El coleccionista de estrellas
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El coleccionista de estrellas
El coleccionista de estrellas
Y con una sonrisa corta le robó el corazón.
Su rostro tan femenino sugería una maternidad irresistible, él era sin duda uno de esos hombres a los que les encanta las maestras de párvulos, o las madres ajenas; y es que, cómo se podría negar ese encanto febril que llena de tanta suavidad el alma.
La verdad también yo me enloquecería.
Y sin cruzar palabras deseó llevársela a la cama y hacerle el amor, no se imaginaba de otra forma con esa mujer. El quería, mejor dicho el deseaba que aquello fuese amor, de los que no duran nada pero que te quedan grabados en la piel toda la vida; de los que te dejan el olor debajo del cuello y siempre que es primavera se recuerdan.
Se podría decir que estaría dispuesto a acabar con aquella química natural para hacerse de una nueva ilusión, de un nuevo destello divino cual estrella, para ponerlo en su cielo nocturno y casi vacío. Él sin duda siempre estaba en busca de una nueva luz para darle sentido a su incesante viento frío espacial. Sin duda amaba amar. Pero no amaba a cualquiera, sólo a aquellas que desprendían de sí la incandescencia, esas que por ser tan fáciles (o sin serlo pero parecerlo) son tan cándidas, tan dignas de ser adoradas, veneradas, como diosas.
Disfrutó ese beso tibio que se prendió a su mejilla y empapó su alma con lujuria romántica; un beso de saludo que dejó sus miradas cruzadas por esa extraña razón que te obliga a creer que hay algo más y que su delicadeza se origina en un romance secreto y compartido.
¡Ah sin duda alguna lo que todos llaman amor a primera vista!
Pero como todos sus amores, sólo duró hasta que ella terminó la charla con su amiga (amiga de él), y se despidió sacudiendo la mano para él, regalándole una sonrisa cómplice y caminando sin dejar de verlo (por un instante). Él le miró marcharse y disfrutó en sus más íntimos adentros cada uno de sus sensuales movimientos. Vibró todo él y pensó (agradecido) en que el amor había llevado otra de esas luminarias a su cielo vacío, oscuro y de viento solitario.
VagOHEMIO
Y con una sonrisa corta le robó el corazón.
Su rostro tan femenino sugería una maternidad irresistible, él era sin duda uno de esos hombres a los que les encanta las maestras de párvulos, o las madres ajenas; y es que, cómo se podría negar ese encanto febril que llena de tanta suavidad el alma.
La verdad también yo me enloquecería.
Y sin cruzar palabras deseó llevársela a la cama y hacerle el amor, no se imaginaba de otra forma con esa mujer. El quería, mejor dicho el deseaba que aquello fuese amor, de los que no duran nada pero que te quedan grabados en la piel toda la vida; de los que te dejan el olor debajo del cuello y siempre que es primavera se recuerdan.
Se podría decir que estaría dispuesto a acabar con aquella química natural para hacerse de una nueva ilusión, de un nuevo destello divino cual estrella, para ponerlo en su cielo nocturno y casi vacío. Él sin duda siempre estaba en busca de una nueva luz para darle sentido a su incesante viento frío espacial. Sin duda amaba amar. Pero no amaba a cualquiera, sólo a aquellas que desprendían de sí la incandescencia, esas que por ser tan fáciles (o sin serlo pero parecerlo) son tan cándidas, tan dignas de ser adoradas, veneradas, como diosas.
Disfrutó ese beso tibio que se prendió a su mejilla y empapó su alma con lujuria romántica; un beso de saludo que dejó sus miradas cruzadas por esa extraña razón que te obliga a creer que hay algo más y que su delicadeza se origina en un romance secreto y compartido.
¡Ah sin duda alguna lo que todos llaman amor a primera vista!
Pero como todos sus amores, sólo duró hasta que ella terminó la charla con su amiga (amiga de él), y se despidió sacudiendo la mano para él, regalándole una sonrisa cómplice y caminando sin dejar de verlo (por un instante). Él le miró marcharse y disfrutó en sus más íntimos adentros cada uno de sus sensuales movimientos. Vibró todo él y pensó (agradecido) en que el amor había llevado otra de esas luminarias a su cielo vacío, oscuro y de viento solitario.
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Roana Varela- Moderadora
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Puntos : 55478
Fecha de inscripción : 25/10/2012
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