Ideas para que el resto de las Navidades sean felices
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EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA :: Preguntas-Diccionario del Erudito-Curiosidades
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Ideas para que el resto de las Navidades sean felices
Ideas para que el resto de las Navidades sean felices
En estas fechas tan señaladas, me llena de orgullo y de satisfacción…
Señaladas seguro, pero no precisamente por cuestiones agradables, o eso piensan algunos. Hay personas a las que no les gusta la Navidad, porque no sienten su implicación religiosa, porque no les gusta ver a la gente feliz, porque son unas festividades abocadas al consumismo o porque no tienen ganas de cenar con sus suegros (que todavía quedan muchos días de reencuentros familiares).
Por otro lado, pueden suponer una buena oportunidad para acabar con las personas que no te agradan, poniéndole al besugo o al pavo unas gotitas de un producto, que como los perfumes, se presenta en frascos pequeños.
Los venenos, lo digo así de claro por si no os habíais dado cuenta aún de lo que estaba hablando, son elementos que los organismos producen para protegerse, para cazar o simplemente para hacerse respetar. Envenenar a unos parientes en Navidad (o en otras fechas) no está nada bien, no.
No es necesario llegar a emplear venenos como la cicuta para matar a alguien, como le ocurrió a Sócrates en el año 399 a. C. Pensar en venenos no nos tiene que llevar a considerarlos desde la perspectiva más perversa del asunto. Bien empleados, pueden ser buenos. Repito, bien empleados.
Si uno va por el bosque y se come una seta roja con motas blancas (vamos, la seta de los Pitufos) se va a sentir muy mal, pero probablemente no llegue a morirse. La Amanita muscaria, que es como se llama, produce grandes cantidades de muscarina, potente sustancia que bloquea las acciones del neurotransmisor acetilcolina, produciendo alucinaciones.
Con estas sentas se pueden hacer tortillas, revueltos o salteados con efectos muy especiales. Sin duda, puede ser interesante para pasar un buen rato, pero los vómitos y los problemas intestinales, además de otros, no lo hacen muy recomendable.
Otro veneno que funciona con un mecanismo similar, pero no idéntico, al de la muscarina es la atropina. La atropina se obtiene a partir de la planta Atropa belladona. En la antigua Roma, las mujeres se aplicaban en el ojo extractos de esta planta porque produce midriasis, es decir, dilatación de la pupila, y esto era entonces una prueba de belleza.
Hasta hace unos pocos años, morirse de botulismo no era demasiado raro, sobre todo si se tomaba el contenido de una lata de conservas que estuviera abombada. Eran tiempos en los que el producto incluido en las latas no se pasteurizaba. El botulismo era producido por la toxina de la bacteria Clostridium botulinum. La toxina de esta bacteria bloquea la liberación de los neurotransmisores desde las neuronas, que le dicen a nuestros músculos que se contraigan.
Hoy en día la toxina se emplea, con el nombre de botox, para corregir los estrabismos, es decir, para dejar de ser bizco, y más recientemente para hacer desaparecer las arrugas que se producen por tener un músculo permanentemente contraído.
Si quieren quedar bien, y estas Navidades quieren llevar a sus familiares o amigos a un restaurante exótico y así romper con las típicas cenas familiares o de empresa, llévenselos a un japonés. Pidan sushi (ummm, delicioso), pero arriésguense y pidan para su suegra o a su jefe Fugu. El fugu es el sushi, es decir, el pescado crudo, que se obtiene corrientemente del pez Takifugu rubripes, que es un pez globo.
La piel de este animal así como algunas vísceras poseen grandes cantidades de tetrodotoxina. Este veneno bloquea los canales de sodio de muchas células, causando fundamentalmente parálisis muscular. Vamos, que tenemos una parada cardio-respiratoria que nos conduce al otro barrio.
Este pescado ha de prepararse bien, si no la muerte es segura; aunque resulta bastante habitual sentir sensaciones en los labios y la lengua la ser consumido, sin que tenga que ser inequívocamente síntoma de lo peor.
En resumen, existen numerosos venenos con efectos interesantes. Se me han quedado algunos en el tintero, como por ejemplo los presentes en la piel de algunos batracios, que se emplean para depurar el organismo simplemente dándole un lametón a la piel de la rana en cuestión. Pero lo importante de estas líneas es que se comprenda que, aparte del posible interés maléfico que pueda existir, cada vez se descubren más y más aplicaciones terapéuticas de los venenos que, a la larga, nos harán las Navidades y el resto del año un poco más llevaderos.
Jesús Pinto
En estas fechas tan señaladas, me llena de orgullo y de satisfacción…
Señaladas seguro, pero no precisamente por cuestiones agradables, o eso piensan algunos. Hay personas a las que no les gusta la Navidad, porque no sienten su implicación religiosa, porque no les gusta ver a la gente feliz, porque son unas festividades abocadas al consumismo o porque no tienen ganas de cenar con sus suegros (que todavía quedan muchos días de reencuentros familiares).
Por otro lado, pueden suponer una buena oportunidad para acabar con las personas que no te agradan, poniéndole al besugo o al pavo unas gotitas de un producto, que como los perfumes, se presenta en frascos pequeños.
Los venenos, lo digo así de claro por si no os habíais dado cuenta aún de lo que estaba hablando, son elementos que los organismos producen para protegerse, para cazar o simplemente para hacerse respetar. Envenenar a unos parientes en Navidad (o en otras fechas) no está nada bien, no.
No es necesario llegar a emplear venenos como la cicuta para matar a alguien, como le ocurrió a Sócrates en el año 399 a. C. Pensar en venenos no nos tiene que llevar a considerarlos desde la perspectiva más perversa del asunto. Bien empleados, pueden ser buenos. Repito, bien empleados.
Si uno va por el bosque y se come una seta roja con motas blancas (vamos, la seta de los Pitufos) se va a sentir muy mal, pero probablemente no llegue a morirse. La Amanita muscaria, que es como se llama, produce grandes cantidades de muscarina, potente sustancia que bloquea las acciones del neurotransmisor acetilcolina, produciendo alucinaciones.
Con estas sentas se pueden hacer tortillas, revueltos o salteados con efectos muy especiales. Sin duda, puede ser interesante para pasar un buen rato, pero los vómitos y los problemas intestinales, además de otros, no lo hacen muy recomendable.
Otro veneno que funciona con un mecanismo similar, pero no idéntico, al de la muscarina es la atropina. La atropina se obtiene a partir de la planta Atropa belladona. En la antigua Roma, las mujeres se aplicaban en el ojo extractos de esta planta porque produce midriasis, es decir, dilatación de la pupila, y esto era entonces una prueba de belleza.
Hasta hace unos pocos años, morirse de botulismo no era demasiado raro, sobre todo si se tomaba el contenido de una lata de conservas que estuviera abombada. Eran tiempos en los que el producto incluido en las latas no se pasteurizaba. El botulismo era producido por la toxina de la bacteria Clostridium botulinum. La toxina de esta bacteria bloquea la liberación de los neurotransmisores desde las neuronas, que le dicen a nuestros músculos que se contraigan.
Hoy en día la toxina se emplea, con el nombre de botox, para corregir los estrabismos, es decir, para dejar de ser bizco, y más recientemente para hacer desaparecer las arrugas que se producen por tener un músculo permanentemente contraído.
Si quieren quedar bien, y estas Navidades quieren llevar a sus familiares o amigos a un restaurante exótico y así romper con las típicas cenas familiares o de empresa, llévenselos a un japonés. Pidan sushi (ummm, delicioso), pero arriésguense y pidan para su suegra o a su jefe Fugu. El fugu es el sushi, es decir, el pescado crudo, que se obtiene corrientemente del pez Takifugu rubripes, que es un pez globo.
La piel de este animal así como algunas vísceras poseen grandes cantidades de tetrodotoxina. Este veneno bloquea los canales de sodio de muchas células, causando fundamentalmente parálisis muscular. Vamos, que tenemos una parada cardio-respiratoria que nos conduce al otro barrio.
Este pescado ha de prepararse bien, si no la muerte es segura; aunque resulta bastante habitual sentir sensaciones en los labios y la lengua la ser consumido, sin que tenga que ser inequívocamente síntoma de lo peor.
En resumen, existen numerosos venenos con efectos interesantes. Se me han quedado algunos en el tintero, como por ejemplo los presentes en la piel de algunos batracios, que se emplean para depurar el organismo simplemente dándole un lametón a la piel de la rana en cuestión. Pero lo importante de estas líneas es que se comprenda que, aparte del posible interés maléfico que pueda existir, cada vez se descubren más y más aplicaciones terapéuticas de los venenos que, a la larga, nos harán las Navidades y el resto del año un poco más llevaderos.
Jesús Pinto
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