Ígneo sendero
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Ígneo sendero
Ígneo sendero
Ante mí se hizo visible un sendero que parecía interminable, dado que no atinaba a ver el final desde mi posición.
Lo formaban unos pilares de roca, una especie de columnas de basalto cuya plataforma era exagonal.
Estaban colocadas diagonalmente, y a través de los intersticios que las separaban unas de otras sólo se apreciaba el vacío.
Una pregunta afloró a mi mente: ¿Qué extrañas fuerzas mantenían las columnas en estado gravitacional?
La oscuridad era densa en derredor. Insondable.
Era imposible adivinar si había algo más allá de la negrura.
Otra pregunta se abrió paso entre el marasmo de ideas que surcaban mi mente:
¿De dónde provenía la luz que arrancaba destellos a los pilares?
Parecían fulgurar ...Tal se diría que tuviesen luz propia...
A ambos lados del sendero se abría el negro abismo, cuyo fondo tampoco acertaba a vislumbrar.
Lo comparé con una alimaña, dispuesta a engullirme si daba un sólo paso en falso.
No podía retroceder. A mis espaldas, el trecho recorrido se había desvanecido en la nada, como las volutas de humo.
La única opción era avanzar.Y con cierta aprensión, posé el pie derecho sobre la primera columna.
Observé estupefacta cómo éste hendía la piedra. Era blanda, casi viscosa. Semejaba tener vida...
Un intenso calor emanaba de ella, ascendiendo por mi pierna hasta mi estómago para continuar hacia mis pulmones.
Allí la sangre parecía estar en ebullición, sentía un calor tan sofocante que casi me impedía respirar.
No obstante, sentí cómo un escalofrío me sacudía y una gélida sensación recorría mi médula espinal.
Coloqué el pie izquierdo sobre la siguiente columna, presa de un incontrolable tremor.
Luego, adelanté de nuevo el pie derecho, posándolo sobre la siguiente plataforma pétrea.
Ladeé el cuerpo ligeramente para mirar hacia atrás y comprobar si también los pilares de piedra desaparecían tras de mí.
Pese al sofocante calor,sentí como si de repente se me helase hasta el aliento.
El primer pilar de roca había desaparecido, en efecto...
Mas no era eso lo realmente espeluznante...
Era que...de la columna sobre la cual mantenía el pie izquierdo...salía sangre!
A borbotones, como si manase de una fuente invisible.
Pero había algo más horroroso aún...
La sangre, apenas brotaba de la herida que parecía ser abierta en la piedra por mi pie...iba tornándose ígnea lava!
Presa del pánico, levanté apresuradamente el pie, posándolo en la columna contigua a la que sostenía mi pie derecho.
Bajo éste, la ardiente lava amenazaba ya con fundirlo. Me apresuré a colocarlo sobre el siguiente pilar.
Tuve consciencia de que no podía detenerme más que breves segundos sobre cada una de las columnas.
Seguí avanzando, dominada por la imperiosa necesidad de abandonar aquél pavoroso lugar cuanto antes.
Mas que caminar, pasaba como una exalación sobre las columnas de piedra.
Pensé en el abismo...imaginé un caimán esperando paciente que su presa se acerque para abrevar,sus fauces abiertas...
Pero cualquier horror me parecía más benévolo que ser engullida por aquella incandescente lava.
Y corrí, corrí como si me persiguiese una jauría enfurecida a través de aquél infernal sendero que parecía no acabar nunca.
Mis fuerzas empezaban a flaquear paulatinamente... me sentía desfallecer y un sentimiento de impotencia hizo presa en mí.
Hice acopio de fuerzas y proseguí, mas presentía que terminarían por abandonarme sin remisión.
Y el sendero continuaba sin llegar a su fin...sólo veía columnas y más columnas hasta donde alcanzaba mi vista....
Continué avanzando a duras penas, mas no con la velocidad que requería la situación,con la ardiente lava bajo mis pies...
Finalmente me sentí exausta, incapaz de seguir avanzando ....mis piernas se negaron a dar un sólo paso más.
Aún no veía la meta... no obstante, supe que había llegado a ella. Y me abandoné a mi suerte.
Pero a pesar de estar extenuada, aún tuve fuerzas para asombrarme mientras miraba atónita hacia donde estaban mis pies.
Habían desaparecido en aquél río de lava, pero lo realmente asombroso era que....no sentía el más leve conato de dolor!
Casi en el paroxismo del asombro, ví cómo mis piernas desaparecían también en aquél mar de lava humeante...
Mi exausto cuerpo estaba siendo literalmente absorbido, se desvanecía en aquél igneo sendero ...y no sentía dolor!
Sonreí sarcasticamente...aunque más bien que una sonrisa debió ser una mueca ...
De repente sentí como una especie de torbellino me atrapaba en su espiral y me catapultaba hacia un negro agujero.
El negro pozo me engulló. La oscuridad me cubrió con su negro manto. Una dulce paz sosegó mi espíritu.
Y tras eso ... bueno....lo que sucedió a continuación forma parte de otra historia.
Una historia que parece de ultratumba.
Autor: Náyade
Ante mí se hizo visible un sendero que parecía interminable, dado que no atinaba a ver el final desde mi posición.
Lo formaban unos pilares de roca, una especie de columnas de basalto cuya plataforma era exagonal.
Estaban colocadas diagonalmente, y a través de los intersticios que las separaban unas de otras sólo se apreciaba el vacío.
Una pregunta afloró a mi mente: ¿Qué extrañas fuerzas mantenían las columnas en estado gravitacional?
La oscuridad era densa en derredor. Insondable.
Era imposible adivinar si había algo más allá de la negrura.
Otra pregunta se abrió paso entre el marasmo de ideas que surcaban mi mente:
¿De dónde provenía la luz que arrancaba destellos a los pilares?
Parecían fulgurar ...Tal se diría que tuviesen luz propia...
A ambos lados del sendero se abría el negro abismo, cuyo fondo tampoco acertaba a vislumbrar.
Lo comparé con una alimaña, dispuesta a engullirme si daba un sólo paso en falso.
No podía retroceder. A mis espaldas, el trecho recorrido se había desvanecido en la nada, como las volutas de humo.
La única opción era avanzar.Y con cierta aprensión, posé el pie derecho sobre la primera columna.
Observé estupefacta cómo éste hendía la piedra. Era blanda, casi viscosa. Semejaba tener vida...
Un intenso calor emanaba de ella, ascendiendo por mi pierna hasta mi estómago para continuar hacia mis pulmones.
Allí la sangre parecía estar en ebullición, sentía un calor tan sofocante que casi me impedía respirar.
No obstante, sentí cómo un escalofrío me sacudía y una gélida sensación recorría mi médula espinal.
Coloqué el pie izquierdo sobre la siguiente columna, presa de un incontrolable tremor.
Luego, adelanté de nuevo el pie derecho, posándolo sobre la siguiente plataforma pétrea.
Ladeé el cuerpo ligeramente para mirar hacia atrás y comprobar si también los pilares de piedra desaparecían tras de mí.
Pese al sofocante calor,sentí como si de repente se me helase hasta el aliento.
El primer pilar de roca había desaparecido, en efecto...
Mas no era eso lo realmente espeluznante...
Era que...de la columna sobre la cual mantenía el pie izquierdo...salía sangre!
A borbotones, como si manase de una fuente invisible.
Pero había algo más horroroso aún...
La sangre, apenas brotaba de la herida que parecía ser abierta en la piedra por mi pie...iba tornándose ígnea lava!
Presa del pánico, levanté apresuradamente el pie, posándolo en la columna contigua a la que sostenía mi pie derecho.
Bajo éste, la ardiente lava amenazaba ya con fundirlo. Me apresuré a colocarlo sobre el siguiente pilar.
Tuve consciencia de que no podía detenerme más que breves segundos sobre cada una de las columnas.
Seguí avanzando, dominada por la imperiosa necesidad de abandonar aquél pavoroso lugar cuanto antes.
Mas que caminar, pasaba como una exalación sobre las columnas de piedra.
Pensé en el abismo...imaginé un caimán esperando paciente que su presa se acerque para abrevar,sus fauces abiertas...
Pero cualquier horror me parecía más benévolo que ser engullida por aquella incandescente lava.
Y corrí, corrí como si me persiguiese una jauría enfurecida a través de aquél infernal sendero que parecía no acabar nunca.
Mis fuerzas empezaban a flaquear paulatinamente... me sentía desfallecer y un sentimiento de impotencia hizo presa en mí.
Hice acopio de fuerzas y proseguí, mas presentía que terminarían por abandonarme sin remisión.
Y el sendero continuaba sin llegar a su fin...sólo veía columnas y más columnas hasta donde alcanzaba mi vista....
Continué avanzando a duras penas, mas no con la velocidad que requería la situación,con la ardiente lava bajo mis pies...
Finalmente me sentí exausta, incapaz de seguir avanzando ....mis piernas se negaron a dar un sólo paso más.
Aún no veía la meta... no obstante, supe que había llegado a ella. Y me abandoné a mi suerte.
Pero a pesar de estar extenuada, aún tuve fuerzas para asombrarme mientras miraba atónita hacia donde estaban mis pies.
Habían desaparecido en aquél río de lava, pero lo realmente asombroso era que....no sentía el más leve conato de dolor!
Casi en el paroxismo del asombro, ví cómo mis piernas desaparecían también en aquél mar de lava humeante...
Mi exausto cuerpo estaba siendo literalmente absorbido, se desvanecía en aquél igneo sendero ...y no sentía dolor!
Sonreí sarcasticamente...aunque más bien que una sonrisa debió ser una mueca ...
De repente sentí como una especie de torbellino me atrapaba en su espiral y me catapultaba hacia un negro agujero.
El negro pozo me engulló. La oscuridad me cubrió con su negro manto. Una dulce paz sosegó mi espíritu.
Y tras eso ... bueno....lo que sucedió a continuación forma parte de otra historia.
Una historia que parece de ultratumba.
Autor: Náyade
Armando Lopez- Moderador General
- Cantidad de envíos : 5727
Puntos : 60662
Fecha de inscripción : 07/01/2012
Armando Lopez- Moderador General
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Re: Ígneo sendero
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Juraría que toco el piano cuando escribo poesía lo curioso es... que no sé tocar el piano. Eurídice Canova
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