La vida es lucha por la vida...
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La vida es lucha por la vida...
La vida es lucha por la vida...Los que estén en el camino; Bienvenido al tren.
Por Noeba
"Son nuestras decisiones, y no nuestras circunstancias, las que determinan nuestro propio destino.” Un diagnóstico, como una condena y como una condena con culpable,... una sentencia, un viejo conjuro.
4 diagnósticos oncológicos en distintos órganos se han anunciado en mi vida desde hace 16 años.
Decía Ringo Bonavena, que algo sabía de recibir trompadas "La experiencia es un peine que te dan cuando te quedas pelado".
Si existe una solución posible para un problema, entonces existen miles...
Por Agosto de 1995, con 32 años de edad y dos hijos varones (7 y 1 años respectivamente), luego de una serie de estudios recibo el primer diagnóstico, ya me sentía bastante golpeada.
Pues el hombre con quien contraje matrimonio, luego de quebrar nuestros negocios, sufrir el remate de todos nuestros bienes, decide ir en busca de trabajo como Ingeniero a Chile. Cuando recibe esta noticia, decide no regresar nunca más y dejar de lado todo contacto conmigo y nuestros hijos.
El primer grito de mi corazón cuando escuche las palabras del profesional, fue el grito que todos emitimos ante una pena inevitable: “¿Por qué me tenía que pasar esto a mí?” No podía recibir respuesta a esta pregunta, y no la tuve. Al principio fue terrible; me parecó el fin del mundo. Sentí que me habían quitado la vida. Yo ya no tenía valor. ¿Para qué servía una persona que ni siquiera se podía mover de la cama, que debía ser atendida hasta para sus necesidades más simples? (como lo era comer). ¿Cuál era la razón de mi vida? ¿Y su significado?. En ese momento la edad y la enfermedad me excluían del sistema laboral.
Tuve que aprender a gritar, reclamar, suplicar.
De mil modos, grandes y pequeños, con el correr de los días, al crecer la familia y los amigos y convertirse; para mí (en extraños adultos que me apoyaban) vi y sentí las limitaciones. El sufrimiento psicológico de la soledad, las lágrimas, el rechazo, las múltiples adaptaciones a un sufrimiento agotador, debilitante y exigente, la terrible estrechez de mi propia existencia.
Mi vida parecía un pequeño rincón oscuro y mal ventilado al cual había sido empujada con el rostro hacia la pared, escuchando los sonidos y los movimientos del gran mundo exterior, pero sin poder moverme, sin poder salir y ocupar mi lugar en él. Deseaba tener algo por qué vivir, pero no lo tenía. Todo estaba vacío, nada tenía significado, ni siquiera mis niños. Me sentía chata, buscaba algo que no podía encontrar, trataba de alcanzar algo a lo que no me podía aferrar.
Condenada a la peladez y sin el peine de la experiencia.
Ay Noe!!!... había perdido la sonrisa, las ganas y como seguía diciendo Ringo "estaba sola en el ring y encima me sacaron hasta el banquito".
Un desfile de amigos y parientes venían al hospital a despedirse, silenciosos, con cara de velorio y la muerta era yo .... Al mirarme al espejo veía un fantasma muy parecido a esas fotos amarillas de los campos de concentración de la segunda guerra,... La condena irremediablemente se cumplía...
La vida es lucha por la vida.
El pelo se fue con el cáncer, pero volvió con la vida.
Quizás ver los ojos de mis dos hijos llenos de vida o el sol a través de los árboles del hospital de Ing. Huergo, con sus duendes o esta vieja rebeldía me llevó a buscar, buscar, buscar... fue un filipino, un místico, curandero de gorgojos ... buscar... eminencias y trucos, macrobióticos, chinos, naturistas,... para mi todo era válido se trataba de mi vida ... debido a que desde el 2007 el oncólogo que me atendía, no me brindaba seguridad. Por ese entonces también era atendida por el Dr. Carlos Rais, que coordina el Equipo Cuidados Paliativo del hospital.
Un 20 de Julio de 1996, llega a visitarme por el “día del Amigo” Camilo Rivero (en la actualidad nos unen 30 años de amistad), quien luego de una larga charla que incluyó reprimendas, me invita a iniciar un cambio de actitud, formulándome la generación de un plan de acción sabia y enérgica que me permita salir del estado de menoscabo en el que me encontraba.
Gracias a Camilo Rivero, comprendí…que la vida es un privilegio, que el aire no es gratis, que mi vida en su sentido esencial podía continuar como antes. Mi espíritu no estaba discapacitado. Era tan testarudo y persistente como siempre.
Repentinamente el viejo espíritu pionero revivió en mí y descubrí que todavía estaba viva y que había muchos modos de hacer lo que yo tenía que hacer, de ser lo que yo debía ser. Me evalué. Todavía era inteligente. Mi habla no había sido afectada.
Me senté en la computadora y comencé a pergeñar la idea de una Fundación para ayudar a los más necesitados en salud, educación y trabajo. Comencé a idear mi mejor terapia: “la proyección de mi vida”
Un 11 de Agosto de 1996, convoqué mediante invitaciones a una reunión a amigos que representaban distintos sectores en la sociedad. Por fortuna casi todos asistieron a la cita.
“UNA NUEVA OPCIÓN”. Con esa consigna ese día nació Fundación “Manos Que Ayudan”.
Totalmente convencidos, que, como dijo Mario Benedetti: “Y en la calle, codo a codo, somos muchos más que dos”. Así nos dispusimos a armar nuestra institución.
Nada nos jugaba a favor, el país comenzaba a atravesar su peor momento, la gente estaba totalmente desilusionada. Para muchos comenzar este proyecto sin herramientas era imposible, hoy las necesidades han cambiado. Ahora la pasión, el amor, la creatividad, la dedicación, la responsabilidad, el compromiso, la tenacidad, la honestidad, la convicción y el esfuerzo, logrando ante todo puentes de empatía con la gente que está sufriendo, con capacidad de proyección, nutriéndonos de cada momento, son pilares fundamentales para desarrollar con éxito nuestro trabajo.
A raíz de la intensificación de demanda, practicar la acción social durante ya 15 años, nos ha dado inmensas satisfacciones, la mayor fue darnos cuenta del enorme potencial que ignorábamos tener para llevar adelante esta actividad en un radio importante entre las Provincias de Río Negro y Neuquén e incluyendo el monte impenetrable del chaco.
Hoy podemos decir que esta es la ONG que soñamos y buscamos. Hay varias cosas que fueron claves: primero un nombre con el respaldo de una tradición, con un respaldo de credibilidad, con un impacto y presencia nacional y regional.
Llevamos 15 años mostrando resultados.
Fundación “Manos Que Ayudan” practica la solidaridad sin distinción de credo, sexo, raza, nacionalidad o afiliación política.
Para que un acto pueda ser considerado verdaderamente solidario, necesita de estos elementos:
1) que sea materialmente solidario,
2) que se funde en la convicción de igualdad,
3) que sea hecho por caridad, por amor al prójimo y,
4) que sea realizado con rectitud de conciencia.
En quienes integran “Manos Que Ayudan” la solidaridad se ha convertido en hábito, en virtud, en modus vivendi, en una actitud personal, una disposición constante y perpetua de tomar responsabilidad por las necesidades ajenas.
La solidaridad, en este sentido, implica en gran medida el olvido de sí mismo y de las propias necesidades, para empujar al espíritu humano a realizarse en la entrega a los demás.
Hemos sabido reflexionar sobre los logros e impactos de las acciones que hemos realizado para poder corregir errores, valorar los aciertos y eventualmente, hacer las modificaciones que se consideren necesarias.
La Utopía, la transformación
Cada proyecto que hemos llevado a cabo ha sido "Todo a Pulmón", hoy es una nueva experiencia, nuevas necesidades, nuevos amigos a los que queremos asistir.
Mientras exista gente que desee cambiar el corazón para cambiar las estructuras y para que cambie el corazón, al mismo tiempo, esa es la utopía.
Hay un extenso listado de necesidades y demandas a resolver.
Y volviendo a mi, por el mes de julio de 2010, al cruzar la puerta del Hospital Pedro Moguillansky, me anuncian que teníamos la atención de un nuevo oncólogo, Zenón Beguelín. Un profesional de una dulce y sabia sonrisa, que prioriza las necesidades del paciente, nos escucha, sugiere y nos ve como seres humanos que padecen. Profesional que resulta ser un BÁLSAMO increíble, descargamos toda la angustia que llevamos y lo que sentimos. Hace su extraordinario trabajo de empezar a mostrar todos los recursos que tenemos y están tapados y escondidos por los mandatos, aquellos que nos dicen que no se puede. En mi caso, superé los ataques de pánico, comencé a ser la protagonista de mi vida. No es mágico, me lleva tiempo y acompañando ese proceso, mis controles mejoran, mi parte física inmediatamente acusó recibo de mi nueva ACTITUD. Es esta misma actitud la que me permite afrontar el diagnóstico.
Comprendí que son fundamental los afectos cercanos, la alegría de los hijos, el interés verdadero de algunos amigos que ayudan a sobrellevar una enfermedad que no es fácil, que connota miedos y sospechas, y que tiene reacciones imprevistas.
¿Saben? Tengo muchas ganas de vivir. Quiero disfrutar con mayor libertad del mate junto a mi compañero que me regalara la vida, por los caminos inciertos donde mi pasión solidaria nos quiera llevar, de la adultez de mis hijos, de un buen vino, del otoño, de algún poema que me dio vuelta la cabeza. La enfermedad me brindó también la posibilidad de hacer un balance para encarar elecciones postergadas y definir prioridades
Detallo algunas:
-Los afectos sinceros me dan coraje, los que me perturban o dañan los voy espaciando.
-Vivo el presente con intensidad. Lo gozoso y lo que no me gusta, porque como dice Woody Allen, es mi naturaleza.
-Me ocupo de lo que me apasiona: el compromiso con los demás, solidaridad.
-Evito la visibilidad, el prestigio que alimentaron mi ego pero me exigían a cambio situaciones que no estoy dispuesta a repetir.
-Hablo con naturalidad del cáncer, de la quimioterapia, del tratamiento, etc. Es una manera de ayudarme y ayudar a desmitificarlo.
A mis 48 años, atendiéndome con el Dr. Beguelín, descubrí que el mundo está lleno de enfermos terminales, personas grises, comunes y resignadas, que no necesito de un cáncer para sentirme amenazada. Que la pasividad de una vida sin sentido es más riesgosa que el peor de los tumores. Que para el cáncer hay tratamientos, pero que no hay pastillitas para el alma, que el remedio más curativo es la libertad de ser uno mismo y que ese cambio comienza en cada uno de nosotros. Que si sanamos la mente, sanamos la vida.
Sentirse plena exige decisión, responsabilidad, aceptación y amor. Todo comienza con darse cuenta.
Si lo pienso, tengo todo por ganar, es mi oportunidad de darme ¡ LA GRAN VIDA !
Yo estoy comenzando pero no estoy sola, mi familia, mis amigos me acompañan.
No obstante, vivir es mi batalla, no la que me toca sino la que elegí luchar.
Tengo una única certeza, mi vida empieza todos los días. ¡ESTA ES UNA BUENA NOTICIA!
Gracias a Beguelin, puedo luchar y le he ganado a las estadísticas. “Pongo todo mi esfuerzo”. ¡Tengo una CUARTA OPORTUNIDAD!
La propuesta fue muy simple, tomar las riendas de mi vida y de mi tratamiento, AHORA TENGO LA EXPERIENCIA.
A 15 años de concebir y ponerme al frente del proyecto Manos Que Ayudan, me pregunté en la quietud de mi soledad ¿Quién soy? Yo soy un despliegue de sentimientos reencontrados. Soy la escarcha que dejó la noche en medio de mi desierto perdido. Soy la risa de mi propia felicidad. Soy la sal de mis ojos. Soy el mar embravecido. Soy la calma después de mis tormentas. Soy débil y de convicciones muy arraigadas, soy un volcán de sentimientos. Soy fuego, pero al mismo tiempo soy agua clara y fresca. Soy mujer deseando ser una niña. Soy arrogante con el déspota y sumisa con el infortunado. Soy quien sufre por el dolor de los demás. Soy la noche para unos y el día para otros. Soy quien no puede comer delante del hambriento. Soy dolor para unos y dicha para otros. Soy quien defiende su verdad. Soy testaruda, sin embargo, sé ceder ante la realidad. Soy amiga de mis amigos e indiferente con mis contrarios. Soy orgullosa por naturaleza pero al mismo tiempo soy modesta y sumisa. Soy irreverente ante cualquier perversidad. Soy quien trata de borrar del alma los resentimientos de antaño. Soy quien llora por el dolor que ha causado. Soy quien se acobarda ante la adversidad. Soy quien se ahoga en la soledad, y soy quien seguirá limando las asperezas de mi vida. Soy amiga, soy compañera, soy madre, soy hermana, soy confidente fiel, soy hija. Y soy quien se quedó truncada en sus sueños de niña. Soy simplemente otra mujer más, ni mejor, ni peor que las otras, soy yo misma, con errores y virtudes, con sueños e ilusiones; soy quien aborrece las injusticias. Soy quien se entrega sin reservas en el amor. Soy quien odia la hipocresía. Soy quien defiende a capa y espada lo que de verdad le pertenece; soy yo, simplemente yo, una mujer que desea paz y felicidad para todos.
Por ello hablamos de inserción en el mundo para transformarlo en un mundo más justo, solidario y fraterno, haciéndolo desde el corazón, desde los dones y la sabiduría de cada uno y de todos, a partir de un proyecto nacido de la realidad. Hay algo que llega a lo más profundo de nuestra alma. Somos un equipo coleccionista de buenas ideas, buenos planes para manejar el paso del tiempo y a solucionar problemas de manera de ser capaces de hacer cosas extraordinarias estando en permanente acción, con el deseo intenso de conquistar el pedacito de mundo en el que nos toca vivir. Juntos nadie nos podrá detener.
Nuestro tren de la solidaridad se encuentra en marcha y dispuesto a partir, así que como cantó Sui Generis un día: “Los que estén en el camino, BIENVENIDOS AL TREN”.
NOEMI BASCUR
Presidente| Fundación “Manos Que Ayudan”
Cel. 0299-156376757
Perito Moreno 55 | 8324 Cipolletti |Río Negro
Estudiantes de La Plata 160 | 8300 Neuquén |Neuquén
Facebook: Fundacion Manos Que Ayudan
noemi.bascur@fundmanosqueayudan.org.ar
Por Noeba
"Son nuestras decisiones, y no nuestras circunstancias, las que determinan nuestro propio destino.” Un diagnóstico, como una condena y como una condena con culpable,... una sentencia, un viejo conjuro.
4 diagnósticos oncológicos en distintos órganos se han anunciado en mi vida desde hace 16 años.
Decía Ringo Bonavena, que algo sabía de recibir trompadas "La experiencia es un peine que te dan cuando te quedas pelado".
Si existe una solución posible para un problema, entonces existen miles...
Por Agosto de 1995, con 32 años de edad y dos hijos varones (7 y 1 años respectivamente), luego de una serie de estudios recibo el primer diagnóstico, ya me sentía bastante golpeada.
Pues el hombre con quien contraje matrimonio, luego de quebrar nuestros negocios, sufrir el remate de todos nuestros bienes, decide ir en busca de trabajo como Ingeniero a Chile. Cuando recibe esta noticia, decide no regresar nunca más y dejar de lado todo contacto conmigo y nuestros hijos.
El primer grito de mi corazón cuando escuche las palabras del profesional, fue el grito que todos emitimos ante una pena inevitable: “¿Por qué me tenía que pasar esto a mí?” No podía recibir respuesta a esta pregunta, y no la tuve. Al principio fue terrible; me parecó el fin del mundo. Sentí que me habían quitado la vida. Yo ya no tenía valor. ¿Para qué servía una persona que ni siquiera se podía mover de la cama, que debía ser atendida hasta para sus necesidades más simples? (como lo era comer). ¿Cuál era la razón de mi vida? ¿Y su significado?. En ese momento la edad y la enfermedad me excluían del sistema laboral.
Tuve que aprender a gritar, reclamar, suplicar.
De mil modos, grandes y pequeños, con el correr de los días, al crecer la familia y los amigos y convertirse; para mí (en extraños adultos que me apoyaban) vi y sentí las limitaciones. El sufrimiento psicológico de la soledad, las lágrimas, el rechazo, las múltiples adaptaciones a un sufrimiento agotador, debilitante y exigente, la terrible estrechez de mi propia existencia.
Mi vida parecía un pequeño rincón oscuro y mal ventilado al cual había sido empujada con el rostro hacia la pared, escuchando los sonidos y los movimientos del gran mundo exterior, pero sin poder moverme, sin poder salir y ocupar mi lugar en él. Deseaba tener algo por qué vivir, pero no lo tenía. Todo estaba vacío, nada tenía significado, ni siquiera mis niños. Me sentía chata, buscaba algo que no podía encontrar, trataba de alcanzar algo a lo que no me podía aferrar.
Condenada a la peladez y sin el peine de la experiencia.
Ay Noe!!!... había perdido la sonrisa, las ganas y como seguía diciendo Ringo "estaba sola en el ring y encima me sacaron hasta el banquito".
Un desfile de amigos y parientes venían al hospital a despedirse, silenciosos, con cara de velorio y la muerta era yo .... Al mirarme al espejo veía un fantasma muy parecido a esas fotos amarillas de los campos de concentración de la segunda guerra,... La condena irremediablemente se cumplía...
La vida es lucha por la vida.
El pelo se fue con el cáncer, pero volvió con la vida.
Quizás ver los ojos de mis dos hijos llenos de vida o el sol a través de los árboles del hospital de Ing. Huergo, con sus duendes o esta vieja rebeldía me llevó a buscar, buscar, buscar... fue un filipino, un místico, curandero de gorgojos ... buscar... eminencias y trucos, macrobióticos, chinos, naturistas,... para mi todo era válido se trataba de mi vida ... debido a que desde el 2007 el oncólogo que me atendía, no me brindaba seguridad. Por ese entonces también era atendida por el Dr. Carlos Rais, que coordina el Equipo Cuidados Paliativo del hospital.
Un 20 de Julio de 1996, llega a visitarme por el “día del Amigo” Camilo Rivero (en la actualidad nos unen 30 años de amistad), quien luego de una larga charla que incluyó reprimendas, me invita a iniciar un cambio de actitud, formulándome la generación de un plan de acción sabia y enérgica que me permita salir del estado de menoscabo en el que me encontraba.
Gracias a Camilo Rivero, comprendí…que la vida es un privilegio, que el aire no es gratis, que mi vida en su sentido esencial podía continuar como antes. Mi espíritu no estaba discapacitado. Era tan testarudo y persistente como siempre.
Repentinamente el viejo espíritu pionero revivió en mí y descubrí que todavía estaba viva y que había muchos modos de hacer lo que yo tenía que hacer, de ser lo que yo debía ser. Me evalué. Todavía era inteligente. Mi habla no había sido afectada.
Me senté en la computadora y comencé a pergeñar la idea de una Fundación para ayudar a los más necesitados en salud, educación y trabajo. Comencé a idear mi mejor terapia: “la proyección de mi vida”
Un 11 de Agosto de 1996, convoqué mediante invitaciones a una reunión a amigos que representaban distintos sectores en la sociedad. Por fortuna casi todos asistieron a la cita.
“UNA NUEVA OPCIÓN”. Con esa consigna ese día nació Fundación “Manos Que Ayudan”.
Totalmente convencidos, que, como dijo Mario Benedetti: “Y en la calle, codo a codo, somos muchos más que dos”. Así nos dispusimos a armar nuestra institución.
Nada nos jugaba a favor, el país comenzaba a atravesar su peor momento, la gente estaba totalmente desilusionada. Para muchos comenzar este proyecto sin herramientas era imposible, hoy las necesidades han cambiado. Ahora la pasión, el amor, la creatividad, la dedicación, la responsabilidad, el compromiso, la tenacidad, la honestidad, la convicción y el esfuerzo, logrando ante todo puentes de empatía con la gente que está sufriendo, con capacidad de proyección, nutriéndonos de cada momento, son pilares fundamentales para desarrollar con éxito nuestro trabajo.
A raíz de la intensificación de demanda, practicar la acción social durante ya 15 años, nos ha dado inmensas satisfacciones, la mayor fue darnos cuenta del enorme potencial que ignorábamos tener para llevar adelante esta actividad en un radio importante entre las Provincias de Río Negro y Neuquén e incluyendo el monte impenetrable del chaco.
Hoy podemos decir que esta es la ONG que soñamos y buscamos. Hay varias cosas que fueron claves: primero un nombre con el respaldo de una tradición, con un respaldo de credibilidad, con un impacto y presencia nacional y regional.
Llevamos 15 años mostrando resultados.
Fundación “Manos Que Ayudan” practica la solidaridad sin distinción de credo, sexo, raza, nacionalidad o afiliación política.
Para que un acto pueda ser considerado verdaderamente solidario, necesita de estos elementos:
1) que sea materialmente solidario,
2) que se funde en la convicción de igualdad,
3) que sea hecho por caridad, por amor al prójimo y,
4) que sea realizado con rectitud de conciencia.
En quienes integran “Manos Que Ayudan” la solidaridad se ha convertido en hábito, en virtud, en modus vivendi, en una actitud personal, una disposición constante y perpetua de tomar responsabilidad por las necesidades ajenas.
La solidaridad, en este sentido, implica en gran medida el olvido de sí mismo y de las propias necesidades, para empujar al espíritu humano a realizarse en la entrega a los demás.
Hemos sabido reflexionar sobre los logros e impactos de las acciones que hemos realizado para poder corregir errores, valorar los aciertos y eventualmente, hacer las modificaciones que se consideren necesarias.
La Utopía, la transformación
Cada proyecto que hemos llevado a cabo ha sido "Todo a Pulmón", hoy es una nueva experiencia, nuevas necesidades, nuevos amigos a los que queremos asistir.
Mientras exista gente que desee cambiar el corazón para cambiar las estructuras y para que cambie el corazón, al mismo tiempo, esa es la utopía.
Hay un extenso listado de necesidades y demandas a resolver.
Y volviendo a mi, por el mes de julio de 2010, al cruzar la puerta del Hospital Pedro Moguillansky, me anuncian que teníamos la atención de un nuevo oncólogo, Zenón Beguelín. Un profesional de una dulce y sabia sonrisa, que prioriza las necesidades del paciente, nos escucha, sugiere y nos ve como seres humanos que padecen. Profesional que resulta ser un BÁLSAMO increíble, descargamos toda la angustia que llevamos y lo que sentimos. Hace su extraordinario trabajo de empezar a mostrar todos los recursos que tenemos y están tapados y escondidos por los mandatos, aquellos que nos dicen que no se puede. En mi caso, superé los ataques de pánico, comencé a ser la protagonista de mi vida. No es mágico, me lleva tiempo y acompañando ese proceso, mis controles mejoran, mi parte física inmediatamente acusó recibo de mi nueva ACTITUD. Es esta misma actitud la que me permite afrontar el diagnóstico.
Comprendí que son fundamental los afectos cercanos, la alegría de los hijos, el interés verdadero de algunos amigos que ayudan a sobrellevar una enfermedad que no es fácil, que connota miedos y sospechas, y que tiene reacciones imprevistas.
¿Saben? Tengo muchas ganas de vivir. Quiero disfrutar con mayor libertad del mate junto a mi compañero que me regalara la vida, por los caminos inciertos donde mi pasión solidaria nos quiera llevar, de la adultez de mis hijos, de un buen vino, del otoño, de algún poema que me dio vuelta la cabeza. La enfermedad me brindó también la posibilidad de hacer un balance para encarar elecciones postergadas y definir prioridades
Detallo algunas:
-Los afectos sinceros me dan coraje, los que me perturban o dañan los voy espaciando.
-Vivo el presente con intensidad. Lo gozoso y lo que no me gusta, porque como dice Woody Allen, es mi naturaleza.
-Me ocupo de lo que me apasiona: el compromiso con los demás, solidaridad.
-Evito la visibilidad, el prestigio que alimentaron mi ego pero me exigían a cambio situaciones que no estoy dispuesta a repetir.
-Hablo con naturalidad del cáncer, de la quimioterapia, del tratamiento, etc. Es una manera de ayudarme y ayudar a desmitificarlo.
A mis 48 años, atendiéndome con el Dr. Beguelín, descubrí que el mundo está lleno de enfermos terminales, personas grises, comunes y resignadas, que no necesito de un cáncer para sentirme amenazada. Que la pasividad de una vida sin sentido es más riesgosa que el peor de los tumores. Que para el cáncer hay tratamientos, pero que no hay pastillitas para el alma, que el remedio más curativo es la libertad de ser uno mismo y que ese cambio comienza en cada uno de nosotros. Que si sanamos la mente, sanamos la vida.
Sentirse plena exige decisión, responsabilidad, aceptación y amor. Todo comienza con darse cuenta.
Si lo pienso, tengo todo por ganar, es mi oportunidad de darme ¡ LA GRAN VIDA !
Yo estoy comenzando pero no estoy sola, mi familia, mis amigos me acompañan.
No obstante, vivir es mi batalla, no la que me toca sino la que elegí luchar.
Tengo una única certeza, mi vida empieza todos los días. ¡ESTA ES UNA BUENA NOTICIA!
Gracias a Beguelin, puedo luchar y le he ganado a las estadísticas. “Pongo todo mi esfuerzo”. ¡Tengo una CUARTA OPORTUNIDAD!
La propuesta fue muy simple, tomar las riendas de mi vida y de mi tratamiento, AHORA TENGO LA EXPERIENCIA.
A 15 años de concebir y ponerme al frente del proyecto Manos Que Ayudan, me pregunté en la quietud de mi soledad ¿Quién soy? Yo soy un despliegue de sentimientos reencontrados. Soy la escarcha que dejó la noche en medio de mi desierto perdido. Soy la risa de mi propia felicidad. Soy la sal de mis ojos. Soy el mar embravecido. Soy la calma después de mis tormentas. Soy débil y de convicciones muy arraigadas, soy un volcán de sentimientos. Soy fuego, pero al mismo tiempo soy agua clara y fresca. Soy mujer deseando ser una niña. Soy arrogante con el déspota y sumisa con el infortunado. Soy quien sufre por el dolor de los demás. Soy la noche para unos y el día para otros. Soy quien no puede comer delante del hambriento. Soy dolor para unos y dicha para otros. Soy quien defiende su verdad. Soy testaruda, sin embargo, sé ceder ante la realidad. Soy amiga de mis amigos e indiferente con mis contrarios. Soy orgullosa por naturaleza pero al mismo tiempo soy modesta y sumisa. Soy irreverente ante cualquier perversidad. Soy quien trata de borrar del alma los resentimientos de antaño. Soy quien llora por el dolor que ha causado. Soy quien se acobarda ante la adversidad. Soy quien se ahoga en la soledad, y soy quien seguirá limando las asperezas de mi vida. Soy amiga, soy compañera, soy madre, soy hermana, soy confidente fiel, soy hija. Y soy quien se quedó truncada en sus sueños de niña. Soy simplemente otra mujer más, ni mejor, ni peor que las otras, soy yo misma, con errores y virtudes, con sueños e ilusiones; soy quien aborrece las injusticias. Soy quien se entrega sin reservas en el amor. Soy quien odia la hipocresía. Soy quien defiende a capa y espada lo que de verdad le pertenece; soy yo, simplemente yo, una mujer que desea paz y felicidad para todos.
Por ello hablamos de inserción en el mundo para transformarlo en un mundo más justo, solidario y fraterno, haciéndolo desde el corazón, desde los dones y la sabiduría de cada uno y de todos, a partir de un proyecto nacido de la realidad. Hay algo que llega a lo más profundo de nuestra alma. Somos un equipo coleccionista de buenas ideas, buenos planes para manejar el paso del tiempo y a solucionar problemas de manera de ser capaces de hacer cosas extraordinarias estando en permanente acción, con el deseo intenso de conquistar el pedacito de mundo en el que nos toca vivir. Juntos nadie nos podrá detener.
Nuestro tren de la solidaridad se encuentra en marcha y dispuesto a partir, así que como cantó Sui Generis un día: “Los que estén en el camino, BIENVENIDOS AL TREN”.
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