De Amores de Esposa y de Niña
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De Amores de Esposa y de Niña
De Amores de Esposa y de Niña
Llego a casa loco por darme un baño, desesperado por borrar de mi cuerpo las huellas del pecado cometido, el agua vivificadora no me es suficiente, quiero jabón de sándalo, con espíritus del monte, quiero aguas de benditas fuentes, necesito baños de fuegos que acrisolen mi carácter.
Solo minutos atrás mi carne disfrutaba de las mieles de un cuerpo joven, que entre gemidos de placer se crispaba y adhería a mi como una lapa marina, su sudor bañando mi cuerpo calmaba la sed de sexo y adrenalina de las cuales soy esclavo, adicto. Luego de la pasión, del ultimo momento de conjunción copulativa un breve descanso en un sucio cuarto de motel de carretera, me veo con un cuerpo de niña aferrándose a mi como náufrago a un pedazo de madera, y profiriendo las palabras que despiertan en mi la señal de alarma:
- Te quiero papi, eres todo para mi, me gusta lo que me haces sentir, no creí que esto fuera así, no me quiero separar más de ti.
“Uy”, es el momento de salir en loca carrera, veo aquel cuerpo aun lleno de niñez, y viene a mi mente el recuerdo de mi esposa, de mi verdadero amor, de aquella que a estas horas de la noche, se deja caer pesadamente frente a la tele imaginándome en una de esas largas juntas de directorio, que simula ver algo cuando en realidad el pesado trabajo de un largo día no le da chance a ningún otro tipo de actividad. Entonces corro, recordándole a mi amante que sus padres le esperan, su frágil cuerpo me recuerda al de mi hija virginal, la intocable, aquella señorita por la cual soy capaz de cualquier locura con tal de prolongar en lo posible su ya tardía niñez, y pensamientos cargados de culpa hacen presa de mí.
Ya en mi hogar, una vez fuera del baño, me dirijo a mi alcoba, allí está el cuerpo tibio y aun suave de mi amada, solo por esta vez me digo, voy a intentarlo, la toco con suavidad y pregunto con voz apagada en su oído:
- ¿Quieres hacer el amor?
Pero dentro de mi le ruego a Dios que no quiera,
- Hola mi amor, me responde, acuéstate mi niño y abrázame, pero déjame así, porque estoy muy cansada, mañana si regresas temprano te prometo que si.
“Gracias Señor” oro en lo profundo, porque de decir que si no le hubiera podido cumplir, la abrazo y la parte buena de mi ser se desprende amalgamándose al espíritu de mi amada, mientras la mala se trasnocha acosada por golpes de conciencia. Se que mañana tampoco querrá, porque su cuerpo que ya se hace viejo no da para tanto, porque sus hormonas la abandonan, preparándose su cuerpo para un nuevo tipo de vida que me niego a aceptar aun cuando mis canas y mis arrugas me gritan que es momento de parar porque también yo voy para allá.
Me preparo para un nuevo día de trabajo, y me digo que hoy no lo haré, apago el celular, y lo dejo “olvidado” en mi gavetero, pero no se porque me miento, solo tengo que pasar frente a la universidad a la hora apropiada, y todo vuelve a comenzar.
Eddy García
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