Déjame reconocerme en tu piel
Déjame reconocerme en tu piel
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Déjame reconocerme en tu piel
No hay más voces que tus voces,
no hay tormento más eterno
que el tormento surgido
desde la ausencia de tus besos.
Dame en esta noche una hermosa mañana
deja reconocerme en tu piel
antes que las galeras infinitas
recojan las vísceras de mi esqueleto.
Estoy aquí, actuando, como actor suicida
creo que seguiré actuando entre vosotros
como vosotros y para vosotros.
A veces un camino extraviado me reconoce
y me quedo sin país, sin ciudad, sin exilio,
y me confundo entre el anatema de querer ser
y la nada que me sustenta.
Y de pronto me reconozco en el acuario de tus ojos
ahí contemplo mi propia imagen y veo
cuantas mujeres he sido, cuantas mujeres dejé de ser.
Soy como un ángel caído, sin tierra, sin eternidad,
sin muerte, sin haber nacido, a la espera que la vida
me reconozca en su cordura o en su delirio.
Agonizo en el medio día de mañana
el cerebro se confunde en la bahía del misterio
agoniza y antes de morir me llega tu voz.
Ven, y concédele a mi piel el placer
de confesarse en tu carne
deja que guarde en mis labios la voz de tus besos.
deja que tu cuerpo penetre mi cuerpo.
Que necesito razones para olvidar quien soy
que seré cuando muera
sumérgete en mí, déjame sentir que en tu carne
existe la morfina que enciende mi delirio.
Silvia Rodríguez Bravo
Del libro Versóvulos
Ediciones Safo
Déjame reconocerme en tu piel
No hay más voces que tus voces,
no hay tormento más eterno
que el tormento surgido
desde la ausencia de tus besos.
Dame en esta noche una hermosa mañana
deja reconocerme en tu piel
antes que las galeras infinitas
recojan las vísceras de mi esqueleto.
Estoy aquí, actuando, como actor suicida
creo que seguiré actuando entre vosotros
como vosotros y para vosotros.
A veces un camino extraviado me reconoce
y me quedo sin país, sin ciudad, sin exilio,
y me confundo entre el anatema de querer ser
y la nada que me sustenta.
Y de pronto me reconozco en el acuario de tus ojos
ahí contemplo mi propia imagen y veo
cuantas mujeres he sido, cuantas mujeres dejé de ser.
Soy como un ángel caído, sin tierra, sin eternidad,
sin muerte, sin haber nacido, a la espera que la vida
me reconozca en su cordura o en su delirio.
Agonizo en el medio día de mañana
el cerebro se confunde en la bahía del misterio
agoniza y antes de morir me llega tu voz.
Ven, y concédele a mi piel el placer
de confesarse en tu carne
deja que guarde en mis labios la voz de tus besos.
deja que tu cuerpo penetre mi cuerpo.
Que necesito razones para olvidar quien soy
que seré cuando muera
sumérgete en mí, déjame sentir que en tu carne
existe la morfina que enciende mi delirio.
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Arjona Dalila Rosa- Cantidad de envíos : 1230
Puntos : 47425
Fecha de inscripción : 10/10/2012
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