EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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ODAS DE HORACIO- LIBRO IV- VI HIMNO A APOLO Y DIANA

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ODAS DE HORACIO- LIBRO IV-     VI HIMNO A APOLO Y DIANA Empty ODAS DE HORACIO- LIBRO IV- VI HIMNO A APOLO Y DIANA

Mensaje por Roana Varela Jue Dic 26, 2013 4:56 am

VI HIMNO A APOLO Y DIANA

¡Oh Dios que hiciste sentir tu venganza a los hijos de la arrogante Níobe, al raptor Titio y al tésalo Aquiles, ya casi vencedor de la esforzada Troya; caudillo que aventajaba a todos, y sólo se reconocía inferior a ti, aunque hijo valeroso de la marina Tetis que hizo temblar las torres de Pérgamo con su tremenda lanza.
Como el pino que derriban los golpes del hacha, o el ciprés arrancado por la violencia del Euro, cayó por fin a lo largo en el suelo, y tuvo que morder el polvo troyano.
Pero jamás oculto en el vientre del engañoso caballo que se ofrecía a Minerva, hubiera sorprendido a los troyauos en sus fiestas intempestivas, ni el alegre palacio de Príamo en medio de las músicas y las danzas, sino a la luz del día, implacable con los cautivos, hubiese, ¡qué horror!, abrasado en las llamas de los aqueos a los niños que acababan de nacer y a los que alentasen en el seno materno, si el padre de los dioses, vencido por tus ruegos y los de la hermosa Venus, no acordase a los destinos de Eneas levantar otros muros con más faustos auspicios.
Tú, Febo, que enseñas a pulsar la cítara de Talía a los griegos y lavas tu cabellera en las ondas del Janto, tú, que proteges nuestras ciudades, defiende el honor de las Musas latinas, .
Tú eres quien me alienta, tú me concedes el arte seductor de los versos y el renombre de poeta. ¡Oh las primeras de nuestras vírgenes!; ¡oh mancebos nacidos de insignes progenitores!, hermoso cortejo de la diosa de Delos; que con las flechas de su arco detiene la carrera de los veloces linces y los ciervos, observad las leyes del metro sáfico, obedientes a las señales que os hago con el dedo.
Elevad vuestros himnos al hijo de Latona y a la diosa de la noche, cuya faz creciente fertiliza los sembrados y en su rápido curso nos vuelve los meses fugitivos.
Cuando seas casada exclamarás: «Yo entoné canciones gratas a los dioses, dócil a las órdenes del poeta Horacio, en los días festivos del siglo que expiraba.»
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