MAITINES

MAITINES

Misericordiosos vuelan los cantos.
Me desnudo con el agua al cuello.
Rezo. Lejos el flagelo de mi cuerpo,
de Dios y su Profeta.

Oh cielos, vientre lacio, sexo erguido
que emerge carne maldita.
Bendita carne que punza.
Yo me arrodillo,
amo su excelencia constante de fe.
Predominio de la Génesis.

En el principio sólo existía la palabra.
Ahora profanamos la palabra, vivimos
y morimos por ella.

Se empina vigorosa y la bebo
como se lee un pergamino.
La palabra es vida y muerte.
En el principio sólo existía un vago rumor,
un hábito maculado al hábito conforme
de la infelicidad.

Nuestras manos tiemblan, 
mis dedos tiemblan.
En las celdas alguien gime.
Aún tenemos esta noche
que es la misma de hace siglos

CLARA LECUONA VARELA