Esta es mi última carta
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Sebas:
Esta es mi última carta. No sé si te acuerdas de la primera que te di, aquella que hoy, por el tiempo que tenemos juntos, puedo decirte que descargué de esos sitios de Internet en los que cualquiera escribe y estaba llena de errores ortográficos y ni siquiera te diste cuenta, esa carta que decía hecha por: María Melo y en realidad era una transcripción de un poema de Neruda; tú, como no sabes de eso, no le paraste y seguiste leyendo hasta que llegaste al “te quiero mucho” típico de cualquier muchachita de 11 años pero que te enamoró; teníamos seis meses me acuerdo y todavía no te encontraba ningún defecto, te veía igualito como el primer día de hacernos novios.
Al segundo mes lo volví a hacer, después de agotar mis ideas con cosas sin sentido, aunque lo más irónico era que solo tenía que decirte lo que sentía y un “te quiero demasiado” esta vez, no implicaba mayor cosa para mí. Costaba decirlo pero lo hice; te di la carta y enseguida agachaste la mirada y empezaste a leer mientras yo cruzaba los dedos tras mi espalda para correr con un poco de suerte y así fue. No te diste cuenta. Los versos de Benedetti no fueron más que otro par de palabras transcritas por mí y un largo beso fue mi recompensa. Cómo me besabas Sebas y cómo te quería.
Mi tercera carta no fue hecha con poemas ni de Benedetti ni de Neruda ni de Víctor Ojeda como en nuestro quinto mes, ¿te acuerdas? ¿que te dije que el chamo había ganado un concurso con la carta?, te la entregué el 14 de febrero para reconciliarnos; es que tú eras jodido Sebastian, 14 de febrero y peleando, y encima por mensajitos de texto; espero que con ésto cambies. Pero como te decía, esa vez compré una tarjeta que traía un paisaje hermoso y otra más chiquita que tenía una vaca con unos corazones y unas letras fosforescentes con escarcha a los lados. Te gustó el gesto y no tuve que esforzarme tanto tratando de escribir otra carta que nunca te daría, lo único malo fue que la vaca terminó pareciéndose a mí en nuestro primer aniversario, por haber dejado la famosa dieta del doctor con apellido raro que ni tú ni yo sabemos pronunciar, ja ja ja; estás a pasos de mí y desde aquí oigo tu risa, qué malo que tú no puedas escuchar la mía, pero pronto lo harás.
La última vez que te escribí, fue porque entré al “closet de los recuerdos” como le dice mi abuela Feliza al lugar donde guardaba todas las cartas que le dio mi abuelo hasta sus bodas de oro, imagínate mi Sebas todo lo que tardé en encontrar la carta adecuada y todo lo que tardé en quitarme la alergia; fue mucho más que transcribir las palabras de mi abuelo Daniel y dártela. Como siempre, finalicé con un “Te Adoro” pero la verdad Sebastian, es que ya en ese momento estaba cansada, cansada de no saber qué escribir, cansada de los papeles, cansada de los mensajes de texto, cansada de no poder gritar lo que sentía porque no me escucharías, cansada de tu necedad por no poder confiar en los especialistas y en nosotros, cansada de que no me puedas oír.
Como ves, hoy tampoco supe qué decir, lo que hice fue recordar mis cartas pasadas porque no encontré ninguna otra hoja que tuviera escrito lo que tengo que decirte:
Todo va a salir bien Sebastian, tu familia, la prima Kaki, tus amigos y yo estaremos aquí afuera esperando que salgas, apoyándote y felices de que por fin tomaste la decisión de que te operaran. Sé que no fue fácil porque también sé lo mucho que le temes a las agujas y a los “señores de bata blanca”, pero verás que todo va a ser recompensado Sebas, cuando al salir de la operación puedas escuchar a tu mamá llorando y finalmente cuando puedas escuchar mi TE AMO.
Siempre tuya: Michelle.
(Michelle Bergoder
Sebas:
Esta es mi última carta. No sé si te acuerdas de la primera que te di, aquella que hoy, por el tiempo que tenemos juntos, puedo decirte que descargué de esos sitios de Internet en los que cualquiera escribe y estaba llena de errores ortográficos y ni siquiera te diste cuenta, esa carta que decía hecha por: María Melo y en realidad era una transcripción de un poema de Neruda; tú, como no sabes de eso, no le paraste y seguiste leyendo hasta que llegaste al “te quiero mucho” típico de cualquier muchachita de 11 años pero que te enamoró; teníamos seis meses me acuerdo y todavía no te encontraba ningún defecto, te veía igualito como el primer día de hacernos novios.
Al segundo mes lo volví a hacer, después de agotar mis ideas con cosas sin sentido, aunque lo más irónico era que solo tenía que decirte lo que sentía y un “te quiero demasiado” esta vez, no implicaba mayor cosa para mí. Costaba decirlo pero lo hice; te di la carta y enseguida agachaste la mirada y empezaste a leer mientras yo cruzaba los dedos tras mi espalda para correr con un poco de suerte y así fue. No te diste cuenta. Los versos de Benedetti no fueron más que otro par de palabras transcritas por mí y un largo beso fue mi recompensa. Cómo me besabas Sebas y cómo te quería.
Mi tercera carta no fue hecha con poemas ni de Benedetti ni de Neruda ni de Víctor Ojeda como en nuestro quinto mes, ¿te acuerdas? ¿que te dije que el chamo había ganado un concurso con la carta?, te la entregué el 14 de febrero para reconciliarnos; es que tú eras jodido Sebastian, 14 de febrero y peleando, y encima por mensajitos de texto; espero que con ésto cambies. Pero como te decía, esa vez compré una tarjeta que traía un paisaje hermoso y otra más chiquita que tenía una vaca con unos corazones y unas letras fosforescentes con escarcha a los lados. Te gustó el gesto y no tuve que esforzarme tanto tratando de escribir otra carta que nunca te daría, lo único malo fue que la vaca terminó pareciéndose a mí en nuestro primer aniversario, por haber dejado la famosa dieta del doctor con apellido raro que ni tú ni yo sabemos pronunciar, ja ja ja; estás a pasos de mí y desde aquí oigo tu risa, qué malo que tú no puedas escuchar la mía, pero pronto lo harás.
La última vez que te escribí, fue porque entré al “closet de los recuerdos” como le dice mi abuela Feliza al lugar donde guardaba todas las cartas que le dio mi abuelo hasta sus bodas de oro, imagínate mi Sebas todo lo que tardé en encontrar la carta adecuada y todo lo que tardé en quitarme la alergia; fue mucho más que transcribir las palabras de mi abuelo Daniel y dártela. Como siempre, finalicé con un “Te Adoro” pero la verdad Sebastian, es que ya en ese momento estaba cansada, cansada de no saber qué escribir, cansada de los papeles, cansada de los mensajes de texto, cansada de no poder gritar lo que sentía porque no me escucharías, cansada de tu necedad por no poder confiar en los especialistas y en nosotros, cansada de que no me puedas oír.
Como ves, hoy tampoco supe qué decir, lo que hice fue recordar mis cartas pasadas porque no encontré ninguna otra hoja que tuviera escrito lo que tengo que decirte:
Todo va a salir bien Sebastian, tu familia, la prima Kaki, tus amigos y yo estaremos aquí afuera esperando que salgas, apoyándote y felices de que por fin tomaste la decisión de que te operaran. Sé que no fue fácil porque también sé lo mucho que le temes a las agujas y a los “señores de bata blanca”, pero verás que todo va a ser recompensado Sebas, cuando al salir de la operación puedas escuchar a tu mamá llorando y finalmente cuando puedas escuchar mi TE AMO.
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EGA- Escritora
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Fecha de inscripción : 19/12/2012
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