Se fue, dijimos, perdiendo. Violeta Parra
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Se fue, dijimos, perdiendo. Violeta Parra
Se fue, dijimos, perdiendo
Se fue, dijimos, perdiendo
la herencia vara por vara
que saca mi mama Clara
con todos sus juramentos.
Un pillo acudió exigiendo
con gritos una escritura
qu’en ratos de gran locura
mi taita le prometió,
cuando la plata faltó
pa’l cántaro ’e chicha cru’a.
Se enrosca el sinvergüenzazo,
embaucador de cura’os.
Le dice: «Perro malvado
–mi mama–, que aquí no hay caso».
Gritando sigue el payaso
luciendo blanco papel:
«Me quiero entender con él,
qu’es dueño de sus terrenos.
¿De cuándo consiente frenos
el hombre de su mujer?»
Mi taita, envalentona’o
por tan lucidas razones,
le firma los papelones
y el pleito queda cerrado.
Mi mama no ha despegado
los ojos de la pareja,
luego zahumeria, perpleja,
l’hogar pa’ la mala suerte;
cuando Dios manda la muerte,
los humos no la despejan.
Yo siento cada mañana
la voz del pobre cura’o;
no sabe ’l mal que ha causa’o,
le están blanqueando las canas.
Prosiguen las damajuanas
su desfilar ordinario;
ya no lo nombran los diarios,
yo sufro la confusión
de ver nuestra canción
en la jaula del canario.
Con la escasez del dinero
mezquino es el alimento;
son pocos los elementos
que cuentan en el puchero.
No vino más el lechero,
de meditarlo no mermo,
lo veo cuando me duermo,
se me clavó en la razón,
no piensen que con rencor,
porque mi taita era enfermo.
(Violeta Parra)
Se fue, dijimos, perdiendo
la herencia vara por vara
que saca mi mama Clara
con todos sus juramentos.
Un pillo acudió exigiendo
con gritos una escritura
qu’en ratos de gran locura
mi taita le prometió,
cuando la plata faltó
pa’l cántaro ’e chicha cru’a.
Se enrosca el sinvergüenzazo,
embaucador de cura’os.
Le dice: «Perro malvado
–mi mama–, que aquí no hay caso».
Gritando sigue el payaso
luciendo blanco papel:
«Me quiero entender con él,
qu’es dueño de sus terrenos.
¿De cuándo consiente frenos
el hombre de su mujer?»
Mi taita, envalentona’o
por tan lucidas razones,
le firma los papelones
y el pleito queda cerrado.
Mi mama no ha despegado
los ojos de la pareja,
luego zahumeria, perpleja,
l’hogar pa’ la mala suerte;
cuando Dios manda la muerte,
los humos no la despejan.
Yo siento cada mañana
la voz del pobre cura’o;
no sabe ’l mal que ha causa’o,
le están blanqueando las canas.
Prosiguen las damajuanas
su desfilar ordinario;
ya no lo nombran los diarios,
yo sufro la confusión
de ver nuestra canción
en la jaula del canario.
Con la escasez del dinero
mezquino es el alimento;
son pocos los elementos
que cuentan en el puchero.
No vino más el lechero,
de meditarlo no mermo,
lo veo cuando me duermo,
se me clavó en la razón,
no piensen que con rencor,
porque mi taita era enfermo.
(Violeta Parra)
Melancolía- Escritora
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Puntos : 49345
Fecha de inscripción : 18/03/2012
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