Romance de don Manuel Ponce de León de Anónimo
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Romance de don Manuel Ponce de León de Anónimo
Romance de don Manuel Ponce de León
de Anónimo
-¿Cuál será aquel caballero
de los míos más preciado,
que me traiga la cabeza
de aquel moro señalado
que delante de mis ojos
a cuatro ha lanceado,
pues que las cabezas trae
en el pretal del caballo?
Oídolo ha don Manuel,
que andaba allí paseando,
que de unas viejas heridas
no estaba del todo sano.
Apriesa pide las armas,
y en un punto fue armado,
y por delante el corredor
va arremetiendo el caballo;
con la gran fuerza que puso,
la sangre le ha reventado,
gran lástima le han las damas
de verle que va tan flaco.
Ruéganle todos que vuelva,
mas él no quiere aceptarlo.
Derecho va para el moro,
que está en la plaza parado.
El moro, desque lo vido,
de esta manera ha hablado:
-Bien sé yo, don Manuel,
que vienes determinado,
y es la causa conocerme
por las nuevas que te han dado;
mas, porque logres tus días,
vuélvete y deja el caballo,
que yo soy el moro Muza,
ese moro tan nombrado,
soy de los almoradíes,
de quien el Cid ha temblado.
-Yo te lo agradezco, moro,
que de mí tengas cuidado,
que pues las damas me envían,
no volveré sin recaudo.
Y sin hablar más razones,
entrambos se han apartado,
y a los primeros encuentros
el moro deja el caballo,
y puso mano a un alfanje,
como valiente soldado.
Fuese para don Manuel,
que ya le estaba aguardando,
mas don Manuel, como diestro,
la lanza le había terciado.
Vara y media queda fuera,
que le queda blandeando,
y desque muerto lo vido,
apeóse del caballo.
Cortado ha la cabeza,
y en la lanza la ha hincado,
y por delante las damas
al buen rey la ha presentado.
de Anónimo
-¿Cuál será aquel caballero
de los míos más preciado,
que me traiga la cabeza
de aquel moro señalado
que delante de mis ojos
a cuatro ha lanceado,
pues que las cabezas trae
en el pretal del caballo?
Oídolo ha don Manuel,
que andaba allí paseando,
que de unas viejas heridas
no estaba del todo sano.
Apriesa pide las armas,
y en un punto fue armado,
y por delante el corredor
va arremetiendo el caballo;
con la gran fuerza que puso,
la sangre le ha reventado,
gran lástima le han las damas
de verle que va tan flaco.
Ruéganle todos que vuelva,
mas él no quiere aceptarlo.
Derecho va para el moro,
que está en la plaza parado.
El moro, desque lo vido,
de esta manera ha hablado:
-Bien sé yo, don Manuel,
que vienes determinado,
y es la causa conocerme
por las nuevas que te han dado;
mas, porque logres tus días,
vuélvete y deja el caballo,
que yo soy el moro Muza,
ese moro tan nombrado,
soy de los almoradíes,
de quien el Cid ha temblado.
-Yo te lo agradezco, moro,
que de mí tengas cuidado,
que pues las damas me envían,
no volveré sin recaudo.
Y sin hablar más razones,
entrambos se han apartado,
y a los primeros encuentros
el moro deja el caballo,
y puso mano a un alfanje,
como valiente soldado.
Fuese para don Manuel,
que ya le estaba aguardando,
mas don Manuel, como diestro,
la lanza le había terciado.
Vara y media queda fuera,
que le queda blandeando,
y desque muerto lo vido,
apeóse del caballo.
Cortado ha la cabeza,
y en la lanza la ha hincado,
y por delante las damas
al buen rey la ha presentado.
Galius- Moderador General
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