Remolino de humareda en el concierto
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Remolino de humareda en el concierto
Remolino de humareda en el concierto
“En mi concierto arremolinan humaredas de cañones,
mi concierto es relativamente violento,
mi concierto es amado”,
dice el cantante con un gesto exagerado.
Dedica sus canciones con fervor
a los americanos necrofílicos,
que no dejan de amar la humareda y la violencia,
que no dejan de desparramar cadáveres en todo el mundo
Un sonido grave y retumbante vibra
en los corazones de las mujeres.
Y lo que vibra en los corazones
es algo violento
es algo obsceno.
Las mujeres se convulsionan con vergüenza,
pero no dejan de querer el sudor del cantante.
“Ay, Dios, dame los ojos para ver sin falla.
Como un arcoíris de misil que sobrepasa la montaña desierta,
te voy a dar un consuelo tremendo”,
el cantante lanza con un beso
la bufanda empapada de sudor a los gritos.
Con una sonrisa de broma en una mejilla, inicia el concierto
en medio de la reverberación de las lentejuelas
“Aunque no conozco España,
me gusta el flamenco.
Aunque no conozco el paraíso,
dicen que es donde yo nací”.
Aunque el cantante no parece un ángel,
ha de ser una variación.
Ha pasado medio siglo sin que nadie se dé cuenta,
y la poeta llora ante la broma de los años.
“Vamos, doncella platinada”,
cantaba para cortejar y señalaba el cielo
ese cantante que murió hace mucho tiempo,
pero la poeta insiste en repetir el remolino de humareda,
quiere vengarse con un ritmo violento,
aun cuando todos los contrincantes estén muertos.
Toriko Takarabe
“En mi concierto arremolinan humaredas de cañones,
mi concierto es relativamente violento,
mi concierto es amado”,
dice el cantante con un gesto exagerado.
Dedica sus canciones con fervor
a los americanos necrofílicos,
que no dejan de amar la humareda y la violencia,
que no dejan de desparramar cadáveres en todo el mundo
Un sonido grave y retumbante vibra
en los corazones de las mujeres.
Y lo que vibra en los corazones
es algo violento
es algo obsceno.
Las mujeres se convulsionan con vergüenza,
pero no dejan de querer el sudor del cantante.
“Ay, Dios, dame los ojos para ver sin falla.
Como un arcoíris de misil que sobrepasa la montaña desierta,
te voy a dar un consuelo tremendo”,
el cantante lanza con un beso
la bufanda empapada de sudor a los gritos.
Con una sonrisa de broma en una mejilla, inicia el concierto
en medio de la reverberación de las lentejuelas
“Aunque no conozco España,
me gusta el flamenco.
Aunque no conozco el paraíso,
dicen que es donde yo nací”.
Aunque el cantante no parece un ángel,
ha de ser una variación.
Ha pasado medio siglo sin que nadie se dé cuenta,
y la poeta llora ante la broma de los años.
“Vamos, doncella platinada”,
cantaba para cortejar y señalaba el cielo
ese cantante que murió hace mucho tiempo,
pero la poeta insiste en repetir el remolino de humareda,
quiere vengarse con un ritmo violento,
aun cuando todos los contrincantes estén muertos.
Toriko Takarabe
Mei ling- Cantidad de envíos : 36
Puntos : 27152
Fecha de inscripción : 03/07/2017
Re: Remolino de humareda en el concierto
Gracias por tu apoorte al foro con este lindo poema, te dejo un abrazo
Karla Benitez- Moderadora
- Cantidad de envíos : 2991
Puntos : 51298
Fecha de inscripción : 22/03/2013
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