Como lo soñé, te lo cuento
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Como lo soñé, te lo cuento
Como lo soñé, te lo cuento
Por ferramian
Este sueño lo tuve durante la mañana del sábado 31 de Octubre de 2009. Me había despertado temprano, pero al ver que había amanecido lluvioso, y todos dormían, me volví a acostar.
Entré a la cocina y ví a mi madre preparando una bandeja con bocaditos. Sobre la mesa había más bandejas llenas. Había poca luz en el ambiente, pero a ella parecía no importarle. Parecía disfrutar mucho de lo que estaba haciendo. Siempre tuve la idea de que en esa casa de Florida, la iluminación era insuficiente. La recuerdo sombría, tal vez por el gusto de mi madre de que manteniéndola en penumbras era más fresca durante los veranos.
-¿Te alcanza la comida?-pregunté preocupada.
-Sí. En la heladera siempre guardo un poco de todo, va a alcanzar, vas a ver.
En el comedor había una larga mesa tendida. Estaban todos nuestros familiares sentados, charlando ruidosamente, esperando que mi madre dispusiera las bandejas.
Pensé, con un dejo de sarcasmo, que cuando hay comida abundante y gratuita, nadie se lo pierde.
Antes de integrarme a la reunión, fui a dar un vistazo alrededor de la casa, como hago siempre, para asegurarme de que todo estuviera en orden.
Entré a mi dormitorio, que da sobre la ochava, el cual también estaba penumbroso. Al asomarme por la ventana vi a la niña morochita que estaba sentada en el suelo. Había colgado una bolsa de plástico, como de mercado, del lado de afuera, como para evitar que se le cerrara. La puerta ventana siempre me pareció insegura, fácil de abrir, y ahora lo estaba comprobando. La chica, sin dudas, estaba esperando a alguien para dejarlo entrar, también, a la casa.
La tomé de un brazo y la saqué afuera, dándole la bolsa, la cual no revisé. Este detalle lo recordé más tarde. Cerré la puerta con doble vuelta, saqué la llave de la cerradura y corrí las cortinas para que no se pudiera ver para adentro.
Al regresar a la cocina, le comenté a mi madre:
Fui a hacer de policía, como hacía papá. Me quedo más tranquila si reviso todo.
Mamá se sonrió y apareció papá, tan saludable y pulcro como acostumbraba a estar la mayoría de las veces. Hacía mucho tiempo que no lo veía así. Me inundó una alegría tan desbordante que lo abracé muy fuerte y le besé la mejilla izquierda, que estaba tibia y suave. Seguramente hacía poco que se había afeitado. Mi felicidad era muy grande.
La voz de una nena que pasaba por la vereda, junto a la ventana de mi dormitorio, me despertó. Lo primero que recordé de este sueño tan vívido, fue el abrazo que le dí a mi papá. Después de fijarme la hora en mi reloj pulsera, me puse a llorar.
Este sueño, que lo escribí enseguida para no olvidarme detalle, me sirvió de gran consuelo, porque extraño mucho a mi padre quien hace muchos años que murió. Cambió mi inmensa tristeza por una gran esperanza: la de poder soñar con mi papá y verlo como antes, cualquier noche de éstas.
Por ferramian
Este sueño lo tuve durante la mañana del sábado 31 de Octubre de 2009. Me había despertado temprano, pero al ver que había amanecido lluvioso, y todos dormían, me volví a acostar.
Entré a la cocina y ví a mi madre preparando una bandeja con bocaditos. Sobre la mesa había más bandejas llenas. Había poca luz en el ambiente, pero a ella parecía no importarle. Parecía disfrutar mucho de lo que estaba haciendo. Siempre tuve la idea de que en esa casa de Florida, la iluminación era insuficiente. La recuerdo sombría, tal vez por el gusto de mi madre de que manteniéndola en penumbras era más fresca durante los veranos.
-¿Te alcanza la comida?-pregunté preocupada.
-Sí. En la heladera siempre guardo un poco de todo, va a alcanzar, vas a ver.
En el comedor había una larga mesa tendida. Estaban todos nuestros familiares sentados, charlando ruidosamente, esperando que mi madre dispusiera las bandejas.
Pensé, con un dejo de sarcasmo, que cuando hay comida abundante y gratuita, nadie se lo pierde.
Antes de integrarme a la reunión, fui a dar un vistazo alrededor de la casa, como hago siempre, para asegurarme de que todo estuviera en orden.
Entré a mi dormitorio, que da sobre la ochava, el cual también estaba penumbroso. Al asomarme por la ventana vi a la niña morochita que estaba sentada en el suelo. Había colgado una bolsa de plástico, como de mercado, del lado de afuera, como para evitar que se le cerrara. La puerta ventana siempre me pareció insegura, fácil de abrir, y ahora lo estaba comprobando. La chica, sin dudas, estaba esperando a alguien para dejarlo entrar, también, a la casa.
La tomé de un brazo y la saqué afuera, dándole la bolsa, la cual no revisé. Este detalle lo recordé más tarde. Cerré la puerta con doble vuelta, saqué la llave de la cerradura y corrí las cortinas para que no se pudiera ver para adentro.
Al regresar a la cocina, le comenté a mi madre:
Fui a hacer de policía, como hacía papá. Me quedo más tranquila si reviso todo.
Mamá se sonrió y apareció papá, tan saludable y pulcro como acostumbraba a estar la mayoría de las veces. Hacía mucho tiempo que no lo veía así. Me inundó una alegría tan desbordante que lo abracé muy fuerte y le besé la mejilla izquierda, que estaba tibia y suave. Seguramente hacía poco que se había afeitado. Mi felicidad era muy grande.
La voz de una nena que pasaba por la vereda, junto a la ventana de mi dormitorio, me despertó. Lo primero que recordé de este sueño tan vívido, fue el abrazo que le dí a mi papá. Después de fijarme la hora en mi reloj pulsera, me puse a llorar.
Este sueño, que lo escribí enseguida para no olvidarme detalle, me sirvió de gran consuelo, porque extraño mucho a mi padre quien hace muchos años que murió. Cambió mi inmensa tristeza por una gran esperanza: la de poder soñar con mi papá y verlo como antes, cualquier noche de éstas.
laila mabrik- Cantidad de envíos : 525
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