Y Juliana salió corriendo del cuarto sin parar de llorar.
- Juliana… yo… e intentó detenerla pero…
- No señor! – lo detuvo Sofía agarrándolo por el brazo – un momentico tu no te mueves ni un paso de aquí, hasta que no me digas que es lo que significa todo esto.
Y Sebastián no tuvo oportunidad de explicarle absolutamente nada a su Juliana y tampoco pudo pasar por alto a su señora madre.
La Sra. Sofía después de escuchar con atención y enterarse de todos los detalles de la historia por boca de su propio hijo no sabía si morirse de la risa o colocarle un castigo ejemplar; aunque no tardó mucho en tomar la decisión correcta. La Sra. Sofía inmediatamente después visitó personalmente a los padres de Daniel primero y a los de Andrés Juan mas tarde, con el ánimo de promover en sus respectivos padres el mismo sentimiento que tuvo ella al conocer la razón del comportamiento de los chicos. Era obvio que no podrían dejar pasar esta oportunidad castigándolos drásticamente, para sentar precedentes, cosa de que a los chicos no se les ocurriera mas tarde realizar una fechoría semejante.
Dicho y hecho a Daniel no le permitirían ver televisión en las próximas cuatro semanas tiempo durante el cual tendría que ocuparse de todos los oficios de la casa al salir de clases; sin descansos; sin parar.
Después de semejante castigo, en el vecindario se rumoraba que nunca más se volvería a ver una casa tan reluciente como la suya.
Que ironía verdad?
A Andrés Juan por su parte, no le iría nada mejor. En medio de las condiciones tan pobres en que vivía con su familia, como si fuera poco, tendría que ir a la cama sin cenar, las próximas cuatro semanas; aunque a decir verdad no era mucho lo que estaba perdiendo: agua de panela fría y un trozo de pan duro como siempre, además nada de TV. y al igual que a su amigo Daniel, una serie de trabajos caseros como barrer el patio, cortar el pasto del jardín y arreglar las plantas de su madre… y encaramarse al techo para tapar las goteras, destapar las canales y bajantes; y no solo esto; aunque Andrés Juan no quiso reconocerlo nunca, recibir los golpes y el maltrato de parte de su padre: un militar retirado que frustrado de la vida, cada vez que podía se lo recordaba con lujo de detalles a su familia; sí, Andrés Juan sería golpeado brutalmente por su padre y la Sra. Juana al querer interceder por el muchacho recibiría como siempre la peor parte.
Y qué decir de Sebastián, nada de televisión por un mes, así es de que ni modos de ver el Discovery Channell; y nada de libros tampoco y sobre el hecho tendría que colaborar a diario con el arreglo de la casa. Lo único bueno para Sebastián se basó en el hecho de que su padre no se enteraría jamás de lo ocurrido…
- Gracias mamá, gracias por no contarle nada a papá. Te juro que nunca más lo vuelvo a hacer; pero por favor te ruego que tampoco le cuentes nada a la niñera, ni a la pequeña Susan de lo contrario…
El pobre de Sebastián estuvo al borde de despedirse para siempre de su bicicleta nueva y desde luego del campamento de verano para el próximo año. En fin, no le quedó más remedio que resignar la posibilidad de conquistar a Juliana. Pero bueno hay que reconocer que la vida puede dar giros inesperados y que cuando uno menos lo espera, cualquier cosa puede suceder…
- Un momento Sebastián no será otra de tus locuras no? – le dijo Andrés Juan mirándolo a los ojos – sabes bien por las que tuvimos que pasar por culpa de la broma que le jugamos a Juliana; no creo que Daniel quisiera vivir de nuevo la misma experiencia; tu sabes que a los tres nos fue como a los perros en misa.
- Nada de eso, Andrés Juan; esta vez no se trata de broma alguna y de hecho para lo que estoy haciendo no será necesario que ninguno de los dos tenga que intervenir.
- Cómo Sebastián, no entiendo nada de lo que dices.
- No hay nada que entender esta vez no voy a cometer ningún error; sí, esta vez no puedo fallar!
- Sebastián estas hablando de una forma muy extraña; no será que con el castigo que te puso tu mamá se te safó un tornillo?
- Al contrario Andrés Juan en este momento me siento mejor que nunca; nunca antes me había sentido mejor!
- Jum! Definitivamente algo te esta pasando; pero dime tiene eso algo que ver con todos estos dibujos?
- Algo no! Todo! Todo tiene que ver con este pesebre; mi gran pesebre de Navidad.
- Tu pesebre? Jum! Será el pesebre de tu papá, por que, que yo sepa tú solo ayudas a tu papá a construirlo cada año…
- No Andrés Juan esta vez no. Esta vez es diferente. Tu ya sabes que a mi padre le ofrecieron un nuevo cargo en la fábrica donde trabaja y por eso esta Navidad será diferente porque a él no le va a quedar tiempo de venir cada sábado de la ciudad como de costumbre debido a que tiene que atender otros asuntos en su empresa.
- En eso estamos de acuerdo Sebastián pero, y…?
- Pues muy fácil Andrés Juan, que yo mismo me voy a encargar de hacerlo.
- Y tu mamá y la pequeña Susan?
- Jum! Mi madre tampoco tiene tiempo, pues el almacén le consume todas sus fuerzas y de mi hermanita ni hablar, ahora se la pasa encerrada en su cuarto llorando y mirando por la ventana a ver si aparece mi padre.
- Claro! como ya no tiene quien la consienta – replicó Andrés Juan.
- Exacto! Como será que hasta metió el teléfono del segundo piso en su habitación esperando una llamada que nunca llega.
- Así es la cosa? Y tus Abuelos?
- Ejem, Ejem, Ejem… Tu si eres chismoso no Andrés Juan?
- Eso es lo malo tuyo Sebastián, eso es lo malo tuyo; no me malentiendas, solo quiero saber si tus abuelos están de acuerdo con lo que piensas hacer.
- Mis Abuelos? Pues claro si gracias a ellos pude tomar la decisión. Ellos mismos me motivaron para que lo hiciera.
- Cómo así? Y ellos por que?
- Pues bien, recuerdas que el mes pasado cuando estábamos castigados, al vernos en el colegio te conté lo que había estado haciendo? Recuerdas que te conté que por las tardes al terminar con todos los deberes del colegio y los quehaceres de la casa me iba sin que la niñera se diera cuenta a pescar con el abuelo, recuerdas?
- Sí, sí claro pero y que pasó?
- Pues que gracias a mi abuelo estoy a punto de encontrar la respuesta!
- Cómo, cómo, cómo, de que hablas Sebastián?
- De la respuesta Andrés Juan! De la respuesta a la pregunta que llevo escribiendo en mi diario durante los últimos tres años desde aquella Navidad, recuerdas?
- Jum! Yo no me acuerdo.
- Cómo no Andrés Juan; acaso se te olvida que Juliana y yo dejamos de hablarnos hace tres años?
- Sí, sí Sebastián de eso sí me acuerdo pero y?
- Pues precisamente, recuerda que ese día cuando me fui a invitar a Juliana a rezar la novena, tuvimos una discusión que acabó por sembrar en mí la duda de lo que hasta ese momento era la verdad.
- La verdad? Ahora si quedé gringo.
- Gringo? Gringo quedé yo cuando Juliana me contó que de donde venía no se celebra la Navidad como aquí, sino que ellos solo creen en Santa Claus y por eso desde esa misma noche empecé a escribir en mi diario casi todos los días la misma pregunta…
- Pero, cuál pregunta Sebastián?
Y Sebastián sacando el diario del escritorio de su padre, le señaló:
- Esta, Andrés Juan lee tu mismo…- y Andrés Juan leyó en voz alta: “Será el Papá Noel; será el Niño Dios; será el Ratón Pérez; serán nuestros padres? Quién es en últimas el que entrega los regalos en Navidad…?
- Ajá, y entonces?
- Pues que ahora estoy a punto de conocer la verdad; y precisamente por eso estoy seguro que esta vez no puedo fallar!
- Fallar? Fallar en qué Sebastián?
- Mi amigo, mi gran amigo – le dijo Sebastián pasándole el brazo por los hombros – recuerda que estas últimas navidades no han sido del todo felices para mí.
- Estás bromeando? Pero si tú lo tienes todo! Ya quisiera pasar una sola de las navidades que tú has vivido.
- No te equivoques Andrés Juan, desde aquella noche, cuando Juliana me cerró la puerta de su corazón, entendí que todo lo que hasta ahora había tenido, no importaba ya, y que incluso sería capaz de dejarlo todo con tal de vivir un solo día junto a ella.
- Já! Yo ya sabía que estabas enamorado de ella, pero, tanto así como para dejarlo todo? No exageres Sebastián, no exageres!
- Andrés Juan, todo lo que he vivido hasta ahora no tendría valor alguno si no estuviese seguro de encontrar la respuesta que tanto busqué.
- Y dale con la famosa respuesta, que bicho te picó Sebastián? No estarás alucinando?
- Nó, Andrés Juan; al contrario, la respuesta de la que te hablo puede hacer que tú y que Daniel y que Juliana y que muchas familias conozcan la verdad y la vivan intensamente si quieren. Andrés Juan llegó la hora de hacer nuestro trabajo, llegó la hora de descubrir el Misterio de la Navidad.
- Jum! Yo el único misterio que quisiera descubrir es porque mi padre nos trata tan mal y porque ni siquiera me da un abrazo o aunque sea un buen consejo.
- De eso se trata Andrés Juan cuando tu padre y todas las personas que como el maltratan a sus familias lleguen a conocer la respuesta comprenderán que existe una solución para todos sus problemas.
- Y ahora estás hablando como un pastor Sebastián, que es lo que te pasa? Estás muy raro.
- Raro Yo? No Andrés Juan, tan solo diferente; después de lo que me contó el abuelo todo, todo ahora es diferente, muy diferente.
- Está bien Sebastián; esta bien, te creo… – y Andrés Juan empezó a gritar como loco – ¡¡¡Pero hasta cuando me vas a contar lo que te dijo tu abuelo!!!
Y Sebastián pensó: “ Huy, pero qué carácter! Y enseguida cambió el tono de su voz como si cambiara también de personalidad y al fin respondió…
- Lo siento Andrés Juan me dejé llevar por la atmósfera del momento; está bien, te lo voy a contar; escucha:
“Una tarde, mi abuelo y yo quedamos de encontrarnos en el pequeño puente de madera que está sobre el río para ir a pescar, ahí cerca de su casa. Normalmente caminábamos río abajo hasta las grandes rocas que se encontraban justo antes de las cascadas; ahí en el punto en que los peces llegaban y rodeando las rocas empezaban a nadar contra la corriente. Claro, ahí, justo ahí, la pesca estaba asegurada. Decenas de truchas Arco-Iris combatían ferozmente en contra de la corriente del río saltando una y otra vez para evitar ser absorbidas por la fuerza de las aguas, que iban a parar en una caída de por lo menos treinta metros de alto. Desde luego no todas corrían con la misma suerte, pues algunas de las más jóvenes y pequeñas no tendrían la agilidad suficiente como para contrarrestar la fuerza del río y acabarían en caída libre estrellándose de lleno contra el gran manantial que era permanentemente regado por la hermosa cascada.
Mi abuelo me enseñó a escoger la carnada; me enseñó como colocarla fijamente en los anzuelos; me enseñó a lanzar correctamente el sedal, y luego me enseñó a reconocer cuando una trucha había picado; y también me enseñó a dejar correr el pez, pues si tiraba inoportunamente de la caña de pescar, correría el riesgo de perder la presa. Mi abuelo, todo un experto pescador, hacía gala de su incalculable pericia a la hora de pescar; cualquiera que lo veía, pensaría en sus adentros que el pescar una buena pieza sería absolutamente sencillo, fácil de hacer; pero la verdad, no era tan sencillo. Yo mismo cuando estaba aprendiendo, cometía casi siempre los mismos errores y eso que contaba con el mejor de los maestros. Cuando no tiraba mal el sedal, colocaba mal la carnada; cuando no se me enredaba el nylon, tiraba demasiado rápido de la caña y claro, la trucha lograba escapar. Muchos intentos, muchas tardes, serían prácticamente una pérdida para mí, pero no para mi abuelo; para él el no pescar ni una sola trucha no era de por sí un fracaso; mi abuelo siempre decía:
- “ Muchacho, no te preocupes, hay que perder para ganar” –
Y claro, yo le recordaba que esa frase también la repetía Maturana el técnico de la selección, y el resultado era siempre el mismo: Colombia eliminada del Mundial; Já! Pero mi abuelo que tenía la fortaleza de un roble, me decía que lo que me debía preocupar no era tanto “perder” la trucha, sino que aprovechara esa circunstancia para “ganar” experiencia; y como siempre tendría toda la razón; pues al ganar experiencia aprendería… sí, aprendería a no cometer los mismos errores… aprendería que la próxima vez podría hacerlo mejor si seguía los pasos correctos… y así fue…
Aunque me tardé algo más que otros principiantes, al fin, lo logré…
Pesqué mi primera trucha: una hermosísima y brillante trucha Arco-Iris como de cuarenta centímetros de largo y como recompensa mi abuelo me compraría unos espectaculares neumáticos para mi bicicleta. Mi abuelo después de recoger con la malla el pescado, le sacó el anzuelo, y lo revisó por todas partes; luego me lo entregó en mi propias manos todavía vivo, aunque tan solo por unos segundos pues enseguida me lo quitó; para qué? Yo pensé que lo íba a meter en la nevera plástica, pero no, no era para eso; sin embargo yo alcancé a imaginarme a la abuela Antonia preparándome un suculento banquete acompañado de mis papitas favoritas y de una de las exquisitas ensaladas de su especialidad; y pensaba “ Hummmm que delicia!
Pero ni modos, nada de eso se haría realidad.
Mi abuelo tomaría la trucha y la inspeccionaría por última vez, después la devolvería al río para que siguiera su curso...
Y yo sorprendido, vi como se perdería en la profundidad el premio a tanto esfuerzo.
- Abuelo pero qué has hecho? Si era mi trucha, mi primera trucha abuelo!
- ya te lo he dicho otras veces Sebastián hay que perder para ganar.
- Pero abuelo no tenías derecho! era mía, cielos… mi primera trucha!
- Muchacho tienes mucho que aprender.
- Pero abuelo déjate ya de filosofías; no entiendes? Trabajé mucho para lograrlo y tú sin más la devuelves al río, por qué?
- Te lo repito muchacho, tienes mucho que aprender; la hermosa trucha que pescaste, no era una trucha cualquiera, lo supe tan pronto la vi.
- Cómo, cómo, cómo?
- Sí Sebastián tuviste la fortuna de pescar una increíble trucha madre que aún no había soltado sus huevecillos; si no la hubiésemos devuelto al río los pequeños que llevaba en su vientre no habrían tenido la oportunidad de nacer y crecer hasta convertirse en grandes truchas que tú si podrías conservar.
- Cómo? O sea que yo…
- Sí, tú has tenido la fortuna de pescar a un pez que muchos pescadores alrededor del mundo no han podido sino imaginar; Ese es precisamente el significado de perder para ganar, ese es el premio y tu eres el ganador tarde o temprano lo entenderás.
Y Sebastián de un momento de rabia y desconsuelo, pasó a sentirse como el más afortunado de los pescadores; y le dijo: “ Gracias abuelo, muchas gracias!”.
- “Perder para ganar” Jum! Linda historia verdad?- preguntó Sebastián.
- Así es, muy conmovedora; pero Sebastián que tienen que ver tus clases de pesca con la famosa respuesta?
- A eso voy Andrés Juan; yo no se pero parece como si mi abuelo estuviera preparando el camino.
- El camino? El camino hacia donde?
- Es una metáfora, Andrés Juan.
- Una que?
- Una metáfora; o sea una forma diferente de decir las cosas.
- Decir qué cosas Sebastián?
- Andrés Juan a veces pareces medio tarado? O es que te haces?
- Cómo?
- No me hagas caso, olvídalo. Lo que quiero decir es que mi abuelo aprovechó cada visita que le hacía, para ir conociéndome más a fondo, para saber de mis inquietudes.
- Y… cómo?
- Mi abuelo se valió de la pesca para hacerme entender algunas cosas; recuerdas que me la pasaba viendo Discovery Channel ó también leyendo algunos libros de historia?
- Sí, lo recuerdo y?
- Que con la forma de explicar de mi abuelo, algunas de mis preguntas parecían las más bobas del mundo.
- Ah nó, eso si que no es ningún descubrimiento…
- Cómo, te estás burlando?
- No, no, no, no es eso Sebastián es solo que…
- Mejor no digas nada; el caso es que yo no sé pero mi abuelo se enteró de las preguntas que escribía en mi diario.
- No puede ser, si tú guardas tu diario con mucho recelo.
- Exacto. Alguien le debe estar sirviendo de espía y no estoy seguro pero parece que es mi hermanita.
- Cómo, la pequeña Súsan? Imposible, yo no creo que sea capaz, ella muy bien sabe lo que le espera donde le dé por abrir la boca.
- Ajá, de acuerdo. Pero y entonces dime tú cómo hizo el abuelo Francisco para enterarse de lo que yo estaba buscando ah?
- El ya sabía? Y cómo, si ni siquiera Daniel ni yo tenemos acceso a tu diario?
- Eso es lo raro Andrés Juan yo a nadie le he comentado y mucho menos a la pequeña Susan.
- Ya sé! Debió ser la niñera! Claro Sebastián, ella puede entrar en tu habitación cuando tú no estas; claro! Debió ser ella, tu abuelo la contrató como espía… ya decía yo que tanta belleza no podía ser cierta.
- Cómo, cómo, cómo?
- Es ella! Tiene que serlo; si fue la misma abuela quien se la recomendó a tu mamá; claro! Así no despertaría sospechas y podría llevar toda la información que tu abuelo le pedía. Claro Sebastián tu niñera es una espía y de las buenas.
- Qué espía ni que nada, Andrés Juan; yo no me refería a eso, ella no es capaz ni de matar a una mosca.
- Já! Eso crees Sebastián; así son las espías bien entrenadas, y cuando uno menos lo espera… ¡Zas! Dan el golpe final dejándolo a uno boquiabierto y viendo un chispero. Yo vi una película en que…
- Andrés Juan ya basta! Esto no es una novela policíaca ni mucho menos. Yo lo que te pregunto es que como así que tanta belleza no puede ser cierta, es que acaso te gusta mi niñera?
- Que si me gusta? Eso ni se pregunta hermano! Pues claro! Si hasta he tratado de convencer a Daniel de traerle serenata, pero él siempre me sale con el mismo cuento, de que la religión no se lo permite.
- Ja, ja, ja, ja; Ay, Dios mío! este Andrés Juan no cambia ni con un rayo en la cabeza.
- Con un rayo de su amor talvez…!
- Andrés Juan, ya basta! Nos salimos del tema otra vez, quieres que termine de contarte o…
- Sí, si, si, si Sebastián, no te preocupes sigue, sigue.
- Te decía que no puede ser la niñera, porque ella ni sabe que estoy escribiendo un diario. Todas las mañanas antes de salir para el colegio, lo escondo en mi caja fuerte, tu sabes ahí donde está el ladrillo suelto de la pared, te acuerdas?
- Sí, si, si ahí detrás de la fotografía de tu padres. Ahí no lo encuentra ni Mandrake!!! Pero si no es ella, entonces quien?
- Yo no sé, pero que tal que mi abuelo se haya enterado por boca de otra persona?
- Otra persona? Nooooo imposible! Si ya los descartamos a todos.
- No Andrés Juan, no me refiero eso. Existe alguien con quien hablo casi todas las noches y por supuesto, le he hecho las mismas preguntas.
- Todas las noches? A quién? Si acaso no me decías que te la pasabas encerrado en tu cuarto… ¡Ah! Ya sé… vía Internet. Pero cómo, has estado chateando con alguien de la red?
- No, no, no, tu sabes que cuando chateo no le digo a nadie ni mi nombre de pila…
- Cuál? Energizer? Jua, jua, jua, jua, jua…
- Já… já… já… tan gracioso! Lo que quiero decir es que…
- Lo que quieres decir es que talvez te estás volviendo loco! Jua, jua, jua, jua…
- Eso es lo malo tuyo Andrés Juan! yo estoy hablando en serio, y tu no haces más que burlarte!
- Huuuyyy, pero que carácter!!!- pensó Andrés Juan y le preguntó:
- Esta bien, está bien, pero aún no me has dicho con quien es que hablas todas las noches.
- Pues con alguien que yo pensé que me podría ayudar, pero ¡bah! Hasta ahora, nada de nada.
- Y… acaso hay alguien más que pueda hacerlo?
- Yo espero que sí! Incluso hasta creo que mi abuelo lo conoce…
- De verdad? Y cómo?
- Escucha Andrés Juan, préstame mucha atención. Lo que quiero contarte es muy importante para mí. Tú sabes que llevo casi tres años dándole vueltas a este asunto, tratando de encontrar una pista que me ayude a resolver este acertijo. Ni mi madre, ni mi padre me han querido ayudar.
- Já! Y que lo digas; esto lo que parece es un capítulo de Archivos X!
- A veces pienso lo mismo; pero no me interrumpas y deja que te cuente la segunda parte.
- Está bien, adelante, continúa.
- Mira, resulta que hace como quince días, la última vez que nos vimos, el abuelo me dijo que ese día no era necesario bajar a las rocas para pescar; me dijo que esta vez quería enseñarme algo distinto; algo que seguramente me íba a gustar mucho; y yo desde luego, le hice caso sin hacer preguntas; mi abuelo estaba muy extraño; me agarró de gancho por el brazo y comenzamos a caminar en dirección al puente; lo noté algo cansado pero no le dije nada; de camino al lugar no dijo ni una sola palabra y yo menos; aunque quise preguntarle que le pasaba; tú sabes, el abuelo es distinto.
- Y que lo digas y entonces, qué pasó?
- Cuando llegamos, quise preguntarle si estaba enfermo o algo así pero, como si me hubiese leído el pensamiento me dijo:
- “No te preocupes muchacho, no es nada; hoy tan solo quiero que nos sentemos a conversar.
- Está bien abuelo pero, y las clases?
- Hoy no Sebastián, hoy vamos a darles un pequeño descanso a las truchas, deben estar hartas de tanto tragar anzuelos.
- Ok abuelo, Ok; dime, te pasa algo?
- Oh no Sebastián, yo estoy de maravilla, es solo que hay algo que debes saber.
- Es que acaso hice algo mal la última vez?
- No, no mijo, si lo has hecho muy bien hasta ahora.
- Y entonces?
- No te inquietes, solo quiero hacerte algunas preguntas.
- Sobre qué abuelo?
- Sobre ti, quiero saber como estás? Cómo están tus cosas?
- Yo? Muy bien. La escuela va muy bien, y aunque hace unas semanas
- no veo televisión, ni leo mis libros de historia, he terminado por cogerle cariño a la lavada de los pisos, y a la limpieza de polvo de los muebles de la casa. Ya ni siquiera extraño las horas de Internet.
- Estas seguro? Estas seguro que no tienes nada que contarme?
- Nooooo, no que yo sepa…
- Y que me dices de Juliana?
- Juliana? Qué Juliana abuelo?
- Sebastián!!!
- Está bien, está bien, pero y qué quieres saber?
- La has visto? Has hablado con ella?
- Verla? si claro todos los días en el autobús, en la escuela, entrando o saliendo de su casa ; claro casi en todas partes!
- Y… has hablado con ella?
- Hablar? No abuelo ni en mis sueños… jum!, ella no quiere ni verme!
- A no? Y porque?
- Que porqué? acaso se te olvida la razón por la que estoy castigado?
- Oh no! Claro que no; buen montaje ese de la habitación de hospital.
- Te parece? estuvo fenomenal abuelo; la hubieses visto, te hubieras reído como nunca.
- Lo hice Sebastián! lo hice, reí como loco!
- Cómo, y cuándo?
- Cuando tu madre me lo contó!
- Mi mamá?
- Sí, ella quiso comunicarse con Antoine, pero no lo consiguió; quería contárselo a alguien; desahogarse y terminó por llamar a mi casa; cuando me lo dijo, yo mismo estuve de acuerdo en que hablara con los padres de Andrés Juan y de Daniel..
- Como? O sea que tu…
- No te adelantes Sebastián, tu madre estaba muy dolida por tu comportamiento, y sin embargo luego de acordar conmigo tu posible castigo, reconoció que fue algo muy creativo; y me dijo que tu padre jamás habría sido capaz de cosa semejante para conquistar su amor, y que sin embargo le hubiese encantado que lo hiciera, porque a tu papá siempre le falto esa chispa que a ti te sobra.
- Mi mama te dijo eso?
- Aja! Y eso no es todo, me confeso que si ella misma hubiese estado en el lugar de Juliana te habría jurado amor eterno..
- Cómo… Mi ma-má?
- Si, tu madre, que poco la conoces Sebastián; ella y aunque después de que pase todo esto le sea muy difícil reconocerlo le encantó la broma que le hiciste a Juliana; y Sofía no paraba de reírse, si hasta pensó que Juliana también estaba involucrada, pues la vio tan convincente y decidida al preocuparse por tu salud, que cuando entendió que no tenia nada que ver, estuvo a punto de salir corriendo para su casa a disculparse personalmente a nombre tuyo y yo le dije que no y que era mejor que permitiera que “las cosas” siguieran su curso.
- Y porque abuelo? si mi madre lo hubiera hecho me habría ahorrado montones de horas preocupándome por encontrar una disculpa creíble para que Juliana me perdonara.
- No muchacho, era mejor así; de lo contario no habríamos tenido suficiente tiempo para pescar y así conocernos mejor.
- Cómo, o sea que tu preparaste todo esto?
- No Sebastián, no fui yo, de hecho yo tan solo estoy cumpliendo con mi papel.
- Tu papel? De que se trata todo esto?
Y Sebastián se incorporó bruscamente!
- Tranquilo Sebastián, no quiero que te enfades, ven siéntate, hay algo que tienes que saber, es hora que conozcas la verdad.
- La verdad? No entiendo nada!
- Ven muchacho, ven, siéntate; entiendo que estés confundido, pero no te preocupes, te voy a explicar.
Y Sebastián tomándose la cabeza con ambas manos para tratar de entender lo que sucedía, terminó por sentarse en el puente, junto a él.
- Esta bien abuelo, me calmo, dime que es lo que pasa? Que es lo que me tienes explicar; de que verdad, de que hora me estas hablando…
- Espera Sebastián; vamos paso a paso, en primer lugar no me juzgues por estar de acuerdo con el castigo ejemplar que tu madre quiso que tuvieras; reconoce que aunque fue una buena broma, no hay justificación alguna para utilizar a tus amigos como cómplices sin pensar en las consecuencias; ellos también salieron afectados no solo tú, en segundo lugar sabes bien que cuando se cometen errores hay que asumir la responsabilidad de corregirlos y comprometerse a no reincidir en ellos, claro; en tercer lugar, quiero que sepas que llevo muchos años esperando este momento aunque reconozco que me equivoqué al pensar que Antoine, tu padre, era quien se iba a encargar de revelar la verdad, pero ya ves, ni siquiera su gran afición de construir pesebres en Navidad lo acercó a la meta, y ahora mucho menos debido a sus múltiples ocupaciones en la fábrica…
- Abuelo pero… y que tiene que ver mi padre en todo esto?
- Ya te lo dije Sebastián y por favor trata de escuchar, trata de entender, vamos por partes. A ver, si pensabas que esta Navidad no vamos a celebrar la novena, te equivocas!
- Y tu como sabes lo que yo estaba pensando?
- Lo sé Sebastián, y no preguntes cómo… solo lo sé y no me interrumpas por favor! Por otra parte, si pensabas que la respuesta a tu gran interrogante no iba a llegar nunca, pues también te equivocas.
- Abuelo, tú…
- Sebastián! Por favor no me interrumpas…
Si creías que ayudando a tu padre a construir año tras año el pesebre, ibas a encontrar la manera de atraer a Juliana, pues también te equivocas.
- como abuelo? Es que tú…
- Sebastián!!!
- Está bien está bien me callo la boca.
- Si llegaste a imaginar que dejando todo de lado, ibas a poder continuar tu vida echando todo al olvido como si nada… pues no señor también te equivocas. Y porqué? porque llegó la hora de tomar el toro por los cuernos; llegó la hora de hacer lo que te corresponde; llegó la hora de terminar con el trabajo para el que has sido entrenado durante tantos años. No creas que fue casualidad que tu papá fuera promovido como Director de la empresa donde trabaja; no creas que es tan solo una coincidencia que a tu mamá ya no le quede ni tiempo para dedicárselo a la pequeña Súsan y a ti, a causa de su almacén, no señor! no vayas a creer que es casualidad que preciso Juliana se haya mudado al frente de tu casa y que preciso venga de los Estados Unidos donde en mucha partes, ni se reza la novena; no vayas a creer que es pura coincidencia que hayas escrito tantas y tantas veces en tu diario las mismas preguntas: “Será Papa Noel; será el Niño Dios; será el Ratón Pérez; serán nuestros padres, hasta cuando, hasta cuando voy a resolver este misterio hasta cuando voy a conocer la verdad? No señor no es casualidad. Sebastián estás loco si crees que es casualidad que te la pasabas estudiando libros de historia, viendo especiales de TV, metido día y noche en la Internet, buscando y escarbando para hallar la respuesta, tu respuesta!
Estas loco si crees que el haber entendido que en mundo tan grande, con tantas culturas diferentes, es casi imposible que todos los seres humanos, crean en lo mismo que tú… que solo puede ser el Niño Dios quien trae los regalos en Navidad, estás loco Sebastián, te equivocas.
Estas loco si piensas que tantas horas, tantos días , tantas noches meditando, cavilando, y pensando, siempre en lo mismo iban a resultar inútiles si al fin y al cabo no ibas a encontrar la respuesta, tú respuesta; estás loco Sebastián, así no funcionan “las cosas…”
- Abuelo, pero tú, como puedes? Cómo sabias que yo…
- Yo en tu lugar, también estaría pensando en dejarlo todo, en olvidarlo todo, en dejarlo todo atrás como si fuese un mal sueño y continuar, seguir adelante, sin las huellas del pasado.
Y el abuelo Francisco hizo una pausa
- Pero no Sebastián, así no funciona el mundo - y arrancó con nuevos bríos - no así, no! tu no eres un perdedor, al contrario eres alguien que tiene todo lo necesario para alcanzar el éxito; y si te preguntabas sobre mi papel pues si, ese precisamente es mi papel; el de recordarte el camino que has tenido que pasar; el de recordarte que no has perdido el tiempo buscando; el de recordarte que has sido bendecido, prácticamente en todo, bendecido en tus padres, tu familia, bendecido en tus amigos…. Sebastián llegó la hora de abrir los ojos… llegó la hora de despertar y permitir que la luz ilumine todo tu ser… llegó la hora de hacer tu parte en la construcción de un mundo mejor… llegó la hora de revelar la verdad. Sebastián, al fin llegó la hora de descubrir…
“¡EL MISTERIO DE LA NAVIDAD!” y…
- Como así abuelo? O sea que tu sabías de todo esto y sin embargo, nunca me dijiste nada?
- Así es hijo, no podía hacerlo.
- Así es? Y solo eso me dices? Y ahora? Ahora que ya no quiero saber nada de la Navidad?
- Aún no era el momento Sebastián.
- Aún no era el momento? Abuelo! Pero si tu mismo me viste intentando e intentando hacer hasta lo imposible para que Juliana me perdonara; año tras año me viste esforzándome en ayudar a papá a construir el pesebre perfecto y nada, Juliana ni me miraba; si hasta el año pasado llegamos a decorar el arbolito con puros Papa Noel pero, ni por eso, a ella solo le importaba su famoso Papa Noel entrando por la chimenea.
- Te lo dije muchacho aún no era el momento.
- Y solo eso me dices? Tu acaso no me viste buscando y buscando cómo conquistar el corazón de Juliana... ¿Que aun no era el momento? Abuelo y que esperabas? Que me arrojara de un puente, que me lanzara a un auto, que me colgara de un árbol? Ah? Eso esperabas, pudiste ayudarme abuelo y sin embargo nunca me dijiste nada?
- Muchacho, aun no entiendes, todas las cosas suceden solo a su debido tiempo; es así… son las leyes universales.
- No me vengas con eso ahora abuelo! tenías preparado todo esto?
- Yo? No Sebastián una vez más te equivocas, hay alguien más. Yo tan solo estaba aguardando el momento adecuado.
- Alguien más? Y de quien se trata, de la abuela quizás, de mis padres?
- No mijo, ninguno de ellos tienen nada que ver con todo esto; o sí, a su manera… Ese alguien de quien te hablo es en si mismo la respuesta a todas tus preguntas.
- Cómo, o sea que alguien más conocía de mis afanes y tampoco me dijo nada?
- Sebastián hijo, no me escuchas; las cosas solo suceden a su debido tiempo.
- O sea que todo esto era necesario abuelo?
- Exacto Sebastián las respuestas que buscamos no las vamos a encontrar de la noche a la mañana; siempre, siempre se requiere de un periodo previo de esfuerzo y lucha, que aunque parezca inútil, es absolutamente necesario para alcanzar lo que deseamos….
- Me estas diciendo que tantos libros, tantos programas de TV, que tanto trabajo no fueron en vano?
- No Sebastián, no lo fueron es mas todo ese deseo, ese empeño y dedicación , que tenias por hallar la respuesta , tu respuesta como tu mismo la llamas, serán generosamente recompensadas…
- Verdad? O sea que voy a conquistar por fin el amor de Juliana?
- Ja ja ja ja , eso sí, desde luego, pero hay mas…
- Más; no entiendo, pero si lo único que yo quería era….
- Si, si Sebastián, se que eso era lo que querías; pero con la respuesta, viene otra serie de responsabilidades que tu mismo tendrás que asumir….
- Ahora si estoy peor que al principio… eso que quiere decir?
- Eso quiere decir Sebastián, que es hora de llamar a las cosas por su nombre… llegó la hora de poner las cosas en orden… esa, precisamente esa, es tu responsabilidad.
- Yo, abuelo, y porque no tú que conoces toda la verdad?
- Yo Sebastián? no me es posible; yo ya estoy muy viejo y cansado; esta responsabilidad a mi no me corresponde; se requiere de mucho valor y de la energía que tu tienes para lograrlo.
- Y porque yo, si tan solo tengo 13 años?
- Ya te lo he dicho muchacho, no te preocupes todas las cosas han sido preparadas para que alcances tu objetivo.
- Mi objetivo abuelo? Y acaso cuál es mi objetivo?
- 1º Entender claramente todo lo que te voy a confesar.
- 2º Comenzar a trabajar mas duro de lo que has trabajado hasta ahora; para que todo aquel que vea tu esfuerzo y tu ejemplo, encuentre en si mismo la respuesta a sus propias inquietudes.
- 3º Revelarle a la mayor cantidad posible de personas la verdad acerca del Misterio de la Navidad y…
- 4º Empezar a vivir tu propia vida ahora que ya conoces la respuesta, tu respuesta, de acuerdo a la verdad que has descubierto y así, anunciar y compartir en su momento la luz que iluminara la oscuridad que habita en el corazón, en la mente de todos los hombres.
- Ahora abuelo?
- Si, ahora; pero no te afanes por eso Sebastián, tu no estarás solo….
- Ah no?
- No Sebastián. Recuerdas que te conté que hay alguien mas?
- Esteeeee, si! Pero quien, acaso no lo íbamos a hacer tu y yo juntos?
- Juntos? Claro, pero ya no será como antes, como cuando íbamos a pescar solos. No! ahora no! Las clases de pesca en el rió ya terminaron, dentro de poco estarás completamente preparado para lanzarte al inmenso mar… ya verás Sebastián, ya verás…
- Me estas asustando abuelo!
- Oh no hijo! ; Los tiempos de temer ya pasaron. Y descuida Sebastián, recibirás toda la ayuda que necesitas para llegar a la meta, tu meta.
- Y cómo abuelo?
- Por el cómo no te preocupes muchacho. Ten fe. Ya vendrá el momento de hablar de eso; por ahora vete ya, es muy tarde son casi las seis y tu madre debe estar por llegar. Y ya sabes Sebastián no desmayes, aguarda confiado con la esperanza puesta en que lo vas a lograr! te lo dije: “Todo esta preparado…”
- Okay abuelo okay, nos vemos. Y gracias abuelo, muchas gracias.
- Al contrario gracias a ti…. Te espero!
Y el abuelo se quedó sentado en su mecedor, pensando y con la cara iluminada por el atardecer…
Y Sebastián tomo su bicicleta y partió rumbo a su casa. En el camino no dejó de pensar en la misma pregunta: “Hay alguien mas? A quién se estará refiriendo mi abuelo; si no es él mismo o la abuela o mis padres, de quien se trata? Será alguien que yo conozco? No! No puede ser pero y entonces como podría saber que yo estaba buscando precisamente esta respuesta? Será que el abuelo… No! No creo. Pero y que tal que sea… Huy, no no no! ideas mías no más, puras ideas mías no más!
Riiiiiiiiinnnnnggg… Riiiiiiiiiiinnnngg… Riiiiinnng…
- Aló? Buenas tardes…
- Aló! Hijo! Soy yo tu padre!
- Aaaaah! Hola pá, cómo estás?
- Muy bien hijo, y tú cómo estás?
- Yo bien pá, ahí…
- Ajá, y tu hermanita?
- Susan? Pues bien, eso creo.
DAVID LEONARDO NORIEGA ORTEGA
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