EL SOLITARIO
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EL SOLITARIO
EL SOLITARIO
Las manos desenlazadas:
empecinamiento tenaz y hostil
de hacer sinopsis con el tiempo.
Fui tropezando de uno en uno
con mis hermanos:
creí y renegué mil veces.
Y en el arrebol del tango
que canta un dos por cuatro,
en esa maldita álgebra
que no cierra la cuenta,
cuando me entono en la buganvilla,
con la cepa desbordada
del borgoña tramposo,
canto con mi voz ronca
en la vejez de la espera:
“Uno busca lleno de esperanzas
el camino que los sueños prometieron”…
Prometieron.
Comprimo con mis yemas
la frente desencajada y mustia de la vida:
huella profunda en el surco del pensamiento.
Recuento un rosario de promesas
hasta perder la fe:
con él apenas si acabé de tejer una colcha
hilvanada con vivos retazos y viejos recuerdos
y amores añiles del color de la espera.
Apenas queda esta triste frazada
que sólo podría cambiar por mercachifles
en la feria del trueque.
Manta que en sus huecos descubre
las ausentes caricias…
Y hoy taconeo en la madrugada desierta
de miradas urbanas,
mientras la lluvia moja esta nostalgia.
Taconeo la milonga “El Solitario”.
Y me voy con la bandera de taxi libre
por la calle de una sola mano,
de una mano sola.
Como he venido me voy: sola,
sola y desafiante.
No hay otra salida,
en este callejón
de soledad y nada.
Fanny G Jaretó
Las manos desenlazadas:
empecinamiento tenaz y hostil
de hacer sinopsis con el tiempo.
Fui tropezando de uno en uno
con mis hermanos:
creí y renegué mil veces.
Y en el arrebol del tango
que canta un dos por cuatro,
en esa maldita álgebra
que no cierra la cuenta,
cuando me entono en la buganvilla,
con la cepa desbordada
del borgoña tramposo,
canto con mi voz ronca
en la vejez de la espera:
“Uno busca lleno de esperanzas
el camino que los sueños prometieron”…
Prometieron.
Comprimo con mis yemas
la frente desencajada y mustia de la vida:
huella profunda en el surco del pensamiento.
Recuento un rosario de promesas
hasta perder la fe:
con él apenas si acabé de tejer una colcha
hilvanada con vivos retazos y viejos recuerdos
y amores añiles del color de la espera.
Apenas queda esta triste frazada
que sólo podría cambiar por mercachifles
en la feria del trueque.
Manta que en sus huecos descubre
las ausentes caricias…
Y hoy taconeo en la madrugada desierta
de miradas urbanas,
mientras la lluvia moja esta nostalgia.
Taconeo la milonga “El Solitario”.
Y me voy con la bandera de taxi libre
por la calle de una sola mano,
de una mano sola.
Como he venido me voy: sola,
sola y desafiante.
No hay otra salida,
en este callejón
de soledad y nada.
Fanny G Jaretó
Paty Sosa- Cantidad de envíos : 133
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Roana Varela- Moderadora
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